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lunes, 16 de octubre de 2017

LA BATALLA DE TEUTOBURGO



La batalla del bosque de Teutoburgo es, sin temor a equivocarnos, una de las derrotas militares que más dolor y humillación provocó al pueblo romano. En aquel enfrentamiento, los germanos lograron exterminar a tres legiones completas junto a sus tropas auxiliares. Para entender las circunstancias que llevaron a este hecho debemos aclarar ciertas cuestiones: 

LA HISTORIA DE UN CONFLICTO 

Antecedentes y causas 

Ante los ojos de Roma, los germanos no eran más que un pueblo primitivo, sin embargo, dicha condición  no era un obstáculo para que éstos le asestaran dolorosas derrotas a los romanos. En consecuencia, Roma se vio obligada a ver con más cautela y seriedad a dichos pueblos.  

El primer encuentro germanos y romanos sucedió hacia el siglo II antes de Cristo. Según palabras de los historiadores romanos, los germanos eran "rubios, altos y fuertes" y luchaban prácticamente desnudos. Ya en el siglo I a. C. Julio César mencionó que muchos germanos eran semi-nómadas y que gustaban de la guerra, ya que este era su estilo de vida. Siempre estaban ansiosos de guerrear, no sólo en contra de los invasores, sino también entre ellos mismos. Debido a su naturaleza eran diestros en la caza, lo cual les servía como entrenamiento para la guerra.

Cráneo del cuerpo conocido como HOMBRE DE OSTERBY, hallado en la localidad homónima del norte de Alemania. En el cabello puede observarse el característico "nudo suevo", del cual conocemos una descripción gracias a Tácito. 

El primer contacto entre las tropas romanas y germanas se produjo con la expedición de los ambrones, teutones y cimbrios. Si damos crédito a lo que relata Plutarco, se tratarían de aproximadamente 1 millón de personas, de las cuales 300000 eran combatientes. Desde finales del siglo II a.C. los romanos temieron que los germanos atravesaran los Alpes. Se sucedieron varios enfrentamientos entre ambos pueblos, en los cuales siempre salían victoriosos los germanos, hasta que Cayo Mario fue elegido cónsul (104 a.C.), dignidad que conservó durante cinco años. Reformó el ejército y logró derrotar a los germanos en dos batallas, Aquae Sextiae y Vercellae. 

Una segunda fase de enfrentamientos entre germanos y romanos se remonta al momento en que Julio César y sus legiones avanzaron más allá del Rin. César observó la presencia de germanos en la Galia y el peligro que esto supondría a la larga le hizo iniciar una guerra preventiva. En el año 55 a.C., los germanos atravesaron el Rin, pero César logró capturar a los jefes tribales enemigos y cruzó el Rin en expedición punitiva. Dos años más tarde, César volvió a cruzar el Rin, pero aquella ocasión los germanos no osaron enfrentarle.

César reconoció la utilidad de los guerreros germanos como tropas auxiliares de sus legiones, y se sabe que hizo uso de ellos en la guerra que sostuvo Roma ante Vercingétorix. Años más tarde, durante el gobierno de Augusto, la Legio V Alaude cayó en una emboscada en Germania y casi fue aniquilada; tras estos hechos, el emperador comenzó un plan para someter a Germania. Druso fue el elegido para liderar esta campaña, que lanzó varias expediciones punitivas y estableció nuevos campamentos en el Rin, que desde ese entonces se convertiría en una fortaleza.

En el año 11 a.C. Druso se aventuró al interior de Germania, alcanzando el Elba, y con ello provocó la retirada de varios pueblos a la orilla opuesta. Los queruscos, aterrorizados, firmaron una alianza con Roma. Druso repitió la proeza en diversas ocasiones, sin embargo, cuando se dirigió en contra de los hermunduros y los suevos, sufrió una caída que lo dejó malherido.

Augusto envió a Tiberio para que socorriera a su hermano, pero este no resistió y poco después murió. Tiberio continuó con la tarea de su hermano, y al cabo de un tiempo logró someter a todos los pueblos que se le interpusieron. Sucedieron otras expediciones, la más ambiciosa de ellas tenía el objetivo de alcanzar el curso medio de los ríos Elba y Weser. La campaña era apoyada con el apoyo de algunos pueblos germanos, como los queruscos, liderados por un joven llamado Arminio. Tras esta sucesión de triunfos, Tiberio llevó a la convicción de que Germania era un territorio a punto de ser romanizado.


Durante su estancia en Roma, Tiberio convenció al emperador de que Germania era una zona pacificada y que necesitaba un gobernador y cuestor. Augusto confió en un hombre: Publio Quintilio Varo, un burócrata de alto nivel. Vario partió hacia Germania hacia el año 7 d.C. y la primera tarea que tuvo fue evaluar la provincia que gobernaba. Mantuvo reuniones, celebró desfiles militares, recibió el homenaje, juramento y promesa de lealtad, y reclutó tropas. Los germanos no comprendían el derecho romano y veían a los burócratas como individuos arrogantes que administraban un territorio que no era suyo. Fue normal que los germanos se sintieran como esclavos en su propia tierra, lo cual acrecentó el odio que le tenían a los romanos. Aunado a esto, los romanos flagelaban a todo aquel que no se sometiera a su ley, sin importarles que en la cultura germana eso era de las peores ofensas que podrían recibir.

