Pocos resultados rindieron los esfuerzos de Loki para mantener ocultos a sus hijos; crecieron tanto que fue imposible contenerles, y ningún lugar fue propicio para acogerlos. Odín que lo veía todo, se preocupó por la situación y convocó a todos los dioses para discutir lo que sucedía. Pasadas unas horas, Odín dictó su veredicto y lo hizo cumplir, fue el siguiente: Hel fue confinada al país de las tinieblas, y es ahí donde reina hoy en día; la serpiente Jörmundgander fue arrojada a los abismos del mar y se dice que creció tanto que al enroscarse logra cubrir la circunferencia de la Tierra, a veces es tal su enojo que estremece las aguas de los mares. Por otro lado, el lobo Fenrir fue atado innumerables veces por los dioses, hasta que estos le pidieron a los enanos que fabricasen una cuerda indestructible, y así lo hicieron, tomaron los siguientes ingredientes: el rumor de la pisada de un gato, la barba de la mujer, los tendones del oso, el aliento del pez, la saliva del ave y las raíces de un monte, y crearon la cuerda Gleipnir.
No fue sencillo amarrar a Fenrir, así que los dioses tuvieron que engañarlo mediante un reto de fuerza al que accedió el lobo, no sin antes pedir una garantía para asegurarse de que no estaba siendo timado. Ordenó que uno de los dioses colocara su brazo en sus fauces, el dios que se ofreció a sacrificarse fue Tyr, la deidad de la guerra. Después de esto, los dioses amarraron a Fenrir con la indestructible Gleipnir, el enorme lobo al verse aprisionado devoró el brazo de Tyr, que desde ese entonces es manco. Se cuenta que los aullidos de Fenrir eran tan fuertes y desgarrados que uno de los dioses decidió clavar una espada entre sus fauces; de la sangre que manó de la herida, se creó el río Von.
Se cree que el día del Ragnarök, Fenrir se liberará de su prisión y devorará a Odín, y a su vez el será muerto por el dios Vidar.
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