En el corazón de La Mancha, no lejos de Argamasilla del Alba dónde vivía Don Quijote, de el Toboso, patria de su Dulcinea, y de Campo de Criptana, teatro del duelo del caballero de la Triste Figura con los molinos de viento a los que confundió con gigantes, el castillo de Belmonte recorta su imponente mole coronada con sus seis torres enfrentadas al horizonte llano en su entorno.
Su construcción se realizó entre 1456 y 1470 sobre los restos de una antigua fortaleza propiedad de Juan Fernández Pacheco marqués de Villena, omnipotente ministro de Enrique IV de Castilla.
En el castillo se refugió posteriormente la hija del soberano Juana la Beltraneja fruto delos adúlteros amores de su madre, Juana de Portugal con el cortesano Don Beltrán de la Cueva.
Gran parte de la nobleza castellana no quiso aceptar a Juana como heredera legítima al trono, y se levantó en armas contra el rey deshonrado, que finalmente aceptó declarar heredera a su hermana Isabel en lugar de Juana.
Durante el periodo más turbulento de la guerra civil, esta, dudando de la fidelidad de Villena, huyó una noche, trastornada y semidesnuda, del castillo de Belmonte, del que la puerta por la que pasó lleva todavía su nombre.
Completamente construido en piedra, dispone tal vez de la regular planta geométrica más sofisticada de todos los castillos-palacio del siglo XV. Sólo el castillo de Bellver, en Mallorca, con su planta circular (extraña en España, frecuente en Portugal, en auge en oriente), rivaliza con la perfección de Belmonte. La muralla principal está construida siguiendo la planta de un triángulo equilátero inserto en una estrella de cinco puntas. Los vértices disponen de torres circulares con prominentes almenas de estilo mozárabe: la maciza torre del homenaje fui situado de manera que dominase los muros que defendían la puerta principal. La muralla exterior más baja se adapta con una curvatura al cuerpo principal e incluye varias torres circulares; inconfundibles son las características almenas piramidales escalonadas. Las amplias estancias residenciales internas están provistas de salas abovedadas situadas a los lados del patio triangular, con techos con casetones y estucados de estilo mudéjar (la unión entre el arte cristiano y el arte musulmán fue consolidandose cada vez más: basta pensar que el Compedio de arte de Carpintería de 1632 de Diego López de Arenas es un tratado de arte oriental) y chimeneas construidas en piedra.
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