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sábado, 29 de julio de 2017

Castillo de Hluboka

Schwarzenberg Koenigreich, "El reino de Schwarzenberg" así sin ironía, pero no sin cierto tono de respetuosa consternación ante la riqueza de una familia que era una de las poderosas del Imperio Habsburgo, era llamado aquel archipiélago de feudos situados en la Bohemia meridional. 178.113 hectáreas de campos, pastos, bosques y con marismas con abundante caza, numerosos castillos y lugares de caza habitados por 230.000 laboriosos súbditos. No faltaba, como en los auténticos reinos, un pequeño ejército: una guardia privada de algunos centenares de granaderos con calzones azules y chaqueta blanca, colores del linaje, con un rutilante sombrero dorado sobre el que ondeaban plumas de gallo. Aquellos guerreros se habían reunido por primera vez en 1705 en el patio del Castillo de Hluboka, entonces minúscula capital del gran dominio, sustituido después por el más imponente Krumlov.

Los Schwarzenberg, nobleza alemana originaria de la Baja Francona, habían puesto sus pies en Bohemia en 1660, con Juan Adolfo I (1615-1683) que aquel año había adquirido el feudo de Tebon y en 1661 Hluboka, un castillo construido sobre una colina rodeada por el río Moldava en tiempos del rey Wenceslao I, hacia mediados del siglo XIII, y posteriormente varias veces actualizado según el gusto de la época.

Franz Adam, su hijo, había heredado también Krumlov en 1719, y con ello se podía decir que el reino  de Schwarzenberg estaba definitivamente constituido y había encontrado su primer soberano. Enérgico y brillante, gran administrados, perfecto cortesano, generoso mecenas, pero sobre todo apasionado cazados, a Franz Adam le gustaba permanecer en Hluboka, al que dedicó muchos cuidados, llamando para restaurarlo al arquitecto praguense Bayer y después al italiano Martinelli, que en 1728 había llevado a cabo la transformación del castillo para hacer un suntuoso edificio barroco. Pero no debpia ser el último renacimiento de este fénix de la edificación.

En la primera mitad del siglo XIX, la aristocracia austriaca fue presa de una auténtica anglomanía, ya que, mientras sus iguales se limitaban a rodear sus mansiones de parques con grandes parques de estilo inglés y añadir campos de tenis entre las caballerizas y los viveros de peces, Juan Adolfo II, nuevo soberano de la Casa de Schwarzenberg, además de hermanos de Félix, que fue primer ministro del Imperio de los Habsburgo, y de Friedrich, que fue cardenal y arzobispo primero en Salzburgo y segundo en Praga quería disponer de algunas mansiones que resultará más deslumbrante.

Con su mujer Eleonora, nacida en Liechtenstein , había realizado numerosos viajes a Inglaterra, culminando en 1838 con la participación en los festejos por la coronación de la reina Victoria. En aquella ocasión los dos esposos que tenían gustos similares, se habían detenido a admirar el castillo de Windsor cuyo estilo Tudor les había maravillado.

Una vez de vuelta en su casa quisieron dar a la Bohemia meridional un incongruente castillo de tipo inglés , cuya blanca aparición entre los árboles de un bosque checo, venía como a rememorar la presencia de un fantasma que se hubiera equivocado de país.

Este blanco castillo presenta una planta alargada y está flanqueado por varias elegantes torres de estilo tudor insertas en su cuerpo central. Casi 140 son las estancias -de las que un tercio están abiertas al público- que dispone de más de 40,000 piezas artísticas: 900 cuadros, entre ellos Los doce meses, 11 escenas de caza del Snyders, cinco paisajes de John George Hamilton, 50 tapices tejidos en el siglo XVI de las manufacturas de Bruserlas, además de muebles antiguos y modernos, plateria sajona, antigüedades orientales, colecciones de armas blancas y de fuego, cristales de Bohemia y cerámicas de Faenza.

Entre las estancias destaca la sala comedor con el techo a base de casetones renacentistas, procedentes del castillo de Cesky Krumlov (krumau), la sala de mármol, la sala de armas con las estatuas de Adolf Schwarzenberg (vencedor frente a los turcos en Raab en 1598) y de Karl von Schwarzenberg (protagonista de la batalla de Lipsia en 1813), la sala de lectura y el salon para representaciones teatrales. Auténtica joya, la biblioteca de excelentes extanterías tardo-barrocas traídas del castillo de la familia Scheinfeld en Baviera, está repleta de más de 12,000 volúmenes de preciosa encuadernación.

En un pasillo se halla también un trineo barroco y la carroza de 1638 perteneciente a la familia Eggenberg (ya señores de Cesky Krumlov).

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