Emperadores que amaban la cultura.
Después del reinado de 14 años, Saga abdicó en favor de su hermano menor, Zyunna, quién también abdicó 11 años después en favor de Ninmyô, el príncipe heredero de Saga. A diferencia de Kanmu y Heizei, estos emperadores se apartaron de la política para dedicarse a la vida cultural y a disfrutar de ella, ya fuera tocando el arpa o escribiendo poesía.
Por otra parte, ordenaron redactar la historia del país y excelentes poemas de estilo chino. De hecho, ellos tenían talento artístico, lo que en ningún momento obstruyó la buena condición de sus regímenes. Cuando ocuparon el trono se esforzaron por enderezar el sistema político, que estaba a punto de corromperse, con la ayuda de algunos burócratas honestos, quienes trabajaron para mejorar los campos. Por ejemplo, Ôtomo-no-Imando animó a los campesinos desesperados y llevó a cabo la construcción de canales, rompiendo incluso montañas. Entre los muchos gobernadores malos destacaron algunos excelentes.
Inicio de la regencia de los vasallos
Durante los primeros 30 años del siglo IX, Japón vivió pacíficamente: no hubo problemas de sucesión ni alboroto de la corte, ´rincipalmente gracias al prestigio del ex emperador Saga. No obstante este "padre de todos" murió en 842. Sólo ocho días después de su muerte, el emperador Nimnyô mandó a apresar a gente principal que atendían al príncipe sucesor (el hijo del difunto Zyunna) con el pretexto de que planeaban una rebelión, y le quitó el derecho al trono para dárselo al otro príncipe (hijo del emperador). Este hecho tuvo lugar gracias a un ardid de Fijiwara-no-Yoshifusa, uno de los principales senadores en la corte, reconocido como futuro primer ministro, y que poseía un privilegio especial: aunque fue vasallo, se casó con una princesa del ex emperador Saga, hecho sin precedente, y su hermana era una de las esposas del emperador Ninmyô y dio a luz a un príncipe. Itentando que su sobrino se convirtiera en el príncipe heredero del trono, Yoshifusa alertó al emperador sobre una rebelión que resultó ser falsa.
Yoshifusa era aún más ambicioso: casó a su hija (nieta de Saga) con el futuro emperador y de ellos nació un príncipe, el nieto de Yoshifusa. Éste último esperó la oportunidad, la cual vino pronto: Ninmyômurió de enfermedad, y su sobrino, el príncipe Montoku, subió el tono. Debido a la presión que el suegro ejercía sobre él, el nuevo emperador en seguida nombró sucesor al príncipe de sólo nuevo meses. Así, a los 54 años de la edad, Yoshifusa se convirtió en primer ministro y, un año y medio después, con la repentina muerte de Montoku, subió al trono el niño con el nombre Seiwa, bajo la regencia de Yoshifusa. Tal es la historia de la mañosa ambición.
Gobierno del Primer Ministro Yoshifusa y su sucesor
A juzgar por los documentos, la pasión de Yoshifusa no parece haber sido mejorar la situación del país, sino el fortalecimiento del poder de su familia, si bien se le conoció por haber procurado arreglar las leyes y sintetizar la historia del país. Aspiraba a tener una posición particular dentro de la corte, para lo cuál casó a su sobrina con el emperador cuando éste era todavía un niño y lo obligó a designar al príncipe que nació de ellos como sucesor al trono. Además, nunca dimitió de su cargo de primer ministro, a pesar de que el emperador llegó a tener la edad suficiente para reinar por su propio juicio. Su principal tristeza se debió probablemente, a que no tuvo un hijo que heredara su poder, por lo que no le quedó otro remedio que seleccionar a un excelente joven entre sus parientes y adoptar a su sobrino Mototsune, a quién traspasó todo su prestigio.
En la década de 870 se sucedieron muchos desastres: incendios, epidemias, terremotos y tifones. En ésta época el joven y tímido emperador dejó el trono al príncipe niño de nueve años con el pretexto de su mala salud, pidiendo la ayuda de Mototsune. El nuevo emperador se llamó Yôzei. Y fue con él con quién empezó la regencia de Mototsune. Al parecer, este deseaba gobernar más activamente que su padre adoptivo. A principios de su regencia recibió la noticia de que "los forasteros del Dewa" se habían rebelado contra el régimen, por lo que nombró a Fujiwara-no-Yasunori, uno de los "buenos burócratas", gobernador provisional de Dewa. Yosunori logró pacificar la región con su política compasiva.
Mototsune también repartió las tierras después de cincuenta años de negligencia. trató de conocer el estado de la población para repartir la tierra en forma justa, regla aplicada desde la Reforma de Taika, según la cuál el gobierno podía garantizar el ingreso de tributos. Dicho sistema se había corrompido por la privatización de la tierra: los templos grandes y los nobles influyentes poseían enormes terrenos privados que ocultaban a muchos campesinos fugitivos que lo cultivaban. En la nueva repartición no alcanzó la tierra para las mujeres, pues la población se incrementaba, mientras la tierra disponible disminuía. Esto implicaba una gran contradicción: los gobernantes contaban con el ingreso de sus campos privados, aunque su deber era disminuir su extensión.
