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domingo, 6 de agosto de 2017

Era de Heian (Primera Parte)

Régimen del Emperador Kanmu
En 770 la emperatriz murió sin dejar un príncipe heredero, lo que causó gran inquietud en la corte. Aunque ella deseaba que la sucediera Dôkyô, nadie lo permitió. Después de muchas intrigas entre dignatarios, un nieto del difunto emperador Tenchi subió al trono gracias a la familia de Fujiwara: el emperador Kônin tenía 62 años.

A pesar de su avanzada edad, procuró reconstruir el régimen, despidió a los burócratas innecesarios y redujo los días de trabajo tributario del pueblo. Sin embargo, antes de completar estas tareas debidamente, los problemas que suscitara la conquista del norte del país lo abrumaron y abdicó en favor de su hijo, Kanmu, quién contaba con suficiente experiencia en gobernar, pues había asistido a su padre durante ocho años. 

En un intento de purificar la capital de los males acumulados, ordenó construir otra al norte de Nara y, en el mismo año mudó la corte. Sin embargo, en esta nueva sede tuvo lugar un funesto acontecimiento: su ministro más apreciado fue asesinado. En este hecho se vio involucrado el príncipe heredero Sawara, hermano suyo, quién protestó su inocencia y ayunó muchos días hasta morir en la casa de confinamiento.

Construcción de la Nueva Capital
Kanmu no vivía tranquilo, el fantasma de Sawara lo rondaba. Tres años después de su suicidio, murió la emperatriz y poco después, la madre de Kanmu. Pero el horror del emperador llegó al máximo cuando murió su otra esposa favorita. Aunado a esto, las señales de la maldición continuaban: una epidemia azotó al país, el templo imperial se incendió y la condición física del príncipe heredero era mala.

El emperador quería salir de la capital, pero no podía. Sabía bien que la construcción de una nueva , costaría mucho sacrificio al pueblo (y disminuir el trabajo público era uno de sus principales objetivos políticos). Entonces Wake-no- Kiyomaro lo animó a construirla otra vez, ahora un poco más al norte, el lugar que hoy ocupa Kyôto. Al igual que Nara, la nueva ciudad imitó a Chô-an (capital de China en Tô), pero más grande que Nara: ocupó 5.3 kilómetros de norte a sur y 4.6 de este a oeste. Se llamó Heian "tranquila y pacífica", como esperaba el emperador que fuera. Al siguiente año se dio prisa en mudarse al palacio que todavía estaba en construcción, como si huyera del fantasma de su hermano.

Conquista del Norte
El régimen gobernaba casi todo el país, pero aun quedaba fuera de su mandato el extremo norte. Allí vivían "los forasteros", tenaces aborígenes de la raza ainu. Durante siglos, el centro trató de dominarlo, para la cual construyó el castillo de Taga, en el siglo VIII, como base militar. De ahí, poco a poco los fueron conquistando o sometiendo. 

En 780, un señor aborigen, ya subordinado al emperador y con título de nobleza, se rebeló contra el régimen central, mató al subgobernador y quemó el castillo de Taga, lo que provocó gran angustia al viejo emperador Kônin, que se vio forzado a dimitir. El siguiente emperador, Kanmu, decidió enviar tropas para conquistar a los forasteros: en 789 las tropas imperiales atacaron, pero la batalla les resultó adversa, pues cuando perseguían al enemigo, este los emboscó por un flanco con una gran tropa. 

El airado emperador ordenó reclutar más soldados y nombró su nuevo comandante general y subgenerales, entre los que se encontraba un valeroso e inteligente guerrero: Sakanoue-no-Tamuramaro. Esta vez ganó, pero muy poco, si se consideran las enormes tropas de cien mil hombres que requirió. El porfiado emperador tenía que planear la conquista otra vez.

En 796 Tamuramaro, de 39 años, fue nombrado gobernador y comandante general del norte. Durante varios años preparó la guerra: construyó un castillo y trajo a 9 000 campesinos-soldados de varias provincias. Al fin, en 801 de las huestes imperiales dirigidas por Tamuramaro atacaron a los forasteros. Aunque el documentos sobre la guerra no se conserva, suponemos su brillante victoria, según archivos de aquel tiempo. Al año siguiente, al norte de Taga, se construyó el castillo de Izawa que fue la nueva base militar del Norte. Tamuramaro regresó triunfante a la capital con dos señores bárbaros vencidos, quienes fueron ejecutados en la capital, a pesar de que el general imploró por su indulto. A Tamuramaro se le dio el título de Gran comandante general de los forasteros origen del cargo de Shôgun.

Agonía de los Campesinos
El gobierno central envíaba a los burócratas de alto rango a los estado provinciales (había mas o menos 65) como gobernadores por un periodo de seis años. Su principal tarea era, originalmente, promover la agricultura, cobrar los tributos y mantener la justicia y la paz en los estados. Sin embargo, en la mente de cada uno el objetivo había cambiado: querían enriquecerse.

Explotaron en beneficio propio los campos nuevos con el trabajo tributario de los campesinos; contrajeron matrimonio con las hijas de los señores autóctonos para que cuidaran los campos durante su ausencia; prestaron a los campesinos arroz a la fuerza con un alto interés, para lo cual se aprovecharon de los recursos imperiales, cambiaban los malos campos privados por los buenos de los campesinos, y ofrecieron tributos de mala calidad, reservando los buenos para el intercambio comercial. De esta manera, los mismo burócratas derribaron el régimen.

