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sábado, 12 de agosto de 2017

El Kremlin (Rusia)

En la Edad Media cada ciudad rusa tenía su propio Kremlin, es decir su "fortaleza". La palabra kreml, quizá de origen tártaro, se refería a la muralla fortificada que protegía el núcleo urbano en el que residía autoridades civiles y religiosas. Entre los diferentes kremlin permance el de Moscú que es conocido por El Kremlin por antonomasia, y que ha sido el centro de la vida política de la Unión Soviética. Fue el príncipe Suzdal Juri Dolgoruki quién hizo construir en 1156 una primera fortaleza de madera en la orilla del río Moscova, que en 1238 fue demolida por los tártaros, durante un siglo permaneció desierto. En 1326 otro príncipe, Iván Kalitàm reconstruyó Moscpu y si Kremlin, trasladándose allí el arzobispo ortodoxo de Vladimir y haciendo levantar dentro de la muralla la primera iglesia de piedra. Cincuenta años después la muralla fue sustituida por otra nueva de piedra completada con numerosas torres; pero en 1382 los tártaros destruyeron de nuevo la ciudad, matando a la mitad de la población. El kremlin volvió a ser levantado por tercera vez bajo el reinado de Iván II el Grande (1462-1505), que dió a la fortaleza sus dimensiones y forma actuales, encargando la dirección de los trabajos a arquitectos de renombre como Aristóteles Fioravanti, Pietro Antonio Solari, Marco Rufo y Aloisio de Milán.

Éstos rehicieron los muros y torres a base de ladrillo, y crearon en colaboración con los oficiales locales un estilo muy especial que fue imitado en otras ciudades rusas. Durante los dos siglos siguientes, el Kremlin, enriquecido con nuevas construcciones, fue la residencia de los zares y el teatro de los dramas y de las tragedias de la corte durante el reinado de Iván el Terrible, de la usurpación del falso Dimitri, de la conquista de la capital por parte del ejército polaco, del advenimiento de la Dinastía Romanov y la matanza de los strelzi, rebelde guardia pretoriana a la que, en 1682, la princesa Sofía, hermana de Pedro el Grande, hizo exterminar entre estos muros para salvar a su hermano.

Ésta hizo trasladar, algunos años después, la capital a Petersburgo, la nueva ciudad creada a orillas del mar Báltico, pero el Kremlin continuó siendo el centro religioso del imperio ruso, dónde los patriarcas y los zares pasaban largas temporadas, construyendo nuevos palacios según los gustos de los tiempos y reparando los daños de los numerosos incendios que acabaron por destruir los últimos edificios de madera. En 1812 Napoleón tomó Moscú, y después, antes de abandonarla dio la orden de destruir el Kremlin, pero de las minas colocadas sólo algunas explotaron destruyendo parcialmente algunas torres. En el siglo XIX aún fueron añadidos algunos edificios. Al triunfar la Revolución Bolchevique, en octubre de 1917, los revolucionarios lograron apoderarse del Kremlin sólo después de unos días de duros combates, y en marzo de 1918, el gobierno soviético, con Lenin a la cabeza se trasladó allí. Abandonando la demasiada expuesta e insegura Petrogrado. En los últimos veinte o treinta años han sido demolidos algunos edificios en ruinas, y otras han sido sometidos a una buena restauración. En 1961 fue construido el palacio de Congreso.

La planta del Kremlin recuerda la forma de triángulo irregular en el que antiguamente los muros de la original fortaleza eran de piedra calcárea. Entre 1485 y 1495 fueron sustituidos por muros de ladrillo cocido, a lo largo de 2235 metros, con un espesor de 3.5 a 6.5 metros y una altura de 5 a 19 metros. En total tiene 20 torres, de las que tres son circulares y una más famosa que las otras, como es la torre del Pasaje Secreto, que tiene un pozo abandonado y un canal subterráneo que conducía hasta el río Moscova. En tiempos disponía en su interior más de plazas y avenidas con iglesias, catedrales y palacios, pero hoy día no subsisten más que tres plazas y diferentes palacios, entre ellos el Senado, la Catedral del Arcángel, el llamado palacio de las Facetas (uno de los edificios más antiguos de Moscú que en tiempos servía para organizar ceremonias y las recepciones de los zares), el gran palacio del Kremlin, el palacio de Congreso, la catedral de la Asunción, la iglesia del desprendimiento, la catedral de la Anunciación, el palacio de los Patriarcas, el palacio de Terem (reservado a la damilia del zar, soberbio monumento arquitectónico y sobre todo reflejo del modo de vida ruso en el siglo XVIII), y sobre el palacio de la Armería de Estad dónde se custodiaban de las enseñas de la coronación imperial, entre estas, la corona de Monomakh, la de Catalina II embellecida con cinco mil diamantes y en el centro donde resplandece el diamante de Orlov de casi doscientos quilates.

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