Aristarco (310-230 aproximadamente) desarrolló el primer sistema heliocéntrico. La razón es que calculó por procedimientos trigonométricos las distancias entre el Sol, la Luna y la Tierra, y aunque se quedó muy corto por falta de precisión en las mediciones, dedujo acertadamente que el tamaño del Sol era mayor que el de la Tierra. Como no le parecía lógico que un cuerpo mayor girase alrededor de otro menor, propuso la hipótesis de que era la Tierra la que daba vueltas alrededor del Sol, junto con el resto de los planetas.
Su teoría no fue aceptada por científicos de la época, como Arquímedes (gracias al cual conocemos la teoría de Aristarco), porque no explicaba tan bien las observaciones como el modelo geocéntrico desarrollado por aquel entonces. Una de las claves radicaba en el paralaje, o "cambio aparente de la posición de un objeto visto sobre un fondo más distante, cuando se cambia el punto de observación", según el diccionario Larousse. Por poner un ejemplo: si ahora levanto mi dedo índice ante la pantalla del ordenador y guiño alternativamente los ojos, con el izquierdo no veo "los ojos", y con el derecho, en cambio, no veo "alternativamente" porque me lo tapa el dedo. En eso consiste el paralaje. Ahora bien, si mi ojo izquierdo es la Tierra en verano a un lado del Sol y mi ojo derecho la Tierra en invierno al otro lado, el "dedo" que hay delante, en este caso alguna estrella, debería tapar o al menos acercarse visualmente a las letras del fondo, que en este caso serían otras estrellas más lejanas.
Aquí un video para el mejor entendimiento del tema:
¿Qué argumento de defensa podría tener Aristarco? Que las estrellas estaban muy lejos, incluso las más cercanas de tal manera que el paralaje era tan mínimo que no se podía observar. Y llevaba razón, ahora se sabe que, si una estrella está a un pársec de distancia, o sea, a 3,26 años luz de distancia, la diferencia de posición que observamos desde puestos opuestos de nuestra órbita es de dos segundos de arco. En otras palabras, en el firmamento esa diferencia de posición es más o menos una milésima del tamaño aparente de la Luna. Imposible de apreciar con los instrumentos griegos de la época.
Esa fue la razón por la que no fue aceptada la hipótesis de Aristarco, no por razones religiosas o por algún tipo de prejuicio, sino que en aquel entonces las razones contrarias parecían más científicas.
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