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lunes, 20 de noviembre de 2017

Era de Kamakura (Tercera Parte)

Un San Francisco Budista
En la segunda mitad del siglo XIII hizo su aparición un monje mendicante vestido de harapos que viajaba consolando y alentando a los demás. Muchas personas lo siguieron rezando y bailando extasiadas. Pero entonces, ya transcurridos 700 años de la entrada del budismo, el cual se había unido al régimen y había sido de gran ayuda en la tarea de dirigir al pueblo y conducir la cultura. El pueblo le debía mucho a esta religión. Se construyeron numerosos templos muy prósperos y multitud de bonzos gozaban de sus privilegios. Sin embargo, los campesinos comunes vivían miserablemente, cargando los sufrimientos que conllevan los tributos, las guerras y los deberes públicos como si fueran animales de carga. El budismo había olvidado socorrer a la gente que vivía en la miseria.

Fue en este contexto dónde apareció Ippen, cuyos propósitos estaban muy cerca de los de San Francisco de Asís, si bien los cultos eran diferentes. Ippen no agobiaba a la gente con conceptos difíciles, sino que le enseñaba como animarse. Este tipo de monjes no era extraño (por ejemplo en el siglo X habí uno llamada Kôya), pero Ippen cubría una zona más vasta que sus antecesores y, por lo tanto, llegó a tener una mayor influencia. Cuando entró en Kamakura estaba en construcción un templo grande para un reverenciado monje chino por orden del gobierno militar, Tokimune, quién se mostró irónico ante su llegada.

Sin embargo el consuelo que Ippen enseñaba significaba huir del sufrimiento y anhelar el otro mundo, lo que puso de manifiesto las limitaciones de su trabajo. No obstante, sus creencias religiosas propiciaron el fanatismo de la gente que, con el tiempo, desarrollaría una fuerza activa.

Desarrollo del Sistema Monetario
Un documento antiguo narra como para construir una campana se fundieron monedas de cobre recolectadas entre todos los campesinos de la aldea.

A finales del siglo XIII se generalizó el uso del dinero, incluso entre los campesinos pobres. Las monedas que circulaban se importaron de China en grandes cantidades, y Japón a cambio exportaba oro, perlas, azufre, madera, artesanías armas y otros productos. En otros documentos se cuenta que en el navío de un noble llegaron de China 100, 000, 000 de unidades de moneda.

Los campesinos pobres probablemente conseguían dinero mediante la venta en el mercado de sus productos, ya que en sus tiempos libres cultivaban sus campos privados para complementar sus ingresos. Esos campos no podían producir arroz (no eran de tan buena calidad ni estaban bien ubicados), sino productos misceláneos. Pero gracias a su mala calidad se libraban de la interferencia del gobierno que, a cambio, les proporcionaba un poco de ayuda.

Problemas de los Guerreros
Durante el siglo XIII florecía el gobierno y el sistema monetario. En cambio, los apuros de la clase guerrera iban en aumento: sus ingresos dependían en buena medida de sus terrenos, los cuales había recibido como remuneración de sus servicios militares. Si se veían envueltos en situaciones que involucraran dinero, empleaban como administradores a monjes o usureros, que eran muy buenos para los cálculos, y en caso de emergencia les pedían un préstamo para lo cuál tenían que hipotecar sus terrenos. En el peor de los casos, los terrenos terminaban en manos de los prestamistas pues, generalmente, los deudores no podían volver a comprarlos por su mala situación financiera.

Esto podía pasar por dos causas:
  1. Debido a la circulación mercancías su vida se veía rodeada de más lujos y necesitaban más dinero para matenerlo.
  2. Dado que la costumbre era repartir los terrenos entre los hijos, sus ingresos menguaban cada vez más.
Hay una anécdota que ilustra esta situación. Un guerrero murió, En su testamento dispuso que sus terrenos se repartieran entre sus hijos. Al leerlo, le mayor dijo "A pesar de la voluntad de mi padre, pienso que este reparto nos pondrá en una situación difícil, porque cada uno recibirá un séptimo del terreno, lo que será insuficiente para sostener nuestras vidas. Por eso el mejor de nosotros heredará todos los terrenos y los demás, incluido yo, aunque sea el mayor, estaremos en templos para convertirnos en monjes." Dicho esto se decidió que el quinto hijo heredara todo y que los demás se marcharan. Como no todos los guerreros eran tan sagaces ni desinteresados, a menudo se encontraban en situaciones más difíciles.

Ante este problema en 1297el gobierno de Kamakura emitió una ley de tres puntos básicos: 1)Prohibir la apelación de juicios. 2)Devolver los terrenos comprados al poseedor original, cunado el negocio se hubiera hecho antes de transcurridos 20 años. 3) No juzgar el problema con base en la deuda de dinero (por tanto, los deudores se libraban de las denuncias). con esta ley el gobierno trató de socorrer tanto a los guerreros como a los nobles en apuros, sin hacer caso a los comerciantes o prestamistas, a quienes se consideraba parte de la clase innecesaria. Por supuesto, la ley provocó gran confusión y agravó los problemas, porque entonces nadie quería prestar dinero. El gobierno tuvo que derogar esta ley un años después de haberla promulgado. Los gobernantes castrenses no entendieron que el comercio y la circulación monetaria era un fenómeno histórico inevitable.

Un Sueño Efímero
En un cuento de libros ilustrados se narra la historia de un pobre pintor oficial de aquellos tiempos, que recibió un decreto imperial dónde se le nombraba gobernador. Lleno de júbilo, invitó a sus amigos y parientes y festejó hasta emborracharse. Al día siguiente envió un mensajero para que viera en que condiciones se encontraba el Estado. Esperó la relación anhelosamente hasta que al fin recibió informes desalentadores: por todas partes había gran alboroto y los campesinos, instigados por los comendadores, no obedecían. En la bodega no había arroz, pues el ex gobernador se lo había llevado todo.

Desesperado el pintor consultó a un maestro y así se enteró de que la mayor parte del Estado pertenecía a la hacienda de un templo influyente. El pintor abatido, ingresó a un templo para convertirse en monje, dejando como herencia el libro de pintura sobre su triste historia.

Generalización del Vandalismo
Desde la segunda mitad del siglo XIII proliferaron los bandidos en todo el país: no solo había ladrones, asaltantes, chantajistas y secuestradores, sino también guerreros que intentaban saquear las cosechas o los campos.

Un factor decisivo para el aumento de la delincuencia fue la desaparición de las restricciones morales: hasta el siglo XII tanto las autoridades imperiales como los principios morales del confucianismo y del budismo gobernaban al pueblo, pero después de la guerra de Zyôkyû el poder imperial ya no parecía absoluto y se generalizó una nueva forma de valorar las cosas, desde un punto de vista monetario, lo que vino a cambiar el pensamiento del pueblo. Los bandidos decían: "Hay leyes gubernamentales y religiosas, pero nosotros vivimos según las leyes humanas." Es decir según su propio albedrío. En los templos permanecieron muchos monjes, la mayoría de los cuales se dedicó a hacer penitencia o a educarse, pero había otros semi guerreros, que buscaban la oportunidad de conseguir su propio beneficio por la fuerza bélica.

Por otra parte también existía guerreros profesionales. Los del gobierno de Kamakura podían morir por Minamoto-no-Yoritomo, quien era buen jefe de todos los guerreros, pero no por el gobierno: su lealtad era de carácter privado. Así, a medida que la familia Hôzyô obtuvo mayor poder en el gobierno al excluir a otros señores influyentes, la mente de los guerreros se alejó más de ellos y empezaron a ocuparse más de sus propios intereses. Además, el gobierno no podía darles suficiente remuneración por la segunda guerra contra los mongoles. En consecuencia, los guerreros, en su calidad de comendadores, procuraron adquirir una parte de los terrenos de haciendas que poseían los nobles y los templos grandes. Originalmente, los comendadores debían actuar como policías o detectives, pero poco a poco se fueron entrometiendo en las cuestiones administrativas y se convirtieron en temibles enemigos de la hacienda: impedían el envío de tributos, robaban el producto de las cosechas o insistían en ser sus poseedores legítimos.

El gobierno de Kamakura, molesto con tantos pleitos, quejas y demandas de haciendas, decidió resolver el problema de la propiedad del campo por medio de la "repartición de la tierra" esto es, dividirla entre el poseedor originario y el comendador, con la condición de que ya no se metiera en los asuntos de la hacienda. Los poseedores de las haciendas aceptaron la solución gustosamente, aunque perdieron una extensión considerable, mientras los comendadores quedaron más que satisfechos al ganar terrenos legalmente. No obstante, esa ley no resolvió el problema de los bandidos: a principios del siglo XIV seguían aumentando las bandas de semi guerreros, quienes asaltaban con las armas en las manos y, en caso de guerra, se ponían al servicio de los que ofrecieran la mayor remuneración.

Intento de Recuperar el Poder Imperial
En 1318 subió al trono Godaigo, de 31 años, cuyo anhelo era recuperar el poder imperial. Para lograrlo conspiraba en secreto con algunos vasallos partidarios de derrocar al gobierno de Kamakura, hasta que este se enteró. Sorprendido por la noticia de la rebelión del emperador, el gobierno castrense inmediatamente arrestó a los cómplices y los ejecutó  o desterró, pero debido a los sincero de la confesión, no pudo castigar al emperador.Este, sin embargo, era tan tenaz que tres meses más tarde tomó posesión de un castillo al sur de Kyôto y declaró la guerra contra el gobierno de Kamakura en 1331. Al gobierno castrense le pareció muy fácil tomar ese pequeño castillo, pero gracias a las sagaces estrategias del capitán enemigo, Kusunoki Masasigue, su gran tropa fue derrotada y se necesitaron muchos más días de los calculados para vencerlo. Finalmente, el gobierno de Kamakura venció y el emperador fue apresado y sentenciado al exilio a Oki, una Isla pequeña en el mar de Japón, al igual que su príncipes seguidores a excepción de Morinaga quién logró huir.

Aún después de la toma del castillo, Masasigue continuó con la residencia, reunió tropas aliadas y construyó fuertes en las montañas. Como había sido un terrateniente provincial desde niño, conocía bien la forma de pensar de guerreros y bandoleros, con quién formó tropas de tamaño considerable en un año. El gobierno de Kamakura ofreció una recompensa por su cabeza y la del príncipe prófugo, Morinaga, pero nadie los persiguió con ahínco.

En Oki, el emperador Gadaigo, desterrado años antes, nunca se desesperó, incluso cuando vivía en una humilde casa con escasos sirvientes. Un año después huyó en un bote y se dirigió al Monte Senzyô, dónde permaneció bajo la protección de guerreros amigos.

Combate en el Castillo de Chihaya
Masasigue volvió a declarar la guerra al gobierno del castillo de Chihaya en las montañas. A los cientos de miles de soldados del gobierno les pareció muy fácil derrotarlo y se lanzaron al ataque. Sin embargo, los del castillo ya los esperaban y dejaron caer rocas y troncos muy gruesos, los cuales hirieron y mataron a muchos atacantes.

Pensaron entonces en cortar el suministro de agua, para lo cual desplegaron una tropa enorme a lo largo del arroyo. Pero nadie salió a buscarla, pues el castillo tenía una fuente que le proveía en abundancia. Días después, una noche en que los soldados de guardia en el arroyo estaban descuidados, los del castillo atacaron y regresaron con un botín de banderas que colocaron en la puerta de la fortaleza al tiempo que gritaban: "Tenemos buenas banderas, pero no podemos usarlas porque ya tienen el escudo de ustedes. Queremos devolvedlas, venid a recibirlas aquí." Todo esto seguido de risas burlonas. Al escuchar esto, el capitán de la tropa, profundamente avergonzado, ordenó el ataque hasta matar al último soldado, pero fue en vano, pues nada pudieron hacer frente a las rocas y los troncos que les arrojaban desde el castillo.

El capitán general de los sitiadores mandó suspender el ataque y esperar a que los rebeldes consumieran todos sus vivieres. Mientras tanto, Masasigue ordenó hacer muchos muñecos de paja con armadura, y una madrugada los colocaron frente al castillo al tiempo que daban gritos de guerra. Los sitiadores, pensando que los sitiados querían librar el último combate para huir, se lanzaron a combatirlos. Al verlos venir los del castillo los derrotaron con la misma arma de antes: rocas y troncos.

Posteriormente, los sitiadores construyeron un enorme puente de madera para estar al castillo. Sin embargo, los soldados de Masasigue dispararon muchas flechas encendidas al puente y echaron aceite con una bomba. El puente comenzó a arder y los de la retaguardia empujaron a los que iban delante, por lo que muchos soldados resultaron quemados y finalmente cayeron junto con el puente destruido.

La tropa del gobierno no pudo hacer nada más que sitiarlos. Pero como los amigos de los sitiados habían cortado la ruta de suministro de víveres, muchos soldados comenzaron a huir a causa del hambre. Sin embargo, para los desertores tampoco fue fácil retirarse, pues quienes habían interceptado sus alimentos también los esperaban para asaltarlos.

Taiheiki texto redactado decenios después de la guerra, narra estas y otras anécdotas acerca del sitios en el castillo Chihaya. Probablemente algunas sean verdaderas y otras ficticias, pero seguramente Masasigue conocía la táctica de la guerrilla inventada por los bandidos, la cuál era diferente a la común de ese entonces: combatir individualmente a caballo.

Fin del Gobierno de Kamakura
hubo dos guerreros importantes que destruyeron el gobierno castrense de Kamakura: Asikaga Takauji y Niita Yoshisada. Aunque eran ajenos unos al otro, ambos eran descendientes de Minamoto-no-Yoshiie y coincidían en que debía legitimarse el poder que había monopolizado la familia Hôzyô.

A Takauji se le ordenó atacar a los rebeldes de Senzyô, pero después de pasar por Kyôto se rebeló contra el gobierno de Kamakura y destruyó la oficina de gobierno en la capital. Por su parte la tropa de Yoshida caminó hacia el sur, reuniendo gran cantidad de combatientes. Finalmente atacó Kamakura y acosó a los miembros de la familia Hôzyô hasta que se suicidaron. Así, en 1333 fue destruido el gobierno militar que Minamoto-no-Yorimoto fundó 150 años atrás.

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