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domingo, 26 de noviembre de 2017

GRANDES ENEMIGOS DE ROMA: BRENO, EL GALO.




Hacia el siglo IV antes de nuestra era, la República Romana buscaba expandir sus territorios a costa de sus vecinos (etruscos, samnitas, ecuos y volcos), por eso mismo se vivía un ambiente tenso lindando con lo beligerante. 

Por ese entonces habían llegado a la península itálica, la tribu de los senones, un grupo de galos comandados por Breno. Los galos se establecieron en el valle del Po, que desde ese entonces pasaría a llamarse la Galia Cisalpina, y echaron a sus habitantes originarios: los umbrios. 

La ambición de Breno y su pueblo no se detuvo ahí, viendo las posibilidades, decidió invadir a la Etruria, asediando a la ciudad de Clusium hacia el año 391 a.C. Los etruscos ponderaron sus opciones y decidieron pedirle ayuda a Roma, la ayuda no tardó en llegar. Quinto Fabio fue uno de los enviados de Roma para iniciar las negociaciones con los galos, sin embargo, este provocó la ira de sus enemigos al asesinar a uno de sus cabecillas militares. Ante esta afrenta y la falta de represalias por parte del Senado romano, Breno montó en cólera y decidió llevar a sus ejércitos hasta la mismísima Roma. 

En Roma no existía un hombre capacitado para hacerle frente a Breno y sus hombres, el único Marco Furio Camilo se encontraba en el exilio después de ser acusado de malversación de un botín de guerra. 

El 18 de julio del 390 antes de nuestra era, los galos masacraron a los romanos, que eran comandados por Quinto Sulpicio, en la batalla del río Alia, muy cerca de Roma. 

Los hombres que sobrevivieron a la batalla, huyeron presa del pánico hacia Roma y se refugiaron en el monte Palatino, pero se habían olvidado de algo: cerrar las puertas de la ciudad. Esta negligencia les costó caro, los galos entraron arrasando con todo, y tomando todas las riquezas que encontraban, salvo el Capitolio, donde estaban refugiados los ciudadanos. La leyenda, que posiblemente sea falsa y un intento de salvar el honor romano, cuenta que el ataque contra el Capitolio se evitó gracias al aviso del ganso del templo de Juno, considerado desde aquel momento como un animal sagrado. La Curia romana solicitó el auxilio de Camilo, para los romanos, el ex dictador era el único capaz de detener el desastre, Camilo accedió a regresar con la condición de que el pueblo lo ratificase y lo nombrasen como dictador nuevamente, y así sucedió. 

Camilo reorganizó a las tropas y rodearon a los galos. Breno viéndose cercado por sus enemigos, accedió a pactar con los romanos. Se dice que el pago acordado fue por 1000 libras de oro (aproximadamente 327 kg). La historia cuenta que Breno trucó las balanzas para medir el oro, y cuando los romanos le recriminaron su engaño, el líder galo arrojó su espada a las balanzas y pronunció su famosa frase: Vae Victis (¡Ay de los vencidos!)

Camilo negándose a pagar la suma del rescate, respondió con estas palabras: Non aurum sed ferrum liberanda patria est  (No con oro, sino con hierro es como se libera la patria).

Días más tarde Camilo aplastaría a los galos, y sería nombrado como padre de la patria, y segundo fundador de Roma. Se cree que esta versión fue creada por los historiadores romanos para salvar un momento vergonzoso de su pasado, y se cree que realmente se le pagó lo que pidió Breno y se retiraron de territorio romano. 


1 comentario:

  1. Ese Breno era un loquillo.
    En este personaje está basado el Galo de la caricatura?

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