Durante el segundo año de su gobierno, Varo comenzó la construcción de una nueva capital:Aliso, cuya ubicación exacta es ignorada hoy en día. La creación de dicha capital, llevó a los veteranos a establecerse allí, así como el cuartel general del gobernador, además de la llegada de gran número de comerciantes. Para todo esto, los marsos fueron despojados de su territorio y forzados al destierro. Todas estas circunstancias fueron acrecentando el odio de los germanos hacia los romanos, pero el hecho que colmó su paciencia fue la prohibición al uso de las armas. La élite germana pedía tener a sus propios ejércitos y comandarlos, lo que Roma les ofreció era la ciudadanía romana en calidad de equites, lo que estaba muy alejado de la alta aristocracia romana.

En el momento más tenso, Varo sólo contaba con un aliado: Segestes, sin embargo, ignoró los informes de la inminente rebelión que se estaba fraguando en su contra.

Arminio fue quien ideó la rebelión, aquel hombre era un querusco. Al tener la edad adecuada, junto a su hermano Flavo se pusieron al frente de la caballería querusca en apoyo de las tropas romanas, mientras Segestes lideraba el resto de las tropas de dicho pueblo.

Flavo se enroló en las tropas auxiliares romanas, siguiendo las ambiciones militares que tenía en mente. Por otro lado, Segestes deseaba el poder supremo en el territorio de los queruscos que estaba bajo el mando romano. Sin embargo, el obstáculo que se interponía era Arminio. Es por ello comprensible que Segestes haya juzgado adecuado apoyar a las tropas romanas. Arminio era aún más ambicioso y apoyaba el objetivo de liberar a toda Germania de las manos romanas. A los romanos no les convenía la existencia de líderes germanos poderosos así que la única alternativa que tenía Arminio era expulsar a los romanos de Germania.

El plan de Armino era simple pero brillante: provocar a Varo y a su ejército para que marcharan a través de un territorio apartado, preferiblemente boscoso, donde las legiones fueran incapaces de desplegarse y maniobrar correctamente. Arminio hizo partícipes de su plan a algunos líderes queruscos, que se adhirieron con entusiasmo. Segestes se opuso, pero el hermano de éste e incluso su hijo, aplaudieron el plan.

Una vez llegado a este acuerdo, que se mantuvo en secreto, se puso de relieve el problema de que una única tribu sería incapaz de derrotar por sí sola a Roma. Los jefes tribales acordaron un plan de acción. Los caucos, que eran los que se encontraban a mayor distancia de Aliso, representarían el papel de "malos" y darían comienzo a la revuelta por medio de disturbios y tumultos. Los queruscos, por el contrario, representarían el papel de "buenos" y ante estas circunstancias pedirían ayuda a los romanos para que se libraran de la presencia de los "perversos caucos". El papel de los brúcteros era algo diferente: debían de dar una imagen de hostilidad para que de este modo, Varo se viera obligado a dividir sus fuerzas. Los marsos tenían la obligación de bloquear la retirada de los romanos.

EL ATAQUE GERMANO

Dadas las condiciones del clima y del territorio, el ejército romano es muy lento en su movimiento, la columna debe abrirse paso cruzando un territorio salvaje, en donde grandes y frondosos árboles deben ser talados y retirados del camino, e incluso se construyeron una serie de puentes temporales para atravesar las corrientes acuáticas que les obstaculizaban el paso.

En medio de una tormenta, acompañada de fuertes vientos, la entumecida y casi dispersa columna romana es atacada en varios puntos. La infantería, desordenada, mezclada con civiles e impedimenta, y sobre un terreno adverso, no puede presentar una defensa organizada ante el enemigo.

El ataque del enemigo fue tan devastador para los romanos, que decidieron deshacerse de todos los carromatos posibles y todo el material innecesario, aligerando así, para el día siguiente, el paso de la columna. Gracias a las medidas tomadas, la columna romana progresa con mayor facilidad y en mejores condiciones que el día anterior, pues puede mantener mejor la formación, aunque los germanos continuaron atacando y causando gran número de muertes a Roma. Se hizo de noche en un gran claro del bosque. Al amanecer los romanos salen de ahí y vuelven a penetrar en el bosque. La batalla se vuelve más feroz y las legiones romanas tienen que hacerse paso a costa de numerosas bajas.


Hacia el último día, la lluvia y el viento vuelven a hacer acto de presencia en el campo de batalla. Los romanos, empapados y sin poder hacer uso de sus armas, como los escudos, arcos, arcos y jabalinas, que han quedado inservibles por la lluvia, ven cómo pueden apenas avanzar o fortificarse en el terreno. Fue en este momento de gran matanza que Varo, a quien habían herido, decide quitarse la vida. Se dice que su cabeza fue llevada a Marbod, rey de los marcomanos, sin embargo, este la devolvió por temor a las represalias. La gran mayoría de los líderes romanos fueron conducidos hacia los árboles sagrados, donde fueron torturados y posteriormente ejecutados.

Suetonio narró dela siguiente manera lo que provocó la pérdida de tres legiones y sus tropas auxiliares al emperador Augusto:

"Experimentó tal desesperación, que se dejó crecer la barba y los cabellos durante muchos meses, golpeándose a veces la cabeza contra las paredes, y exclamando Quintilio Varo, devuélveme mis legiones"




FUENTE: REVISTA DESPERTA FERRO (Antigua y Medieval): TEUTOBURGO

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