Miguel Gregorio de la Luz Atenógenes Miramón y Tarelo, nació en la Ciudad de México el 29 de septiembre de 1832 hijo del coronel Bernardo de Miramón y de su esposa Carmen Tarelo. En su libro "Miramón, caballero del infortunio" Luis Islas García lo describe como un niño débil, soñador, voluntarioso e inteligente, que una vez, aprovechando un descuido de quienes cuidaban la puerta del Colegio de San Gregorio donde estudiaba, escapó en compañía de cuatro alumnos, llegaron a San Agustín de las Cuevas, pidiendo alimento y trabajo al dueño de una casa quien resultó ser el Juez de Tlalpan quien los regresó a su casa. Su padre, furioso, lo envió al Colegio Militar con la esperanza de disciplinarlo, cuatro meses después de su ingreso Estados Unidos declara la guerra a México y para el 12 y 13 de septiembre del año siguiente se libró la batalla de Chapultepec. En las tropas mexicanas se encontraba Miguel Miramón en compañía de otros 50 cadetes, fue capturado como prisionero de guerra y posteriormente liberado el 29 de febrero de 1848, tras la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, fue durante su captura cuando se decidió definitivamente por la carrera militar.
En 1851 fue nombrado teniente de artillería, dos años después capitán segundo y a finales de ese año comandante del batallón activo de Baja California. En 1855 participó en las batallas de Mescala, Xochipala y del Cañón del Zopilote,bajo las órdenes del general Landa en oposición a los rebeldes del Plan de Ayutla (con el propósito de derrocar el gobierno de Santa Anna, fue ascendido nuevamente durante la Batalla de Tepemajalco. Finalmente los rebeldes triunfaron y Santa Anna huyó del país, quedando como presidente Juan Álvarez y más tarde Ignacio Comonfort. Esto afectó a Miramón quién no estaba de acuerdo con las ideas liberales y fue nombrado teniente coronel permanente en el undécimo batallón de línea, por el nuevo gobierno. La medidas liberales del gobierno de Ayutla causaron molestias, en diciembre de 1855 un grupo de conservadores proclamaron el Plan de Zacapoaxtla en la que se declaraba que "la revolución iniciada contra el gobierno de Santa Anna fue altamente nacional, siendo las principales causas de ella la falta de garantías para los civiles, el exclusivismo, entre otras cosas, que el actual gobierno presentaba los mismos vicios y que el actual presidente no había sido elegido por la voluntad nacional falseándose, por lo tanto la causa de la revolución". Miramón fue enviado a combatir a los rebeldes junto con el coronel Benavides, pero él se unió al plan al igual que otros militares como Luis G. Osollo, Severo del Castillo y su hermano Joaquín. Los rebeldes ocuparon Puebla con un ejército de 3.000 hombres y se enfrentaron a Comonfort en las batallas de Texmelucan y Ocotlán, tras su derrota volvieron a Puebla dónde resistieron varios días pero finalmente se rindieron tras la quema de buena parte de la ciudad. El gobierno les ofreció a los rebeldes permanecer en el ejército siendo degradados a soldados (de los que comúnmente se conocen como rasos) o salir del país. Miramón optó por lo segundo pero permaneció escondido en secreto. Regresó a Puebla y con un grupo de 50 oficiales, tomó la ciudad, a lo que se unieron la mayoría de las tropas dela ciudad y algunos civiles. Al mando estaban Joaquín Origuela y Miguel Miramón, pero por su debilidad fueron sitiados nuevamente por el gobierno, resistieron dos meses a esta acción se le conoce como "Sitio de Orihuela". Miramón ganó fama por su gran valentía y capacidad de mando, al caer la ciudad logró escapar y ponerse al frente de un grupo de conservadores donde también combatían Mejía y Osollorr, pero Orihuela no corrió con la misma suerte y fue fusilado. El nuevo grupo logró tomar la ciudad de Toluca y más tarde Cuernavaca.
