En algún lugar del anchuroso océano, donde ningún mortal osa adentrarse, se cree que habita el Leviatán. La tradición hebrea afirma que Dios creo a este ser para que él rigiese el mar. Creó macho y hembra, pero al observar el gran poder y destrucción que tenían juntos, decidió eliminar a uno de ellos para que no destruyeran la Tierra. Su carne, que es vasta, servirá para alimentar al pueblo de Israel el día del Juicio Final. El engendro al que Dios le perdonó la vida es harto feroz, que incluso otros monstruos mayores le temen e incluso le sirven de alimento. De sus fauces, plagadas de numerosos y afilados dientes, nacen bocanadas de fuego y todo él despide un hedor insoportable. Sus ojos se asemejan a luces infernales, y su cuerpo está recubierto y protegido por escamas infranqueables. Únicamente Dios, su creador, puede contenerlo.
La palabra Leviatán proviene de la voz hebrea liwyathan, que significa enroscado o retorcido. Es de los seres más afamados de la tradición judeo/cristiana y su nombre se menciona seis veces en las Sagradas Escrituras. Su descripción es insuficiente y ora se le representa como una serpiente acuática provista de varias cabezas, ora como una ballena descomunal. Incluso se le ha asociado con el cocodrilo y también con el dragón.
En el Medioevo se le consideró como un miembro importante de la llamada "legión infernal". Según las creencias cristianas, Leviatán regía sobre las bestias del mar y el infierno. Como diversión solía crear poderosas tormentas que asolaban a las embarcaciones. En su papel demoniaco también se le concibe como un ser andrógino que tiene el poder de la transformación.
Es cierto que en la Biblia se le menciona poco, pero la tradición judía tiene una gran cantidad de relatos donde se le menciona, aunque estos textos provienen del primer milenio de nuestra era. Lo anterior debido a que una parte de la primera literatura judía fue suprimida deliberadamente con el fin de darle un carácter divino a sus textos, otra parte simplemente se perdió.
No importa la época o la forma que se le de, lo único que es inmutable a través de las generaciones es su poder y su indomabilidad. Baste recordar que el pensador T. Hobbes lo usó como metáfora de una república.
Es cierto que en la Biblia se le menciona poco, pero la tradición judía tiene una gran cantidad de relatos donde se le menciona, aunque estos textos provienen del primer milenio de nuestra era. Lo anterior debido a que una parte de la primera literatura judía fue suprimida deliberadamente con el fin de darle un carácter divino a sus textos, otra parte simplemente se perdió.
No importa la época o la forma que se le de, lo único que es inmutable a través de las generaciones es su poder y su indomabilidad. Baste recordar que el pensador T. Hobbes lo usó como metáfora de una república.
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