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domingo, 18 de junio de 2017

ANTECEDENTES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL



En los años previos a la I Guerra Mundial, las potencias europeas adoptaron una política temeraria e iniciaron una carrera armamentista. Una serie de conflictos y crisis diplomáticas en los Balcanes acostumbraron a los europeos a la posibilidad de una guerra a gran escala. 


Alemania era indiscutiblemente una gran potencia económica y militar a finales del siglo XIX. Sin embargo, carecía de dos de los atributos entonces representativos del estatus de gran potencia: un gran imperio de ultramar y una armada oceánica. Bajo el gobierno del inestable káiser Guillermo II, Alemania se dispuso a mostrar sus músculos en el escenario internacional. El plan para construir una gran flota, propuesto por el almirante Alfred von Tirpitz, se adoptó en 1897. Para Gran Bretaña, aquello significó un acto de hostilidad. El programa naval germano constituía una amenaza directa al dominio de las aguas territoriales de la Real Marina, la piedra angular de la seguridad británica. Los británicos respondieron con su propio programa de construcción de barcos a gran escala, estableciendo un nuevo arquetipo para los acorazados el Dreadnought en 1906. A medida que la gran carrera naval cobraba velocidad, los británicos enterraron viejas rivalidades y tomaron una entente con Francia en 1904, y con la aliada de esta, Rusia, en 1907. 

Las crisis marroquíes 

Haciéndose enemiga de Gran Bretaña, Alemania también creó una confrontación con Francia. En 1905, el káiser Guillermo II realizó una provocadora visita a Marruecos, país nominalmente independiente que Francia estaba absorbiendo en su esfera de influencia. El káiser pidió a todas las potencias el acceso igualitario a Marruecos, petición rechazada por una subsiguiente conferencia internacional. Los alemanes insistieron nuevamente en 1911, enviando la cañonera SMS Panther al puerto marroquí de Agadir. Este movimiento provocó una crisis diplomática, creando el temor a una guerra europea generalizada. A finales de 1911, se negoció un acuerdo que implicaba una pequeña cesión a Alemania en el África Ecuatorial Francesa. Este rechinar de espadas, además de algunas afirmaciones antibritánicas pronunciadas por el káiser, llevó a Gran Bretaña a reforzar sus vínculos con Francia. Cuando la crisis de 1911 amainó, la perspectiva de una guerra generalizada, pareció desvanecerse. Sin embargo, en una reunión privada, celebrada en diciembre de 1912, el káiser y sus altos mandos militares abordaron la posibilidad de iniciar una guerra preventiva contra Francia y Rusia, argumentando que, con el incremento de las fuerzas rusas, era mejor para Alemania romper con el fuego lo antes posible. 

Nacionalismo eslavo

En el sudeste de Europa, la tensión iba en aumento. Los Balcanes eran una zona de rivalidad tradicional entre Austria-Hungría y Rusia. Los rusos habían adoptado el papel de protectores y líderes de los estados eslavos, incluidos Serbia y Bulgaria. Rusia también tenía la ambición a largo plazo a costa del decadente Imperio turco. Para Austria-Hugría los eslavos constituían un problema nacional, una parte recalcitrante de la mezcla étnica del imperio. Al imponerse a los esclavos balcánicos, especialmente a Serbia, que no pertenecía al Imperio de los Habsburgo. Austria-Hungría tenía la esperanza de reforzar sus autoridad sobre sus propias minorías eslavas. En 1908, la anexión austro-húngara de Bosnia-Herzegovina, región que todavía administraba, provocó una respuesta hostil por parte de Rusia, pero los aliados de esta, Francia y Gran Bretaña, se negaron a respaldar la intervención militar. La anexión humilló a los rusos e irritó a Serbia, que apoyó encubiertamente una campaña de ataques contra oficiales austro-húngaros por parte de los serbios bosnios. 

El Imperio Otomano

La debilidad de Turquía constituía otra fuente de inestabilidad, en 1908 los nacionalistas otomanos, conocidos como los "jóvenes turcos" se rebelaron contra el sultán, Abdul Hamid II, dando lugar a un periodo de agitación política. En 1912, la liga balcánica - una alianza formada por Serbia, Bulgaria, Grecia y Montenegro- atacó y derrotó a Turquía en la Primera Guerra Balcánica. Los vencedores se disputaron entonces los despojos. Bulgaria atacó a Serbia y a Grecia, iniciando así la Segunda Guerra Balcánica. Cuando Rumania se sumó también a las hostilidades, Bulgaria fue derrotada estrepitosamente. El principal vencedor de ambas guerras fue Serbia que casi doblo su territorio. Después de la guerra, Bulgaria se convirtió en un Estado insatisfecho, deseoso de vengarse de los serbios, en tanto que el fortalecimiento de una Serbia hostil suponía un desastre para los astro-húngaros, la ruptura entre Serbia y Bulgaria supuso un contratiempo para Rusia en los Balcanes. Alemania anhelaba extender su influencia al sur, y planeo construir un ferrocarril Berlín-Bagdad, lo que Gran Bretaña interpretó como una amenaza para sus intereses en Oriente Medio. Enver Pasha, un oficial del ejército que fue lider turco en 1913, era pro alemán, invitó a una comitiva militar germana, encabezada por Otto Liman von Sanders, a modernizar el ejercito turco. 

Ninguna de esta crisis, miedos y ambiciones hacían inevitable una guerra europea generalizada, pero este hecho era claramente imaginable e incluso tentador para algunas potencias, como una solución posible para ciertos problemas demasiados complejos. 

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