Para 1858 el general Zuloaga proclamó el Plan de Tacubaya al que se unió Miramón, posteriormente siendo nombrado presidente interino por el Partido Conservador en febrero de 1859, tras sitiar a Juárez en Veracruz y posteriormente ser derrotado por la marina estadounidense en territorio nacional. Miramón gobierna México en dos períodos, ambos como presidente interino; su primer mandato fue del 2 de febrero de 1859 al 13 de agosto de 1860, sucediendo a Manuel Robles Pezuela. El segundo mandato fue del 16 de agosto al 24 de diciembre de ese mismo año. Dos días antes, casi sin recursos, hizo un último intento por salvar a su causa, pero fue batido por Jesús González Ortega en la batalla de San Miguel Calpulalpan, dando fin a la Guerra de Tres Años o Guerra de Reforma (1858 - 1861). Miramón renunció a la presidencia y abandonó el país, rumbo a Cuba.
El gobierno republicano se fortalece con el apoyo estadounidense, pero los problemas económicos, y los que se tenía con la iglesia hizo que los conservadores (sin conocimiento de Miramón), buscaran ayuda en las Cortes españolas y francesas para imponer una monarquía en México. Napoleón III convenció a Maximiliano de Habsburgo para que se convirtiese en Emperador de México, en 1862 se ocupa la capítal y los conservadores volvieron temporalmente al poder ya que el emperador resultó ser un liberal moderado
Aunque se oponía a la Intervención Miramón regresa a México para ofrecer sus servicios al Imperio, presentándose en la capital el 28 de julio de 1863. Maximiliano, receloso de su prestigio, lo envía a Europa a estudiar táctica militar en Alemania. Vuelve en 1866 sólo para ver cómo el Imperio va retrocediendo ante las fuerzas republicanas, que cuentan con la decisiva ayuda económica y material del gobierno de los Estados Unidos. El retiro del apoyo de Napoleón contribuye a que los republicanos recuperen rápidamente el territorio. Maximiliano, finalmente se apoyó en los militares conservadores que había relegado, principalmente en Miramón, para levantar un ejército mexicano que sostuviera su imperio. La incansable actividad de Miramón rindió frutos, pues en poco tiempo organizó un respetable ejército de alrededor de 9000 hombres, del que se puso al mando el propio emperador.
En febrero de 1867, a pesar de las fundadas objeciones de Miramón, Márquez persuadió a Maximiliano para que estableciese como base de operaciones la ciudad de Querétaro, plaza, pues esa plaza presentaba mayores dificultades de defensa ya que era susceptible de ser sitiada por completo, sin posibilidad de auxilio exterior. Márquez regresó ala Ciudad de México para reclutar y enviar refuerzos, mientras la plaza fue defendida por Miramón y Mejía, tras ser sitiada por el ejército juarista se fue debilitando.
Tuvieron exitos parciales como la acción del Cerro del Cimatario que dirigió Miramón el 27 de abril de 1867, logrando abrir momentáneamente el cerco, hecho que inexplicablemente no fue aprovechado, como este lo aconsejaba. Miramón planeó romper el sitio, pero antes de llevarlo a cabo, el fin se precipitó con la traición del coronel Miguel López, quien, en la madrugada del 15 de mayo, entregó la vital posición de La Cruz a los sitiadores, quedando la ciudad a merced de los liberales.
Maximiliano fue apresado junto con el general Mejía y pronto fue detenido también Miramón, quien al enterarse de la traición, se dirigió al centro de la plaza y encontró una fuerza enemiga. Se registró un tiroteo, en el que cual Miramón resultó herido en la cara y en un dedo de la mano izquierda; logró refugiarse en casa de un doctor de apellido Licea, quien lo tortura durante dos horas pretendiendo extraer una bala que había salido y ya indefenso, fue delatado y capturado. Los tres personajes fueron sometidos a juicio y condenados a muerte según el decreto del 25 de enero de 1862, proclamado por el gobierno republicano. Tanto los dos generales como el emperador aceptaron su suerte con valentía.
A las siete y cinco de la mañana del 19 de junio de 1867, en el Cerro de las Campanas en Querétaro, Maximiliano, Miramón y Mejía fueron fusilados por un pelotón de soldados republicanos del ejército del general Mariano Escobedo. Sus restos fueron originalmente depositados en el Panteón de San Fernando, donde aún puede verse su cenotafio pero tras el entierro de Benito Juárez en el mismo panteón fue que por solicitud de su esposa Concepción Lombardo, sus restos fueron trasladados a una de las capillas de la Catedral de Puebla.
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