Con el bisnieto del emperador Tenchi, que llevó a cabo la reforma de Taika, Kanmu se esforzó por recuperar el sistema original, informándose acerca del estado de los campos y despertando la conciencia de sus oficiales, pero era imposible volver al orden anterior, pues aunque todavía era grande el poder del emperador, la mentalidad de la gente había cambiado con el transcurso del tiempo.

La construcción de las ciudades y la conquista de los forasteros estaban acabando con los campesinos pobres. Les era imposible cumplir con sus deberes, pero el gobierno les exigía tributos y trabajo público con mayor severidad. Al no tener alternativas, huyeron, y cuando los oficiales los buscaron, descubrieron que se habían refugiado en los campos de nobles, de dignatarios o de templos grandes, es decir, haciendas privadas, donde les suministraban vivienda y comida a cambio de roturar la tierra. La privatización de la tierra estaba arruinando el sistema de la Reforma de Taika. En sus últimos días, Kanmu abandonó el proyecto de la conquista y la nueva construcción para que el pueblo cuidase mejor sus campos. Pero su orden llegó demasiado tarde: el debilitamiento del poder imperial ya no podía frenarse.

El Emperador Heizei y su Retiro Definitivo
Kanmu murió en 806 y con él terminó un reinado de 25 años. Fue uno de los pocos emperadores antiguos que no dejaron el trono hasta su muerte. Le heredó el príncipe Ate, a quién se llamó emperador Heizei. En aquel entonces Heizei tenía 33 años y comenzó a reinar con fervor, para lo cuál reunió a veteranos burócratas: instaló el sistema de veedores, los invitó a las provincias y, según los informes que recibía trató de mejorar su gobierno. Quería seguir el camino de su padre; sin embargo, sufrió una enfermedad de causa desconocida la cual atribuyó a los espíritus maléficos de quienes habían muerto violentamente, por lo que abdicó después de solo cuatro años de reinado, a pesar de la oposición general a su dimisión. El heredero al trono, Saga, su hermano menor, estimaba en mucho la intención de Heizei, considerando su pena. Pero cuando este ordenó que se cambiara la capital a Nara (la capital antigua) sin consultarle de antemano, se opuso abiertamente, lo que causó una pelea en la que Saga se anticipó y venció a Heizei, quién debió salir de la política y convertirse en monje budista.

Dos Nuevas Sectas del Budismo
En 804 una flota diplomática se dirigió a través de las enfurecidas olas del mar de China oriental hacia Chô-an  (Chang-an) de Tô. Desde tiempos antiguos los nobles japoneses buscaban parecerse en todo a la clase alta China. En numerosas ocasiones visitaron el país con la intención de aprender sus costumbres, aun cuando los viajes eran largos y peligrosos, seleccionando entre las tres rutas disponibles. Aquel año viajaban en el navío dos monjes que posteriormente fundarían las sectas budistas más importantes de Japón.

Por la segunda mitad del siglo VIII el rigor de los monjes había disminuido. Originalmente para ser monjes los religiosos debían pasar examenes muy severos. Sin embargo con el tiempo este sistema se corrompió y se hizo cada vez más laxo. En especial durante la época de fervorosa veneración a los emperadores Shômu y Kôken aparecieron muchos monjes de escasa moral, quienes querían aprovechas los títulos religiosos para enriquecerse o  satisfacer sus ambiciones terrenales. Como resultado, se hizo necesaria una reforma religiosa. Los emperadores Kônin y Kanmu buscaron mejorar el sistema religioso con lo que buscaban también solucionar el problema político, pues no pocos monjes tenían afán de hacer suyos campos exentos pertenecientes a los templos, lo cual impedía una tributación sana.

Durante el reinado de Kanmu aparecieron dos excelentes monjes reformadores: Saichô y Kûkai. Kanmu les ordenó visitar Chô-an junto con los diplomáticos para aprender las nuevas teorías y todas las novedades culturales. El primero permaneció ocho meses allí, a su regreso fundó una secta denominada Tendai y la propagó con determinación; en ocasiones tuvo que debatir con los monjes más conservadores.

El segundo estudió en Chô-an durante tres años y regresó con muchas pinturas, utensilios y libros, además de nuevos conocimientos religiosos, poéticos y caligráficos, también instituyó una secta llamada Shingon. El emperador Saga le otorgó a Tôji, el templo oriental de la capital Heian. Kûkai hizo de este el templo central de su secta.

Las nuevas sectas se derivaron de la nueva doctrina budista formulada en el siglo VII en la India mezclada con el hinduismo. Era más complicada, esotérica y apreciaba la hechicería. Para rezar, por ejemplo, se encendían piezas de madera blanca con la que se creaban una atmósfera misteriosa. Ambas sectas recibieron el apoyo decidido de la corte, porque su pensamiento y su práctica eran convenientes para fortalecer el régimen: enaltecieron el prestigio de la autoridad, penetraron en la mente del pueblo y la organizaron a favor del régimen.

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