Desacuerdo entre Yôzei y Mototsune
Después de la ceremonia en la que se celebrara su mayoría de edad (15 años), Yôzei se mostraba frio con Mototsune. Éste presentó, entonces, su dimisión a la regencia, y como Yôzei lo rechazara, dejó de presentarse ante el emperador. Un día, sabiendo Mototsune que el emperador hacía criar en secreto un caballo en el palacio, lo mandó expulsar sin su permiso. Con este acto retó al emperador y lo forzó a abdicar: Yôzei no pudo dominar a su tío, quién, al mismo tiempo era su suegro.
Yôzei ya había procreado con la hija de Mototsune. Pero éste, contra el pronóstico común, no quiso que su nieto fuera el sucesor del trono, sino un príncipe de Ninmyô. El nuevo emperador, Kôkô, tenía 55 años de edad y podía gobernar según su voluntad, pero no rechazó la regencia de Mototsune, buscando su favor, Kôkô murió después de un reinado de sólo tres años y, conforme a su vokuntad, le sucedió uno de sus hijos, Uda, de 21 años. Uda también tenía un gran respeto por Mototsune, pero a éste no le agradaba el nuevo emperador, y con el pretexto de que en un escrito se negaba su regencia, dejó de cuidar las tareas gubernamentales. Uda buscó la reconciliación y lo halagó, probablemente porque le temía. El arrogante Mototsune murió en 891, dejando en su lugar a su hijo de 21 años, Tokihira.
Origen del dios Tenzin
Hoy día existe en el país muchos santuarios sintoístas dónde se venera a Tenzin. Quienes aspiran a entrar a una universidad visitan este templo para pedir por el éxito en los exámenes de ingreso, porque Tenzin es el dios de la cultura y la educación. Tenzin fue un personaje que se llamó Sugawara-no-Michizane, vivió en la segunda mitad del siglo IX y fue deidificado después de su muerte. Luego de que Mototsune murió, Tokihira ocupó un puesto de senador, seguro de que en un futuro cercano ocuparía el de primer ministro. Al mismo tiempo, el emperador Uda, quién quería reinar por sí mismo, nombró senadores a Yasunori, que se había mantenido muy activo durante la regencia de Mototsune, y a Michizane, uno de los estudiosos. Con estos nombramientos Uda quería aminorar la voluntad dictatorial de Tokihira.
Pero este emperador, como Saga y otros, deseaba dedicarse a la vida cultural. Después de que Yasunori y los ministros viejos murieron, nombró a Tokihira y Michizane como ministros supremos y les ordenó llevar a cabo una buena regencia; posteriormente abdicó de manera repentina en favor de su príncipe heredero, de 13 años. Michizane no tenía ninguna ambición política, pero Tokihira si. Éste fraguó un ardid: le dijo al emperador adolescente que Michizane quería expulsarlo y dar el trono a otro príncipe. El inocente confió en él y nombró a Michizane alcalde de Dazaifu, una provincia del oeste. Michizane lo obedeció sumisamente, abandonó todo en Heian y se fue a Dazaifu. He aquí el famoso poema que escribió al partir: "cuando sopla la brisa del este, florece y emite tu olor, oh, ciruelo. Aunque no este tu amo, no olvides la primavera.". Naturalmente, le pesó mucho el suceso y murió tres años después en Dazaifu. Después de su muerte, sucedieron acontecimientos extraños en la capital: Tokihira murió de repente y después fallecieron, de manera sucesiva, dos príncipes herederos. Debido a lo anterior, se construyó un santuario en el que se deidificó a Michizane para pacificar su alma. Con el paso del tiempo este santuario llegó a ser uno de los más populares y en todo el país se extendió la veneración a Michizane como Tenzin, dios de la cultura.
Nacimiento de un nuevo estilo en el arte
Hasta el siglo IX la cultura de los nobles se basaba en la imitación de su predecesora, la china, aunque fue adaptada a formas e ideas japonesas. Sin embargo a finales del siglo IX se formaron los estilos propios del pueblo por todo el país. En aquellos tiempos se inventaron las 48 letras fonéticas simples, basadas en las letras chinas más complicadas. Éstas se consideraban privadas o propias de la mujer. Nunca se usaban en los documentos oficiales ni en las cartas formales, pero si para escribir poesía. Con esta escritura enriquecieron su mundo cultural, porque pudieron expresarse con mayor libertad. Un buen número de nobles de entonces tenían mucho tiempo libre, por lo que en general vivían conquistando nuevos amores o visitando las casas de sus novias. Como sus matrimonios eran por conveniencia, buscaban fuera de su casa a otras mujeres que fueran de su verdadero gusto. Para atraer a las mujeres los nobles recurrían a la poesía. Por su parte, ella la aprendían afanosamente para fingir que eran instruidas en el tema. Por consiguiente, se escribieron muchos poemas.
En 905 el emperador Daigo (sucesor de Uda) ordenó que se plasmaran en papel los poemas más sobresalientes, esto ocurrió 150 años después del Man-yô-shû, Así aparecieron veinte tomos del Kokin-shù, obra que incluye 1,100 poemas, los cuáles a diferencia del Man-yô-shû, son en su mayoría obra de nobles y, naturalmente, casi todos versan sobre el amor, reflejo de su vida refinada. Estos poemas son muy delicados y artificiales; de hecho, poemas contemporáneos estiman máslos del Man-yô-shû que los del Kokin-shù, pues consideran que los primeros son más realistas, sinceros y emotivos.
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