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domingo, 27 de agosto de 2017

I GUERRA MUNDIAL: LOS ALEMANES INVADEN BÉLGICA



Las fuerzas alemanas invadieron Bélgica el 4 de agosto de 1914. Enseguida se toparon con la ciudad industrial de Lieja, rodeada de fortalezas. Esperando sólo una resistencia simbólica, los alemanes enviaron una fuerza de 39 mil hombres, bajo el mando del general Otto von Emmich, para tomar la ciudad en 48 horas. 


El rey Alberto I de Bélgica encomendó la defensa de Lieja al general Gérard Leman, con instrucción de plantar cara hasta el final. Los belgas volaron los puentes del río Mosa para frenar el avance alemán. Cuando la infantería y la caballería de Emmich llegaron a Lieja, sus ataques frontales a las posiciones defensivas belgas fueron repelidos por la artillería y el fuego de ametralladoras, causando graves pérdidas. 

La gran ofensiva alemana quedó inmovilizada hasta que, el 7 de agosto, el oficial del Estado Mayor Erich Ludendorff y sus fuerzas penetraron en la ciudad y consiguieron la rendición de su ciudadela. Casi todas las demás fuerzas siguieron resistiendo, pues su hormigón y su blindaje resultaban invulnerables para la artillería alemana. Pero, el 12 de agosto, los obuses Krupp 420 mm y Skoda 305 mm -terribles armas de asedio- alcanzaron Lieja. Al cabo de tres días, los alemanes habían conquistado las fortalezas a cañonazos y tenían el camino libre para cruzar Bélgica en masa. 

Las tropas alemanas tenían órdenes de responder a la muestra de resistencia civil con ejecuciones sumarias y represalias colectivas. Desde el primer día de la invasión, los soldados dispararon a civiles belgas e incendiaron casas como castigo por presuntos actos de rebeldía. 

Muchos oficiales alemanes parecían pensar que la resistencia belga era una traición y un ultraje. Los rumores de ataques a los soldados por civiles belgas y la mutilación de cadáveres eran abundantes entre las filas alemanas y la prensa germana los difundía. En la confusión de los combates que se luchaban en pueblos y ciudades, las tropas se convencían de que les habían disparado los civiles, cuando en realidad eran víctimas de su propio fuego o del de las tropas belgas que disparaban desde las casas. 

No hay prueba de que los civiles se resistiesen a los alemanes, pero la falta de esta no les hizo ningún bien. En muchos lugares se fusiló a personajes destacados: habitualmente al cura o al alcalde. A veces se producían matanzas. En la ciudad de Dinant, el 23 de agosto, 674 civiles, entre ellos mujeres y niños, fueron ejecutados por varios pelotones de fusilamiento. En Tamines, murieron 384. 

Los rumores exageraban las noticias de ataques alemanes a civiles y de incendios de poblaciones, como la falsa afirmación de que los soldados germanos cortaban la mano derecha de los niños varones. Un aluvión de refugiados belgas huyó enseguida del avance de las tropas alemanas. 

Decidido a continuar, pero incapaz de presentar batalla a los alemanes, el rey Alberto hizo retroceder al grueso de su ejército hasta Amberes, que contaba con un perímetro fortificado. Bruselas, abandonada, fue presa fácil para el 1º ejército alemán. Más al sur, el complejo fortificado de Namur, en el camino del 2º ejército alemán, resistió sólo tres días desde la llegada, el 21 de agosto, de los cañones germanos. 

En la tercera semana de agosto, las tropas francesas y británicas empezaron a combatir con los alemanes en suelo belga. A medida que comenzaba la siguiente fase de la guerra, se produjo un arrebato final de ensañamiento alemán con la nación belga. El 25 de agosto, las tropas tudescas que ocuparon Lovaina, a 30 km al este de Bruselas, se dispararon entre sí por un confuso incidente nocturno. Convencidos de que habían sido atacados por civiles y no por sus propios camaradas, los soldados alemanes saquearon y quemaron los edificios de la ciudad (incluida una famosa biblioteca medieval) ejecutando a más de 200 personas y deshabitando la villa. 

La destrucción de Lovaina resultó un desastre propagandístico para Alemania, confirmando la imagen de los brutales "hunos" que mantendrían a sus enemigos en armas, durante cuatro años.

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