Su comportamiento es diferente al de los otros súbditos de Azathoth pues, en vez de desear destruirlo todo a su paso, Nyarlathotep suele deleitarse causando miedo, locura y sufrimiento a los mortales e incluso puede interactuar con ellos para que le ayuden a satisfacer sus retorcidos deseos, generalmente recurriendo al engaño. A veces puede otorgar privilegios a sus seguidores, pero cuando le hace un favor a alguien suele hacerlo con una segunda intención, habitualmente perversa. Incluso puede servirse de un aspecto humano y emplear nuestro lenguaje. Su rol consiste en servir de mensajero a los Dioses Exteriores y es también la mano derecha de Azathoth. Sin embargo, al carecer este último de inteligencia, Nyarlathotep puede aprovecharse de él fácilmente y utilizar su posición de emisario para garantizarse el miedo y el respeto de los demás seres del Cosmos.
En el relato Nyarlathotep es descrito como un "hombre alto y oscuro" que se parece a un faraón egipcio. En esta historia vaga por la Tierra, reuniendo legiones de seguidores mediante sus milagros y sus extraños artefactos, el narrador del relato entre ellos. Estos seguidores pierden la consciencia del mundo que los rodea.

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