Cuando sucedió la batalla en contra de los Gigantes, ella combatió ante Gratión, a quien derrumbó con la ayuda de Heracles. También se refiere que terminó con la vida de los Alóadas y del monstruo Búfago.
Otra víctima de la furia de Ártemis fue Orión, el cazador gigante. A diferencia de un mito muy difundido, en el cual se dice que el causante de la muerte de Orión fue Apolo, las versiones corrientes en la Antigua Grecia, versaron sobre una falta del cazador que propició la ira de Ártemis. Se dice que Orión desafió a la Diosa a lanzar el disco, o también se cuenta que intentó raptar a una de sus compañeras; existe también la versión de que Orión intentó violar a Ártemis y ésta como castigo envió a un escorpión gigante que le dio muerte con su picadura venenosa.
El culto dedicado a Ártemis era común en las zonas montañosas y agrestes de toda Grecia. Su más célebre santuario se encontraba en Éfeso, donde la diosa había sido asimilada a una antiquísima divinidad de la fecundidad.
Los antiguos griegos interpretaron a Ártemis como la personificación de la Luna, que se pasea por las montañas. Su hermano, el dios Apolo a su vez fue interpretado como la personificación del Sol. Sin embargo, no todos los cultos a Ártemis fueron lunares. Es más común que se le considere como la "señora de las fieras".
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