Buscar este blog

miércoles, 23 de agosto de 2017

Las Escuelas Budistas (Primera Parte)


PRIMERA ETAPA: Budismo primitivo y precanónico

Sthaviras y Mahâsanghikas

Abarca los primeros 100 años después de la muerte de Buda. En él la preocupación natural habría sido la conservación y la fijación de las enseñanzas personales de Buda. No conocemos la doctrina budista de este periodo con precisión. Según los estudios más modernos, este budismo primitivo sería esencialmente diverso del que posteriormente cristalizó en el canon. Éste habría introducido cambios fundamentales en la doctrina budista. 

Pero todos tratan de reconstruir la concepción, básica al menos, del budismo primitivo a través de las mismas doctrinas del canon, única fuente disponible. Todas las referencias parecen confirmar una hipótesis, por otra parte muy natural de que hubo diversas interpretaciones de la doctrina del Maestro, y que dio lugar a diversas tendencias o sectas.

La más importante es la reflejada en el Segundo Concilio entre los Sthaviras (los Ancianos) y los Mahâsanghikas (los de la Gran Asamblea). Los Sthaviras aparecian como tradicionalistas, estrictos observantes de la doctrina y disciplina, cuidadoso en la ortodoxia literal. Los Mahâsanghikas eran más amplios, miraban más al espíritu que a la letra y se permitían prácticas menos austeras, que eran condenadas como heterodoxas por los Sthaviras. La diferencia entre ambos se hace remontar hasta los dos discipulos más prominentes de Buda: Ânanda y Sàriputra.

Ânanda y la tendencia de la Ley (Dharma)
Ânanda, el discípulo que acompañó a Buda por espacio de 20 años, fue el preferido del Maestro y le seguía en todas sus actividades y excursiones. Las exhortaciones del Maestro se dirigen con mucha frecuencia a Ânanda. Viene a ser así el nombre más familiar en los antiguos libros sagrados. Él parece haber presentado una tendencia literal en la interpretación de la doctrina de Buda. Habría prescindido del trasfondo metafísico, e insistido especialmente en la leyes morales que llevan al Nirvâna. En tal sentido, el discipulo amado de Buda habría mantenido como doctrina esencial del Maestro la práctica de la ley (Dharma). Con Ânanda muchos monjes creían que el verdadero budista debía concentrarse en la práctica de la ley, sin glosa teórica. Ânanda se distinguía por su simplicidad. Lo que salvaba era no la sabiduría, sino la práctica de las normas enseñadas por el Maestro.

Sâriputra y la corriente de la sabiduría (Abhidharma)
Pero ya en vida de Buda, y sobre todo después de su muerte, se habría formado la corriente que aspiraba a una más profunda comprensión del pensamiento del Maestro. La tendencia natural de la inteligencia a penetrar el íntimo sentido de las palabras, trabajaba también a los discípulos. El representante de esta escuela fue asimismo uno de los discípulos más querido de Buda y que alcanzó prestigio por su penetración en la doctrina del Iluminado. Se dice que Sâriputra alcanzó el Nirvâna a los 15 años de haber abrazado la ley del Maestro. Ânanda, sin embargo, llegó al Nirvâna después de la muerte de Buda. Sâriputra estaba dotado de una inteligencia clara y ordenada, y, a diferencia del Maestro era una especie de expositor sistemático de la doctrina a la que hacía más comprensible a los demás. Esto le ganó desde el principio una autoridad particular e hizo que ejerciera una notable influencia en las tendencias que iban prevaleciendo; el hecho de que él diese un mayor o menor relieve a algún aspecto de la enseñanza de Buda, hacía que esta fuera también cristalizando en un primero o segundo plano para los discípulos. Aunque murió seis meses antes que Buda, sin embargo, después de la muerte de este, la forma en que él había ido explicando las doctrinas del Maestro prevaleció de manera evidente. Tanto en lo que se refiere a la teoría como por su concepción de la vida monástica, fue para muchos de los primitivos budistas una especie de segundo fundador. Para ellos, después de Buda era Sâriputra, quién había llegado a alcanzar mejor que nadie, con una excelencia, imponderable sabiduría. Esta interpretación más intelectual y profunda de la doctrina de Buda ha sido denominada la "antigua escuela de la sabiduría", por contraposición al Mahâyâna posterior, denominada "la nueva sabiduría".

