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sábado, 28 de octubre de 2017

GENIOS DE LA HUMANIDAD: LEONARDO DA VINCI



Leonardo fue el hijo ilegítimo de una campesina y un notario de la pequeña localidad de Vinci, situada a unos 25 kilómetros de Florencia. El niño creció en el hogar paterno y pronto dio cuenta de sus dotes para la observación y la creación. Sin embargo, la formación de Leonardo llegó tardíamente y lo hizo en el taller de Andrea Verrocchio junto a artistas de la categoría de Sandro Botticelli, Perugino, Domenico Ghirlandaio y Filippino Lippi. Fue ahí donde despertó su interés por las diversas técnicas artísticas, afición que fue en aumento a lo largo de su vida profesional y que aprendió a dominar al mismo tiempo que adquiría una vasta formación que no dejó de ampliar a lo largo de su vida. 


La curiosidad y la capacidad de Leonardo iban mucho más allá del terreno de las artes plásticas. Las primeras obras que se le atribuyen -como un paisaje del Arno dibujado en 1473 en el que, no sin cierto orgullo, el mismo aprendiz anotó "estoy satisfecho" ó el óleo titulado "La Anunciación", pintados en en los años 1472 y 1475- muestran el aprovechamiento de artista novel en las disciplinas tradicionales, como el dibujo, la perspectiva y la anatomía, así como una especial atención a los efectos de la luz, y la naturaleza que empieza a configurar el estilo con el que Leonardo renueva el panorama artístico florentino. 

´Paisaje del Arno

La Anunciación 

Uno de los primeros encargos que recibió Leonardo fue un cuadro de altar para la capilla de los priores del Palazzo della Signoria, la sede del gobierno comunal florentino. Aunque nunca lo llegó a completar, algo que sería una constante en su carrera. A pesar de sus prometedores comienzos, pronto quedo claro que no estaba hecho para trabajar en el competitivo mercado florentino, dominado por burgueses y monjes acostumbrados al puntual cumplimiento de los contratos. Pero, eso sí, Leonardo obtuvo el favor de Lorenzo el Magnífico gracias a su prodigioso domino sobre la vihuela. Lo que el artista necesitaba era un patrón que lo acogiera y que le diera libertad de movimientos. Así que, cuando contaba 32 años de edad, decidió probar fortuna en Milán, donde el duque Ludovico Sforza el Moro estaba buscando precisamente lo que en Florencia sobraba. Esto es, artistas que crearan una imagen mayestática de su patrón.



En Milán, Leonardo tuvo la oportunidad de poner a prueba sus habilidades como ingeniero militar, arquitecto y escultor, tareas de las que, desgraciadamente, sólo nos han llegado algunos bocetos. También comenzó a redactar unos textos sobre temas científicos y técnicos, aunque nunca llegó a publicarlos de forma ordenada. En la actualidad constituyen un inmenso y poco sistematizado conjunto de las más variadas ramas del saber. Redactó también un tratado sobre pintura y expresión del movimiento humano que, recopilado posteriormente por uno de sus discípulos, fue conocido como "El Tratado de la pintura".

A la vista del resultado final, es dudoso que Leonardo fuera precisamente el hombre que su patrón esperaba. Los pocos proyectos de exaltación de la familia Sforza que emprendió quedaron en bocetos de arcilla, como la gran escultura ecuestre del padre. Sin embargo, la primera versión de "La virgen de las rocas" y el fresco de "La última cena" para el convento de Santa María delle Grazie fueron el magistral fruto de su trabajo.

La Última Cena

Tras la ocupación francesa de Milán y la caída de Ludovico el Moro, Leonardo emprendió un periplo que primero lo llevó a Mantua, donde pintó el retrato de Isabella d´Este, y luego a Venecia, donde realizó planes para la defensa de la ciudad, entonces amenazada por los turcos. En 1500 estaba de vuelta en Florencia, estancia que aprovechó para impresionar a todos con el cartón para el cuadro de "Santa Ana, con la Virgen y el Niño". En 1502 entró al servicio de César Borgia, el hijo del papa Alejandro VI, que aspiraba a crear un Estado independiente en la recién conquistada Romaña. Su nombramiento como arquitecto e ingeniero general lo llevó a supervisar el conjunto de fortificaciones y a trazar mapas y planos de diversas ciudades de la región. 

En 1503, Leonardo regresó una vez más a Florencia. El motivo fue el encargo más importante que recibió a lo largo de su vida: la decoración de uno de los muros del salón de los Quinientos del Palazzo Vecchio para conmemorar la batalla de Anghiari de 1440, en la que los florentinos derrotaron a los milaneses. En este trabajo debía rivalizar con Miguel Ángel, encargado de pintar el muro contrario, dedicado a la batalla de Cascina. Pero la técnica utilizada por Leonardo produjo un resultado tan ruinoso que la pintura empezó a desprenderse y hubo que sustituirla por otra precisamente de su biógrafo Vasari. Pero esta estancia florentina no fue baladí, pues el genio empezó una de las obras en que más años invirtió: el retrato de Mona Lisa, esposa del mercader Francesco del Giocondo. Sus rasgos ambiguos parecen confundirse más con la representación de las ideas sobre el propio artista que con la realidad de la modelo. 

En 1605, el inquieto Leonardo obtuvo el permiso de sus patronos florentinos para trasladarse de nuevo a Milán, seguramente con el objetivo de completar La Virgen de las rocas. Pero el gobernador francés de la plaza no estaba dispuesto a dejar escapar fácilmente a la presa. Así que escribió a los dirigentes de Florencia solicitando el alargamiento de su estancia. La respuesta que obtuvo lo dejó atónito: "Leonardo no se ha comportado con esta República como debiera porque ha recibido una buena suma de dinero y apenas hecho sino comenzar un trabajo muy importante que tiene obligación de finalizar; se ha comportado como un holgazán".

Estudios de Anatomía

Cuando en el año 1513 cuando los franceses fueron expulsados de Milán y los Sforza reinstaurados en el gobierno del ducado, Leonardo decidió viajar a Roma para ponerse al servicio de Giuliano de Medici, hermano del Papa León X. Ignoramos cuáles eran las aspiraciones de su nuevo patrón, pero se sabe que el artista se dedicó todos estos años a investigar sobre anatomía, geometría y óptica, además de redactar un libro sobre juegos geométricos y llevar a cabo la reconstrucción del antiguo puerto de Civitavecchia 

En 1516, a la muerte de su protector, Giuliano de Médici, Leonardo aceptó la invitación del nuevo rey de Francia, Francisco I y se trasladó al castillo de Amboise, donde fue nombrado "Premier peinctre et ingenieur et architecte du Roy". Una vez más trabajo en el diseño de fiestas y en proyectos de ingeniería, como las estructuras para la irrigación de Tours y Blois. Al año siguiente de su llegada le visitó el cardenal Luis de Aragón. Según escribió después su secretario, Leonardo le mostró tres cuadros muy perfectos, "pero ya no se puede esperar más de él a causa de la parálisis que le ha sobrevenido en la mano derecha". Murió en el castillo de Cloux, cerca de la residencia real de Amboise, el 12de mayo de 1519. 

Boceto de un invento similar al tanque de guerra.






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