Ya tenía seis siglos la fotaleza de Jaygarhr, la "Roca de la Victoria" de Amber, capital de Rajput Kachhawah en Rajasthán, cuando en 1600 el rey Man Singh comenzó a renovarla transformándola en una residencia de ensueño, pero fue su nieto Jay Singh II llamado Mirza Hajah "Noble Soberano" quién llevó acabo la obra. Aliados y emparentados con los moghul, los kacckawaha obtuvieron de los emperadores de las actividades administrativas volvieron a Amber siempre cargados de importantes botines, escondiéndolos en los lugares más inalcanzables del castillo bajo la custodia de valientes guerreros de la tribu Mina.
Cada vez que un Kachhawah ascendía al trono, una mina lo conducía a la estancia del tesoro con los ojos vendados y, una vez allí, le permitía elegir una sola pieza; posteriormente, sólo su sucesor podría entrar en el subterráneo. De defender aquellas riquezas fabulosas, se encargaban los fieles mina y las poderosas murallas del Jaygarhr, la ciudad que estaba rodeada por una amplia muralla y las colinas circundantes que disponían de altas torres de vigilancia.
Cuando el emperador Aurangzeb, preguntó a Jay Singh II como habría hecho su Amber, éste abrió un granado y se lo dio sonriendo. Los Kachhawah podían presumir de tener la artillería más poderosa de la India y el que todavía hoy es el cañón sobre ruedas más grande del mundo. Fundido en la fundición de la fotaleza, tiene dos metros y medio de alto y seis de largo. Pesa 50 toneladas.
Se necesitaban cuatro elefantes para transportarlo, y cuando -raramente- disparaba, el cañonazo era tan fuerte como para sacar el agua de los pozos próximos; era como un pequeño terremoto balístico. Finalmente la defensa del castillo y de su tesoro estaba confiado a las potencias celestiales: Man Singh, que había sido gobernador de Bengala, había traido de aquella provincia el culto de Kalir, la diosa de la destrucción y de la muerte, a la que levantó un templo en el castillo; hasta no hace muchos años le eran tributados sacrificios de cabras y búfalos. Las riquezas y la belleza de Amber no dejaron de suscitar la envidia de los desconfiados emperadores moghul, cuyos celosos cortesanos no dejaban de lanzar calumnias sobre aquellos vasallos demasiado poderosos.
Así, el gran moghul Jahangir, cuyo padre Akbar había comenzado en 1571 la construcción de la ciudad de Fathepur Sikri que el hijo consideraba como la más bella del mundo, quiso ver en persona, en 1620, la residencia de aquel príncipe heredero que osaba rivalizar con él.
Informando de la ilustre y temible visita Jay Singh I eligió la prudencia en lugar de la ostentación, e hizo recubrir de estuco blanco las paredes de todos los palacios escondiendo la suntuosa decoración. El emperador satisfecho se encontró frente a una hilera de edificios blancos e intrascendentes.
Tres siglos y medio más tarde, en torno a 1970, también el gobierno de la India fue burlado por la prudencia de los Kachhawah.
En efecto, gastando sumas considerables, fueron iniciadas las excavaciones a la búsqueda del fabuloso tesoro, que se decía que podía equivaler a 25 millones de euros. Nunca fue encontrado.
Buscar este blog
jueves, 25 de mayo de 2017
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario