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domingo, 19 de noviembre de 2017

EL DESCUBRIMIENTO DE TROYA


Los griegos jamás dudaron de la autenticidad de la Guerra de Troya. Sin embargo, a partir de la Edad Media se perdió todo rastro de la existencia del emplazamiento donde se libró aquel encuentro. A pesar de esto, durante finales del siglo XVIII y todo el siglo XIX se produjeron los primeros intentos académicos de encontrar la localización de la Troya histórica. Tomando como guía los poemas homéricos, aquellos estudiosos determinaron erróneamente que Troya debió situarse sobre una colina llamada Bunarbashi, localizada a cinco kilómetros del estrecho de los Dardanelos. Fue entonces cuando Frank Calvert, cónsul de Inglaterra en la zona, desestimó esa idea y puso sus ojos en el cerro vecino de Hissarlik. 

Frank Calvert

Calvert trató de excavar la zona a cuenta del Museo Británico, sin embargo, los fondos nunca llegaron y con sus propios recursos compró la parte norte de Hissarlik, donde descubrió los restos de una muralla de la Edad del Bronce. ¿Se trataba de Troya?, sin fondos para proseguir las excavaciones, Calvert nunca pudo confirmar sus intuiciones. Esta gloria estaba reservada para alguien más:

Heinrich Schliemann (1822-1890), comerciante, políglota y arqueólogo por afición, tuvo desde pequeño el objetivo de descubrir la ciudad de Troya. Es por ello, que al hacerse con una inmensa fortuna, se dedicó a su verdadera pasión: la arqueología. Se trasladó junto a su esposa Sofía al estrecho de los Dardanelos, y se entrevistó con el hombre que mejor conocía aquella zona, Frank Calvert, éste no sólo le indicó dónde podía excavar, sino también le cedió parte de sus derechos para que pudiera explorar en la parte del monte de Hissarlik que era de su propiedad. 

Heinrich Schliemann

En 1871 iniciaron una serie de excavaciones que llevarían a Schliemann a entrar en la historia. Con más determinación que conocimientos, Heinrich abrió una brecha de treinta metros de ancho en el centro de la colina, para de este modo llegar hasta el fondo. Al llegar a su objetivo se encontró con una ciudadela que había sido consumida por un incendio, en ella Schliemann creyó encontrar la mítica Troya, y con ayuda de la Ilíada, comenzó a identificar los lugares importantes de aquella antigua ciudad. 

Desde un principio, Calvert dudó del descubrimiento, lo que le valió la enemistad de Schliemann, quien posteriormente omitiría el nombre de su colega en sus trabajos posteriores. Pero, y ¿si era cierto? ¿Si en realidad no se trataba de Troya? La respuesta provino de un ayudante de Heinrich, Wilhelm Dörpfeld, quien le hizo ver que los descubrimientos se trataban de los restos de una ciudad aun más antigua, quizá mil años más antigua que la Troya que buscaban. En realidad lo que se había descubierto no era una ciudadela sino aproximadamente nueve de ellas que estaban superpuestas. 

Sofía Schliemann posando con joyas del llamado Tesoro de Príamo

Es verdad que los escasos conocimientos arqueológicos de Schliemann dañaron los descubrimientos, sin embargo, aquel descubrimiento no dejaba de ser de suma importancia. ¿Cuál de todos los restos pertenecían a la Troya homérica? la respuesta nunca la llegó a saber Heinrich...

Los primeros esfuerzos de desentrañar aquella interrogante, estuvieron a manos de Dörpfeld, quien al excavar al sur de la colina puso al descubierto una muralla de 550 metros de longitud y 5 de grosor. También al sur existía un portón que daba paso a una ciudadela. El interior no era menos espectacular, ya que las edificaciones se encontraban asomadas a terrazas concéntricas y escalonadas que producían un efecto de perspectiva que permitía cómo la ciudadela se iba estrechando hasta desembocar en, quizá, la acrópolis de Troya. Si alguna vez existió la Acrópolis, esta fue sustituida por la construcción del Templo de Atenea. Dörpfeld también dio cuenta de que la ciudad había sido arrasada hace aproximadamente 1500 o 1000 años antes de nuestra era. Con lo anterior, para Dörpfeld afirmó que la controversia sobre la autenticidad de Troya quedaba terminada. 

Wilhelm Dörpfeld

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                Troya: diez ciudades que se superponen

  • TROYA I (3000-2500 A.C.) Es el nivel más antiguo de la ciudad, construido al inicio de la Edad del Bronce. Sus habitantes usaban herramientas de cobre, piedra y hueso.
  • TROYA II (2500-2300 A.C.) De mayor perímetro y más alto nivel de vida, contaba con una muralla. Schliemann la identificó erróneamente con la Troya homérica 
  • TROYA III (2300-2100 A.C.) Tras la destrucción de la Troya II debido al fuego, este estrato supone una situación de decadencia, en el que se trató de recuperar el anterior nivel de vida;
  • TROYA IV-V (2100-1700 A.C.) Continúa la situación de relativa pobreza. Con Troya V, la llegada de nuevos habitantes aportó renovadas energías, pero llevó tiempo recuperar el antiguo esplendor. 
  • TROYA VI (1700-1250 A.C.) La cúspide del poder troyano. Con 10 mil habitantes era una de las mayores ciudades del momento. Se le identifica con la ciudad del mito.
  • TROYA VII (1180-1000 A.C.) Los grandes edificios fueron sustituidos por pequeñas casas pegadas, a merced de los asaltos enemigos. 
  • TROYA VIII (1000-85 A.C.) La Ilión griega: Troya se ha convertido en un asentamiento griego. Jerjes, el rey de Persia, la visitó hacia el año 480 A.C. y Alejandro el Grande en 334 A.C. 
  • TROYA IX (85 A.C.-600) Los emperadores romanos la visitaron en distintas ocasiones. Según los romanos, Eneas huyó de Troya para fundar Roma. 
  • TROYA X (1000) Fue sede episcopal bizantina y poco a poco fue olvidando su antiguo esplendor.
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Treinta y ocho años después y con unas técnicas de estratigráficas más avanzadas, Carl Blegen ofreció unas subdivisiones nuevas que afectaban a la Troya que su antecesor consideró homérica. Según Blegen la destrucción de las murallas no se debía a la mano del hombre sino a un terremoto, y tras su caída, la muralla fue levantada poco después. Esta nueva Troya no había tenido la majestuosidad de la anterior. Algunas señales de fuego y destrucción, así como algunos pocos esqueletos con el cráneo aplastado eran las únicas "pruebas" de que ahí se había librado la más grande de las guerras de la Antigüedad. A pesar de ello, Carl Blegen proclamó que, en efecto, en aquel terreno se había librado una guerra.

Hoy en día aún continúa el debate sobre cuál de las dos Troyas (la descubierta por Dörpfeld, Troya VI, y la descubierta por Blegen, Troya VII) es de la que habló Homero. Una de ellas tienes las trazas de haber sido una poderosa ciudad amurallada con las huellas de haber sido destruida por un terremoto, y la otra las señales de incendio y saqueo a manos de enemigos. Sin embargo, las dos crean dudas de si el tamaño de aquella reducida ciudad estaba a la altura del mito. 

En 1988 Manfred Korfaman descubrió que a los pies de Troya VI se encontraba una ciudad de grandes proporciones, de aproximadamente 275 mil metros cuadrados y 10 mil habitantes. Ninguna ciudad de Anatolia, ni de la Grecia de la época se le pudo comparar en grandeza. Esto no hace más que avivar el enigma sobre esta mítica ciudad... 


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