Como en la Europa medieval, también en el reino cristiano de Etiopía, fundado según una poética leyenda por los descendientes de Salomón y la Reina de Saba, las potencias celestes también querían intervenir a menudo en las cuestiones terrenales. A comienzo del siglo XV, mientras el país se veía convulsionado por las invasiones musulmanas, un ángel se apareció en los sueños del gobernador Lebna Dengel, para animarlo a establecer su capital en un lugar cuyo nombre comenzase por la letra "G". Hasta entonces el Nagus Naghesti, el "rey de reyes", no tenía una residencia estable y la suya era una corte nómada, que se desplazaba segun las necesidades militares o alimentarias de una punta a otra del amplio imperio. La búsqueda de la sede querida por el cielo duró casi un siglo, porque el mensajero alado había sido en exceso inconcreto. En primero lugar fue elegida Guzara, junto a la orilla del lago Tana; después en torno a 1610, el rey Susenyòs se desplazó más al norte a Gorgora. Pero debería ser su hijo Fasillidàs quién decidió que la consabida "G" debía corresponder a Gondar, un insignificante poblado en la montañosa y fértil provincia de Dembeà. Aquí, en 1635, hizo levantar un gran complejo de palacios fortificados en torno a los cuales creó una ciudad. Para decorar su nuevo palacio, construido por lo que parece por oficiales yemenitas e hindúes, Fasillidàs recurrió a los monarcas de los imperios más poderosos de la epóca, enviando embajadores al sultán de Constantinopla y el Gran Mogol de Agra.
Sin embargo todo cuanto nos queda de sus edificios tiene aspecto indio-portugués; en el siglo anterior, de hecho, los portugueses, soldados y jesuitas, habían resultado muy influyentes en Etiopía, hasta el punto de llegar a convertir a Susenyòsal cataclismo. Pero sus súbditos se revelaron y lo obligaran a abdicar; Fasillidàs, expulsador por los jesuitas, restableció la iglesia copta y llenado la nueva capital de edificios eclesiásticos, monasterios e iglesias mantenidas por su devoción. El patriarca copto, Abuna, había recibido en donación un barrio entero de Gondar, que creció en extensión y riqueza bajo el reinado de los sucesores del fundador, Yohannes I (quién anadió al palacio imerial una biblioteca y una cancillería) y sobre todo de Iyasu I. Este reinó desde 1682 hasta 1706 y transformó la ciudad en el mayor centro comercial del Cuerno de África, frecuentado por viajeros procedentes de Europa, el Próximo Oriente, de la India y de Persia. Luis XIV envió como embajador al médico Poncet, que volvió a París explicando las maravillas de la suntuosidad de Gondar, tanto que nadie quería creerlo.
Iyasu hizo construir un nuevo palacio, junto al de Fasillidàs, la fantasía popular hizo de ambos el escenario de fiestas que terminaban siempre con la caída de los desventurados participantes en pérfidas trampas. Esta espléndida Ciudad de Gondar del siglo XVII fue decayendo lentamente a loa largo del siglo XVIII ya que su posición comercial ventajosa era inadecuada para permitir al Negus el control de los grandes feudos de las provincias más alejadas, en las que la autoridad entró en crisis. Finalmente, el rey Teodoro, después de haberla tomado, saqueado e incendiado, trasladó, en 1855, la capital a Debrà Tabor y castillos e iglesias fueron cayendo en ruinas.
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