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domingo, 30 de julio de 2017

MAYAS: ESPLENDOR Y OCASO


Los orígenes de la cultura maya todavía no están claros, pero una de las teorías más aceptadas pone el acento en la llegada de población mexica y olmeca a la región del Petén, en Guatemala, hacia el año 3000 antes de nuestra era; allí se mezclaron con la gente que habitaban el lugar, dando lugar a una cultura cuyo desarrollo alcanzó la cumbre hacia el siglo III, cuando aparecieron las primeras manifestaciones de la escritura jeroglífica y se consolidó la arquitectura definitoria de los mayas. 

En este periodo, que los historiadores denominan preclásico, existe constancia de las construccione de varias ciudades ceremoniales en la cuenca de los ríos guatemaltecos Azul y de la Pasión, en la región del Petén, como el Mirador, Naachtún y Nakbé. De modo gradual, la influencia olmeca fue desapareciendo, hasta que, en el siglo I de nuestra era, en las zonas de los valles y vertientes montañosas orientadas al Pacífico de regiones como Tabasco y Chiapas, en México, Guatemala, Belice y algunas áreas de El Salvador y Honduras aparecen los primeros restos arqueológicos dotados de rasgos propios que se podrían denominar proto-mayas. Estas singularidades irán difuminándose paulatinamente a partir del año 300, en parte debido a la llegada de pueblos procedentes del gran centro mesoamericano de Teotihuacán, situado en el Valle de México, que fundaron colonias comerciales y terminaron dominando a la cultura maya originaria. 

Este predominio de las poblaciones llegadas de la planicie central mexicana tuvo como consecuencia que numerosos pobladores de las sierras y valles meridionales emigraran hacia las tierras del interior de la península de Yucatán, cubiertas por la densa selva nebulosa, y desarrollaran en aquel territorio una potente y sugestiva cultura singular e independiente de sus vecinos del norte. 

EL PERÍODO CLÁSICO 

La época de mayor auge cultural y político maya se puede establecer entre los siglos V y X y situar sus realizaciones en las grandes llanuras y suaves cordilleras tropicales cubiertas de selva y en los bosques que dominan la península yucateca. La arqueología ha identificado más de 50 centros de considerable importancia durante el periodo clásico, que transcurre entre los años 320 y 987: destacan entre todas Uaxactún, Tikal, Piedras Negras y Quiriguá, en Guatemala; Nakum, en Belice, Yaxchilán, Palenque y Bonampak, en Chiapas, Copán, en Honduras; Dzibilchaltún, Cobá, Labná, Kabah, las primeras fases de Uxmal y Chichen Itzá, en la península yucateca. 

Los asentamientos mayas se establecieron generalmente junto a las riberas de los ríos y en áreas de denso bosque tropical. Nunca constituyeron un Estado unitario, sino que eran unidades políticas independientes, ciudades-estado similares a las de la Antigua Grecia. Poseían grandes santuarios ceremoniales, palacios en los que vivían los jefes religiosos y políticos y extensos barrios poblacionales. 

Las excavaciones arqueológicas han demostrado que alrededor de los grandes centros urbanos, donde se concentraban los templos religiosos y los monumentales edificios de los reyes y la administración, vivían, mucho más modestamente, miles de personas que desarrollaban sus actividades artesanales, religiosas, militares o comerciales, o campesinos que atendían los cultivos. 

Arquitectura, ciencia y arte 

Los mayas lograron altas cotas arquitectónicas con sus hermosos palacios y centros religiosos caracterizados por las pirámides escalonadas, la falsa bóveda y sus famosas "peinetas". La arquitectura era simbólica y muy didáctica; servía para expresar la cosmovisión de sus hacedores, al tiempo que era expresión de poder de la familia o monarca que mandara a erigir palacios y templos. Una extraordinaria creatividad e individualismo se aprecia en el arte escultórico, donde destacan los relieves en las estelas funerarias, las esculturas exentas y los bellísimos trabajos en jade. Y en pintura sobresalen los impresionantes murales de Bonampak, Chichen Itzá o Tulum. 

También desarrollaron un complejo procedimiento para la medición del tiempo, algo que les obsesionaba, con varios tipos de calendarios y un exacto sistema matemático vigesimal y de posiciones, lo que les permitía expresar cantidades muy elevadas. El año solar, o haab, se componía de 365 días repartidos en 18 meses de 20 días, con un periodo adicional de cinco días al final del año. Sabían que el año solía tener 365 días más seis horas, pero nunca tuvieron en cuenta los años bisiestos. El calendario del año solar se mezclaba con la "rueda del calendario" para crear un ciclo de 20 días con sus respectivos nombres, que se permutaba por los números 1 a 13 y volvía a empezar cada 52 años. Asimismo, eran capaces de calcular con gran precisión los eclipses y los movimientos planetarios. También poseían un concepto y símbolo del número cero, muchos años antes que los hindúes. 

Los mayas fueron los únicos en el panorama mesoamericano en crear un sistema completo de escritura (hasta ahora sin descifrar completamente), que representaba por medio de jeroglíficos, de los que dejaron numerosísimas muestras. Y del mismo modo, escribieron libros y códices ilustrados, como el Chilam Balam, que completa la historia que cuentan las piedras, los Anales de cakchiqueles, que informan sobre los rituales y el Popul Vuh, que expone la idea cíclica de la creación. 



Jerarquía de la sociedad maya:

EL AJAW-El soberano concentraba en sus manos todo el poder, pero gobernaba asistido por un consejo. 

NOBLES- Los altos dignatarios pertenecían a las grandes familias y ocupaban los puestos de influencia.

GUERREROS- Omnipresente en la sociedad maya, abocados a la guerra. 

COMERCIANTE- Junto con el campesino, era el actor fundamental de la vida económica de los mayas. 

LA MUJER- Las almas de alto rango podían incluso gobernar una ciudad, aunque no era lo usual.


EL OCASO 

El declive maya parece que comenzó hacia el año 790. En aquella época, las dinastías reales desaparecieron de buena parte de las ciudades, y sus cortes languidecieron y dejaron de funcionar como centros de poder. Se abandonó la construcción de edificios públicos, los sacerdotes dejaron de erigir estelas; cesó la producción de bienes santuarios, como la cerámica, los ornamentos personales; decayó la importación de productos exóticos, como el jade o las vistosas plumas de quetzal que adornaban los tocados de los reyes; los ajuares que acompañaban a los nobles en sus tumbas se empobrecieron y muchas ciudades fueron abandonadas. No hay constancia de que se produjeran ataques exteriores, incendios, epidemias y catástrofes, ni tampoco un colapso agrícola. 

Las ciudades-estado participaban de una misma civilización, pero, a su vez, se mostraban muy celosas de su identidad, por lo que es muy posible que acabaran agotándose económica y militarmente por mantener su prestigio y poder. 

Cuando hicieron su aparición los primeros conquistadores españoles en la península de Yucatán, en 1527, la deslumbrante civilización maya había quedado reducida a un rosario de ciudades decadentes e inconexas, dominadas por familias nobles, empobrecidas y sin el brillo de su esplendorosa cultura. 







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