SEGUNDA ETAPA: Budismo Canónico
Con la formación del canon se van delineando más las tendencias y se forman las escuelas propiamente dichas. Primero muy mezcladas entre sí, pero luego cada vez más definidas. Son relativamente numerosas. Es imposible señalar con precisión su filiación. Las fuentes ofrecen denominaciones y árboles genealógicos muy diversos.

Hînayâna y Mahâyâna
La primera división unánimemente admitida por los budistas, dentro de esta división se pueden incluir todas las demás. Estas denominaciones no son del periodo canónico y las doctrinas de cada una de estas escuelas se fueron precisando posteriormente. Junto con esta clasificación en dos grandes grupos, hay una tercera que escapa de las características de ambas, es posterior y mucho menos representativa que ellas. Se trata de la escuela Tantra, la cuál comenzó a alcanzar reconocimiento un siglo después de la muerte de Buda.

  1. Hînayâna.- Término sánscrito que significa pequeño vehículo es el nombre genérico dado al grupo de escuelas que se arraigó de una manera especial en el sur de la India. Las características propias de este grupo se definen, en primer lugar, por cierta indiferencia o rechazo positivo respecto de la especulación metafísica. No le interesa la teoría, sino la práctica. Profesan seguir literalmente el pensamiento y la enseñanza de Buda inspirándose principalmente en el Canon Pàli. Dentro de la misma práctica o disciplina, el sistema ascético propio del Hînayâna es el de la autorrepresión. Otra de sus características más propias es que el monje ha de procurar ante todo su propia salvación individual. Se excluye el anhelo de cooperar a la salvación de los demás, o, por lo menos, no se carga el acento sobre él. La salvación individual no parece conectada con la ayuda a los demás seres para que ellos obtengan la iluminación, el Nirvâna. Cada uno va por sí sólo hacia dios: la salvación es necesariamente autosalvación. Desde el punto de vista filosófico, una de las doctrinas más características del Hînayâna es el realismo del conocimiento. En general se tiende a atribuir realidad a las cosas que son conocidas, y aunque se admite, de acuerdo con la fe budista, que nada es permanente, que no hay un sujeto o sustancia propiamente tal de las cosas; sin embargo, se da por supuesta la realidad del mundo exterior, formado por elementos infinitos, siempre cambiantes, que constituyen la esencia última de las cosas.
  2. Mahâyâna.- significa gran vehículo, aparece como escuela posteriormente, hacia el siglo II a.C. El Mahâyâna es una reacción contra las características tradicionales del Hînayâna. Desarrolla una mayor tendencia a la especulación filosófica. Es decir, a encontrar una interpretación más profunda de la ley (Dharma), una sabiduría superior y trascendente. El Mahâyâna ha dado lugar a las escuelas metafísicas más importantes del budismo, tanto en la antigüedad como en nuestros días. Otra característica propia de las escuelas, por contraposición con el Hînayâna, es la relación de la salvación propia con la salvación de los demás. Se acentuó el aspecto social, la preocupación de los demás, y surge una nueva figura dentro del budismo que viene a ser personificada en el Bodhisattva. Éste es el santo, que ha llegado ya a la perfección requerida para alcanzar la liberación, el Nirvâna, la felicidad externa exenta de la reencarnación; sin embargo, difiere la entrada en el Nirvâna para ayudar a la salvación de todos los demás hombres y aún de todas las criaturas. Buda mismo habría sido, en muchas existencias anteriores a su propio Nirvâna, un Bodhisattva. Según el Mahâyâna la salvación no está, exclusiva ni principalmente, ligada a la represión ascética en cuanto tal, sino que se atine más al espíritu de la vida media, proclamada por Buda. En este sentido enseña que la salvación se consigue por la vida normal dentro del estado de cada uno, y, en consecuencia, también los laicos pueden conseguir la salvación. Todas las acciones honestas de la vida humana pueden ser camino para aquella. El Mahâyâna proclama, por así decirlo, el principio de que la naturaleza en todas las manifestaciones lleva hacia la salvación


0 comentarios:

Publicar un comentario