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domingo, 22 de octubre de 2017

LA MUJER EN GRECIA





La principal misión de la mujer en la Grecia clásica era procrear y perpetuar la comunidad a través de los hijos, y su papel más destacado era la buena administración de la casa familiar, el oikos, la unidad socioeconómica básica de la ciudad antigua. Para ello, se educaba a la mujer en las artes prácticas útiles a tales fines y en las ciencias morales que la hacían acreedora del respeto de sus conciudadanos. Hay quien afirma, como el profesor Hanson, que la polis clásica nació a partir de la fragmentación del suelo y del trabajo agrícola en unidades familiares, que obtenían un lote de tierra para el cultivo. La transmisión de ese lote a través del matrimonio era fundamental para la cohesión social. La figura femenina, más allá de la función reproductiva debía tutelar en el ámbito de lo privado el buen funcionamiento del oikos. 

Por otro lugar, la educación de las niñas tenía lugar en el seno de la familia, ya que no existían en Atenas escuelas para muchachas. Una buena futura madre debía tener nociones de literatura, matemáticas, religión y moral tradicional (Homero era la escuela de todos los griegos). La alta cultura, sin embargo, les estaba normalmente vedada y las mujeres también eran excluidas de las cenas de los hombres, los simposios, en los que se cultivaba la conversación amical, la filosofía y la recitación de versos. 

Estas cortesanas eran mujeres independientes, que gestionaban sus propios bienes, pagaban impuestos y, a veces, ejercían una gran influencia pública. 


Respecto al ámbito público, la falta de información en las fuentes antiguas sobre el papel de mujer en la sociedad griega ha llevado a veces a menospreciar su importancia en el funcionamiento de la sociedad. Pese a que la polis no contaba con las mujeres para el desarrollo de magistraturas políticas o para las asambleas públicas, aquellas tenían un papel crucial en la vida religiosa de la ciudad. Como es bien sabido, religión, sociedad y política estaban indisolublemente unidas en la Atenas Clásica; la presencia de la mujer en puestos sacerdotales, o en los cultos y rituales de ciertas festividades (Panateneas, Antesterias, Gamelias, etc.), puede ser un indicio de su relevancia pública en este ámbito. 

LA MUJER EN ESPARTA

La situación de la mujer en Grecia no era en absoluto uniforme y ya en la Antigüedad se contraponían las libertades de las mujeres espartanas ala situación subordinada de las atenienses. La oligarquía espartana  permitía una mayor autonomía a la mujer, lo cual se reflejaba en las leyes de la ciudad y en la posibilidad de heredar, disfrutar de propiedades y ocuparse de actividades comerciales. Las mujeres espartanas recibían una educación parecida a la de los hombres en lo que a formación literaria, musical y deportiva se refiere. Eran educadas en congregaciones femeninas por tutoras de mayor edad. Su atuendo, el peplo dorio, también se asemejaba al de los hombres. Las jóvenes recibían un completo entrenamiento físico que las capacitaba para su importante función social: engendrar hijos fuertes para el ejército espartano. 

Las espartanas estaban obligadas y destinadas por la ley, como los espartanos, al matrimonio y a la perpetuación de la raza. Para liberar a las mujeres de la servidumbre del trabajo en el hogar, de modo que se pudieran dedicar a la educación de sus hijos, contaban con esclavas a su disposición. En paralelo con otras ciudadanas griegas, la principal finalidad de la mujer era la procreación de hijos y su educación hasta que a los siete años los niños pasaban a ser formados por el Estado. Las mujeres espartanas tampoco podían obrar en asuntos públicos, pero tenían una influencia importante en su sociedad y un cierto ascendente sobre los hombres, tal y como se desprende de las fuentes antiguas. Las leyes de Licurgo habían prescrito la ejercitación de las mujeres en carrera, lucha, lanzamiento de disco y combate con arco. Cuenta Plutarco que cuando una extranjera le preguntó a Gorgo, la esposa de Leónidas, por qué sólo las espartanas entre todas las griegas dominaban a los hombres, ésta respondió: "Porque sólo nosotras parimos hombres de verdad". 

Aristóteles criticó a la mujer espartana por sus excesivas libertades y por su capacidad de acumular posesiones y tierras. Y Plutarco suscribía la opinión de que los espartanos vivían como una suerte de esclavos de sus esposas. El tema de la excesiva libertad de las mujeres espartanas aparecen también en las Leyes de Platón. En cambio, Jenofonte subraya que en Esparta eran las esclavas las que se ocupaban de la casa para que las mujeres pudieran dedicarse a la actividad física que las preparaba para procrear hijos sanos.

Safo de Lesbos, una excepción. Gran poetiza que logró gran relevancia en el ámbito intelectual griego. 


HERENCIA Y PROPIEDADES

Otra gran diferencia entre Atenas y Esparta reside en el derecho testamentario. Las heredadas eran las hijas que heredaban todo el patrimonio de todo el padre si no había hijos varones. En Atenas estas mujeres tenían que casar por obligación con el pariente más cercano por línea paterna y engendrar un hijo, que se convertía en el heredero auténtico de los bienes del abuelo. Si la epíclera ya estaba casada pero no tenía hijos, su matrimonio quedaba invalidado y debía casarse con el pariente más cercano por línea paterna. Así se evidenciaba que la mujer no era propietaria de los bienes sino simplemente transmisora de la herencia, el medio al cual gracias al cual la propiedad se mantenía en el interior del genos, dela familia. Cuando se producía la muerte del propietario del kleros y sólo quedaba una hija, el pariente más próximo del padre podía dirigirse a las autoridades para reclamar la custodia de la propiedad y el derecho a casarse con la heredera.

La situación en Esparta era muy distinta. Si la mujer no deseaba casarse con el pariente más cercano por línea paterna o si este era impúber, podía quedarse con su patrimonio y casarse con otro miembro dentro de la tribu. De este modo, en Esparta la sueña se convertía en dueña verdadera de los bienes. A menudo se casaba con un terrateniente, creando así patrimonios fundiarios extensos. En cuanto a las dotes, algunos estudiosos piensan que en Esparta no existían. Probablemente la hija tenía derecho a una parte de la propiedad fundiaria del padre.

En general, las atenienses vivían en el gineceo (es decir, donde tejían, cocinaban y cuidaban y educaban a los hijos). 

FUENTE: HISTORIA NATIONAL GEOGRAPHIC. No. 7: LA GRECIA CLÁSICA. 



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