Tras años de crecimiento económico que había traído consigo la revolución agrícola (iniciada en el siglo XI), Europa entró en una grave crisis [...]. La Europa que sobrevivió a estos tiempos aciagos fue, sin duda, muy diferente a la que le precedió, y en este periodo de cambio, las epidemias y las hambrunas fueron los elementos más importantes.
El crecimiento agrícola medieval se había sustentado en un aumento continuo de la población. Para aliviar el peso de una elevada densidad de población se optó por cultivar nuevas tierras, para ello se desbrozaron bosques, se desecaron pantanos, y se roturaron baldíos, sin pensar en las consecuencias de avanzar sobre tierras cada vez menos fértiles, como las montañas y las zonas paradesérticas. A mayor desarrollo urbano, mayor era la población que confiaba su alimentación a la producción agrícola que compraban en los mercados.
CAMBIO CLIMÁTICO
Hacia el siglo XIV las lluvias, las granizadas y las heladas se hicieron más constantes, este periodo ha sido denominado por los expertos como: "pequeña Edad de Hielo". A diferencia del clima que acompaño la revolución agrícola, el siglo XIV vio llegar veranos cada vez más cortos y templados, y los inviernos cada vez se recrudecían más. Como era de esperarse, las cosechas resintieron dicho cambio en el clima. Este siglo se caracterizó por una constante lucha en contra de la escasez
En la primavera del año 1315 llegaron las lluvias a Europa. Durante meses los campos permanecieron anegados, y las cosechas se perdieron en el estupor de un continente sobre-poblado. La sal escaseaba, el heno se pudría y no había manera de alimentar al ganado. Si en situaciones de bonanza las necesidades apenas se lograban cubrir, la crisis fue una especie de puñalada que sangraba el centro y norte de Europa.
Con las cosechas perdidas, la falta de alimentos se hizo dolorosa. Lo poco que se logró salvar apenas fueron unas migajas a comparación de lo que Europa necesitaba. El número de víctimas mortales fue sobre-cogedor, si hacemos caso a los documentos de la época, los muertos se contaban por miles en las ciudades más populosas. Este fue el ambiente sobre el cual atacó la peste.
La peste llegó a tierras europeas con la fama de haber hecho terribles estragos en Asia; poco se podían imaginar los genoveses huidos en 1347 del asedio mongol a Caffa la devastación que traían consigo en sus barcos.
En apenas cuatro años la peste se cobró millones de víctimas.Nadie parecía entender su origen, su forma de actuar o qué pasos eran necesarios para su erradicación. Se invocaban extrañas conjunciones astrológicas, y se hablaba de la influencia del "mal aire" provocado por el paso de algún cometa, o por la actividad volcánica. Se desconocía el papel de la rata negra y sus pulgas, que al pasar al ser humano, propagaban la enfermedad de manera explosiva.
Lo único que sabía la sociedad era la aparente ubicuidad de la enfermedad y sus efectos. La peste se manifestaba de forma explosiva y característica: aparición de bubones en las ingles o bajo las axilas, preludio de una muerte por septicemia. La enfermedad podía tomar varias formas, la más común era la peste bubónica, que afectaba el sistema linfático y provocaba la muerte en no más de cinco días, aunque también también provocaba una afección neumónica, que provocaba abundancia de esputos sanguinolentos y la muerte de menos de dos días. Por último, si la peste incidía sobre el torrente sanguíneo de manera directa, derivaba en un proceso septicémico que acababa al paciente en menos de un día. Los resultados fueron escalofriantes. La mitad de la población europea falleció.
EUROPA LUCHA CONTRA LA PESTE
Con la excepción de los palafreneros (mozo de caballos), cabreros y aceiteros, que de acuerdo a la tradición estaban fuera del alcance de la muerte negra porque olían a caballo, cabrío o aceite -tres olores que repelen a las pulgas- el resto de la población del medioevo estaba indefensa ante la peste. Durante siglos las epidemias se combatieron rezando, pero también llevando a la hoguera a los judíos, heréticos y leprosos, acusados de provocar las epidemias. Hasta el siglo XVI Europa no descubrió la técnica de aislamiento para combatir la enfermedad: la separación de los enfermos, la desinfección del correo y las monedas, la instalación de hospitales extramuros o la incineración de los muertos. Los únicos tratamientos aplicados, que resultaron vanos, fueron las sangrías y el extraña máscara de cabeza de pájaro ideada como filtro de aire.
Datos sobre la peste
Síntomas: La peste bubónica toma su nombre de los bubones resultantes de la inflamación de los ganglios linfáticos en cuello, axila e ingle. Acabada la incubación, los ganglios se hipertrofian hasta alcanzar las dimensiones de un huevo de gallina. Si el enfermo no recibe el tratamiento adecuado, la enfermedad evoluciona a la septicemia y el afectado muere a la semana siguiente. Los síntomas de la variedad pulmonar son las expectoraciones viscosas y sangrantes. En este caso, la muerte sobreviene a los dos o tres días de los primeros síntomas.
Médicos y tratamientos. Los médicos solían practicar sangrías y administrar laxantes a los enfermos. Con tales tratamientos sólo los debilitaban aún más, lo que aceleraba el proceso del mal y el deceso de los pacientes. Los cirujanos y barberos -que también estaban habilitados por su gremio para el ejercicio de la cirugía- habían los bubones con un escalpelo y lo cauterizaban con una gota de aceite hirviente. Los remedios preventivos consistían en quemar, para producir humo oloroso, tallos de coles y cáscaras de membrillos, sahumerios e incienso.
El anuncio de la muerte. En las tres variantes de la enfermedad, cuando llegaban las últimas horas de vida dl enfermo, la piel adquiría en todo el cuerpo un color violáceo: de ahí los nombres de la enfermedad: "peste negra" o "muerte negra". En ocasiones, en lugar de la aparición del color cárdeno en la piel se producía la ulceración de los bubones, acompañada de la remisión y cura espontánea de la enfermedad.
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