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martes, 22 de agosto de 2017

ZEUS, EL PADRE DE LOS DIOSES


Zeus es el más grande de los dioses del panteón helénico. Es el dios de la luz, del cielo sereno, del rayo, del orden universal y el encargado de salvaguardar la justicia, pero no se le identifica con el cielo, como Apolo no se identifica con el Sol, o Poseidón con el mar; ese puesto es de su abuelo, Urano. 

Como todos los dioses olímpicos, Zeus pertenece a la segunda generación de los dioses. Su padre, Cronos, fue advertido por un oráculo sobre su destronamiento a manos de uno sus hijos, es por ello que devoró a cada uno de ellos, excepto a Zeus quien fue resguardado por su madre, y enviado a Creta para que allí creciera y fuera educado por las ninfas. Al llegar a la edad viril decidió confrontar a su padre, y liberar a sus hermanos, para esto pidió consejo a Metis, quien le facilitó una pócima que hizo vomitar a Cronos. La lucha por el poder duró diez años, y los olímpicos resultaron vencedores, en aquella lejana época, Zeus recibió de mano de los cíclopes, el rayo que tanto le caracteriza, y también desde ese tiempo quedó decidido el reparto del gobierno del mundo. 

Gracias a las obras de los antiguos poetas, podemos saber que Zeus corrientemente habita en el Monte Olimpo, y que ocasionalmente baja a la tierra para caminar entre los mortales; uno de sus lugares predilectos es Etiopía, pueblo piadoso entre todos los pueblos. A pesar de ser el Dios de mayor jerarquía de todos los existentes de Grecia, no escapa de los Hados, a los cuales está sometidos como todo ser. Es un ser providencial, y está consciente de su responsabilidad, es el único que no se deja llevar por sus caprichos, excepto si se trata de caprichos amorosos. También es el dispensador de los males y de los bienes. 

Su aparición en diversos episodios mitológicos son tan grandes en número, que cada uno de ellos merece ser tratado por separado. 


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