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domingo, 23 de julio de 2017

LOS VIKINGOS EN RUSIA


Atraídos por la fama de la próspera Novgorod -un emporio comercial situad en la desembocadura de varios cursos de agua que penetraba hacia el sur y el este- no tardaron en dejar la costa a sus espaldas. Su superior armamento y dotes guerreros les permitieron apoderarse de la ciudad. Entonces, según cuenta una de las más antiguas crónicas rusas, los vikingos pidieron un fabuloso rescate, que les fue entregado, tras lo cual regresaron a su natal Suecia. 

No sólo es ésta la primera incursión vikinga hacia Oriente de que se tiene constancia, sino que marcó el comienzo de otra importante expansión vikinga. La fácil captura de Novgorod llegó a oídos de un ambicioso noble sueco llamado Rurik, el cual decidió abandonar sus estériles intentos por apoderarse de tierras en la Europa Occidental y dirigió su atención a las costas del Báltico. 

Es probable que Rurik arribase a las costas bálticas de Rusia alrededor del año 860. Parece ser que desembarcó al frente de un pequeño ejército que había combatido valientemente a sus órdenes en Escandinavia y Europa. La aparición de esta tropa, aguerrida y disciplinada, debió de causar una profunda impresión a las rudas y turbulentas tribus eslavas que en ese entonces habitaban Rusia. La más antigua obra rusa que se ocupa de estos años, la llamada "Crónica Antigua afirma que los primitivos eslavos pidieron a los vikingos que penetraran en Rusia y gobernaran sus ciudades. Una versión de dicha crónica refiere que los eslavos dijeron a los vikingos: 

Nuestra tierra es grande y rica, pero en ella no hay orden. ¡Venid a gobernar y a reinar sobre nosotros!

Quizá este episodio no sea cierto del todo, pero de lo que no hay duda es de que Rurik y sus descendientes se establecieron en Novgorod. Uno de los nombres que recibieron los vikingos seguidores de Rurik fue, como se ha dicho, el de varegos: otro el de rus, palabra del que deriva el nombre de Rusia. 

Al principio los vikingos establecidos en Rusia se limitaron a efectuar un activo comercio de pieles, cera, miel y esclavos con sus vecinos, hasta que creyeron conveniente fundar nuevos mercados y apoderarse de otros, como la importante ciudad de Kiev. Poco después comprendieron que la piratería y el terror eran medios más rápidos y eficaces para apoderarse del país. Impusieron tributo a las tribus que vivían junto a los cursos de agua y, a borde de sus veloces naves fueron penetrando hacia el sur. 

Por su parte, Rurik siguió conquistando tierras al norte. Cuando murió en 879, le sucedió Oleg, otro jefe vikingo, que actuó como regente durante la minoría de edad del hijo de Rurik. Oleg, muy reacio a soportar a quien pudiese hacerle sombra, no tardó en visitar Kiev. Como las defensas de la ciudad eran inexpugnables, Oleg atrajo con engaños a sus jefes, que eran precisamente Askold y Dir, y los asesinó cuando los tuvo a borde de su nave. Trasladó entonces su capital a Kiev, en la que se estableció como príncipe, gobernando con prudencia y sabiduría hasta el año 912. A causa de esto, se considera a Oleg, más que a Rurik la primera testa coronada de Rusia. Sometió a los eslavos orientales y creó una poderosa confederación de ciudades, en las que puso a príncipes vikingos. Fortificó las fronteras de su Imprio por el este, para defenderlo de los araques de los feroces khazares que habitaban en la desembocadura del Volga, y de los salvajes Patzinaks, señores dek delta del Dnieper....

En el próximo Post: Los vikingos en Constantinopla. 

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