"Rey de las fábulas", según los súbditos que los querían; "único verdadero rey de nuestro siglo" según el poeta Paul Verlain; "rey loco" según los ministros asustados por sus demenciales gastos, que finalmente lo hicieron abdicar y fue la causa de su muerte: este débil y excéntrico Ludwig II de Baviera todavía tiene hoy admiradores y detractores. Quién visita el Castillo de Neuschwanstein, su creación más genial, puede creer que la primera definición es la más apropiada. No es casualidad que en este inmenso castillo medieval de almenas y agujas que se materializa como una aparición entre los abetos de un bosque rodeado por montañas nevadas, inspirase a Walt Disney para realizar sus historias de dibujos animados.
Convertido en Rey de Baviera, en 1864, a los 19 años, y enamorado del mito histórico del Rey Sol, de la suntuosidad de Versalles y de la música de Wagner, compartía con el compositor una pasión-obsesión por un medievo alemán más fabuloso que real.
A las mismas leyendas que inspiraron las obras de Wagner, la saga de los Parsifal y del Santo Grial, de los Nibelungos y de Lohengrin, el caballero del Cisne, están dedicados los ciclos decorativos que embellecen las grandes salas del castillo de Neuschwanstein, el primero de los tres que Ludwig hizo construir y el último en ser terminado. Los trabajos, dirigidos por los arquitectos Riedel y Dollmann según un proyecto del pintor y escenógrafo Jank, comenzaron en 1869 y concluyeron en 1886, pero sólo porque el rey murió aquel año y, por ello, las estancias de la planta superior permanecieron desnudas y vacías. En junio, de hecho, Ludwig, acusado por sus ministros (no sin fundamento) de malgastar dinero público para sus sueños arquitectónicos cada vez más grandiosos y demenciales, había tenido que abdicar después de declararlo enfermo mental por un experto psiquiatra bávaro, que por otra parte no lo había visitado nunca.
Desalojado con gran cuidado pero con mucha firmeza de Neuschwanstein, el rey fue trasladado bajo estrecha vigilancia al castillo de Berg, junto al lago Starnberg. En aquellas aguas (que no alcanzan el metro y medio de profundidad) fue encontrado ahogado con su médico el 13 de julio. Se especuló con diferentes posibilidades: que se tratase de un suicidio, que se hubiese ahogado cunado intentaba huir, que hubiese sido un asesinato... Su prima la emperatriz Isabel de Austria, quiza la única mujer a la que Ludwig había amando, dio la única verdadera explicación "el rey no era un insensato, era solo un excéntrico que vivía en en su mundo de ensueño. Se le debería haber tratado con más cortesía"
Su importancia estratégica del medievo lo confirma que aquí había en tiempos hasta cuatro castillos. Fue decisiva la construcción de la "sublime locura de la nata montada". Dibujos preliminares del conde von Pocci y de Christian Jank muestran como el cuerpo central del castillo derivaba de la Wartburg. Ludwig II insistió de una forma especial en que el edificio armonizase con el entorno en el que se asentaba.
De primavera a otoño se utilizaron cantidades ingentes de materiales: solo en 1879-1880 unas 4550 toneladas de piedra de Nuerting, 465 toneladas de mármol de Salzburgo y 400,000 ladrillos.
Toda la fachada fue recubierta de piedra calcárea de Alterschofen. Con su decoración anterior y los acabados confiados a arquitectos expertos en escenografía teatral, escultores, pintores y ceramistas, el costo final superó los seis millones de marcos. Las diferentes instancias resultan multiformes y sobrecargadas, en gran parte decoradas con pinturas que recuerdan las sagas germánicas o la sacralidad del rey, como la sala del Trono que es una mezcla taraceada de gótico, romántico y bizantino, con lámparas de araña hechas de latón en forma de corona que llegaba a pesar una tonelada. Entre las obras maestras de ebanistería elaboradas en el estilo gótico tan de moda en aquella época, el rey quiso disponer de todas las comodidades y progresos técnicos, como las campanillas eléctricas y una cocina muy funcional.
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