Salah ad Din nació en el año 1138 en Irak, en una provincia entonces conocida como Tikrit, la cual hoy lleva el nombre de Salah an Din en su honor. El inicio de su califato fue en Egipto. Saladino, al igual que su padre y su tío, Shirkuh, estuvo al servicio de Nur al Din, señor de Siria. En el año 1164 el califato de Egipto pidió ayuda a Nur al Din, pues los cruzados francos y normandos comenzaban a ser un problema. Hacia el año 1169 Saladino había puesto fin al problema, destacándose desde su juventud como líder militar nato. Nur al Din nombró a Shirkuh gobernador de Egipto y a la muerte de este lo sucedió Saladino, quien reconocía la autoridad de Nur al Din solo de manera formal. Las diferencias entre Nur al Din y Saladino comenzaban a hacerse evidentes, pero Saladino, astutamente, nunca lo enfrentó de manera directa. Nur al Din falleció en 1174 quedando su hijo de 11 años como heredero, aquello despertó aún más el interés de las potencias vecinas por Siria, incluido Saladino que se hizo de numerosos enemigos que lo veían como amenaza y gobernante ilegítimo. Finalmente, Saladino logró hacerse con Siria y comenzó su campaña contra los cruzados. En 1179 perdió su primera batalla importante, la Batalla de Montgisard, en la que se enfrentaron los musulmanes de Saladino y los cruzados francos y normandos al mando de Balduino IV, quien sería conocido después como "El Leproso". En el año 1181 Saladino fue nombrado Sultán de Egipto y Siria. Mientras Saladino lanzaba nuevas expediciones contra los dominios cruzados, el caballero franco Reynald de Chatillon atacaba caravanas musulmanas que transitaban entre Siria y Egipto. Saladino puso sitio en el año 1183 al Kerak, fortaleza y dominio de Reynald. Por suerte para Reynald y los cruzados Raimundo, conde de Trípolo, pactó la paz con Saladino; una paz que duraría cuatro años.
Se podría decir que quien entregó a los musulmanes la ciudad santa de Jerusalén fue el mismo Reynald, quien volvió a atacar caravanas y civiles musulmanes en el año 1186 y esta vez no hubo forma alguno de pactar la paz con el sultán. De hecho, el rey consorte de Jerusalén, Guy de Lusignan ansiaba la guerra contra Saladino, pues quería recuperar los territorios perdidos, y de alguna manera, legitimar su gobierno. Los errores tácticos de los cruzados les costaron la aniquilación total en la Batalla de los Cuernos de Hattin en el año 1187. Saladino era conocido como un caballero de Oriente, pues mostraba piedad y compasión por sus enemigos, pero hizo una excepción. Juró matar a Reynald de Chatillon con su propia cimitarra y así fue, le cortó la cabeza con su espada. Saladino tomó, posterior a su aplastante victoria, las principales ciudades cruzadas: Acre, Tiro, Trípoli y Ascalón. En el año 1187 puso sitio a Jerusalén, la ciudad fue entregada por después por sus defensores pactando la seguridad de sus habitantes a cambio de la ciudad. Este hecho provocó la tercera Cruzada. Los cruzados, al mando de Ricardo Corazón de León, no lograron recuperar Jerusalén, pero sí se hicieron con la costa entre Tiro y Jaffa. Ricardo y Saladino enfermaron, pero se recuperaron ambos. Finalmente, el 2 de septiembre de 1192 firmaron la paz y Ricardo se vio obligado a abandonar su campaña por los conflictos internos en Inglaterra que amenazaban su corona. En el año 1193 Saladino falleció en Damasco. El caballero de Oriente, admirado por musulmanes y occidentales, dio inicio a la dinastía ayubí en Siria con su hijo Al Afdal.
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