Vlad III, señor de Valaquia en el siglo XV de nuestra era, pasaría a la historia por su aferrada resistencia ante la amenaza otomana, y se convertiría en héroe nacional de lo que hoy conocemos como Rumania, pero también la historia le recordarían como un dirigente de extrema violencia y crueldad, y por ser la figura histórica detrás de Drácula.
Ascenso al poder
Vlad vivió en tiempos y territorios convulsos: los Balcanes del siglo XV. Transilvania, Moldavia y Valaquia formaban la Tara Romaneasca, es decir, Rumania, donde los soberanos católicos de Hungría se enfrentaban a los turcos; unos y otros guerreaban para que los voividas se decantasen por su bando.
En la Valaquia de principios del siglo XV reinaba el caos, y en ese entonces el padre de Vlad III, Vlad II, esperaba con ansias acceder al trono de su patria, pero fue su hermanastro Alexander Aldea quien se impuso.
Hacia el año 1431, Vlad II ingresó a la orden del dragón, dicha orden estaba conformada por 24 nobles del más alto rango, y tenían la misión de detener de la expansión otomana en Europa, luchar contra la herejía y defender la familia imperial. Desde ese entonces fue conocido como Vlad Dracul, "dragón", y su hijo, nacido en ese mismo año sería conocido como Vlad Draculea ó Drácula, hijo del dragón. Segismundo de Luxemburgo, emperador y rey de Hungría encomendó a Vlad II la defensa de la frontera de Transilvania, y Vlad se dedicó cinco años a conjurar en contra de su hermanastro Alexander, incluso con la ayuda otomana para acceder al poder, pero no se hizo del trono hasta que falleció su hermanastro hacia el 1436.
Una vez en el poder, Vlad II cambió de bando según sus intereses. El resultado fue que Juan Hunyadi, regente de Hungría invadió Valaquia en los años 1442-1443 para instaurar un voivoda de mayor confianza. Por otro lado en 1444 el sultán Murad II le tendió una emboscada y lo forzó a dejar como rehenes a dos de sus hijos: Radu, el hermoso y Vlad Draculea. A cambio le proporcionó fuerza militar para recuperar Valaquia.
Durante años Drácula y su hermano vivieron en la corte otomana, donde fueron bien tratados y compartieron infancia con Mehmet, el futuro conquistador de Constantinopla, sin embargo, Drácula les guardó rencor, por lo contrario su hermano se convirtió al islam. Por su parte su padre no dudó en cambiar de bando otra vez. Por fin, en 1477, los boyardos mataron a golpes a Vlad II y cegaron y enterraron a su hijo mayor, Mircea. Hunyadi puso al frente de Valaquia a Vladislaus, otro noble valaco.
En este momento irrumpió en la historia, Drácula, entonces un joven 16 años. En 1448, con ayuda otomana expulsó al nuevo voivoda de Valaquia, pero los húngaros lo repusieron en el trono pocos meses después. Sin embargo, Vladislaus cometió un error, decantarse a favor de los turcos, algo que encolerizó a los turcos , que segaron la hierba bajo sus pies. Drácula aprovechó la oportunidad y enfrentó y asesinó a su rival en un combate personal.
La táctica que utilizó Vlad III para afianzar su poder consistió en nombrar a plebeyos, incluso a extranjeros, para todos los cargos públicos. En cuanto a los boyardos, en la Pascua de 1459 invitó a doscientos a una gran cena junto a su familia. Los ancianos y mujeres fueron asesinados y el resto convertidos en mano de obra.
El reinado del terror
La fama que iba a convertir a Vlad III en el terror de los Balcanes se la ganó por el trato brutal que dio a las minorías. Para librarse de vagabundos y mendigos, les invitó a un banquete, cerró las puertas y los quemó a todos. Los gitanos fueron exterminados o alistados a la fuerza en el ejército. En cuanto a la población sajona les impuso fuertes cargas fiscales y bloqueo su comercio cuando se negaban a pagar. Entonces los sajones y húngaros comenzaron a apoyar a nuevos pretendientes al trono. Cuando la ciudad sajona de Brasov apoyó a uno de ellos (Dan III), la respuesta de Vlad fue terminante: empaló a 30 mil personas, cenó entre los moribundos para después quemar la Brasov. Desde ese entonces dejaron de llamarle Vlad Drácula, para comenzar a llamarle Vlad Tepes, "el empalador". Tampoco dudó en castigar a los miembros del clero católico. Eso llamó la atención del papa Pío IV, quien en un informe afirmó que Vlad había asesinado a 40 mil personas.
Lucha contra los turcos
Las campañas en contra de los turcos fueron brutales, aunque éstos tampoco titubeaban en castigar a los que se les resistían. En 1459 Mehmet II envió una embajada para reclamar un tributo consistente en 10 mil ducados y 300 jóvenes. La respuesta del empalador fue clavar los turbantes de los embajadores en sus cabezas, pretextando que le habían faltado al respeto al no descubrirse para saludarle. En 1461, los turcos intentaron entablar conversaciones de paz con Vlad III, pero en realidad tenderle una emboscada. Vlad respondió con una incursión en contra de los dominios turcos al sur del Danubio. En 1462 escribió a Matias Corvino explicándole que había cortado 24 mil cabezas, y como prueba de ellos le envió numerosos sacos llenos de narices y orejas cortadas, aunque reconoció que la mayoría de las víctimas eran campesinos.
Hacia 1462 Mehmet reunió una fuerza de 90 mil hombres y asoló Valaquia, ahí le esperaba Vlad con 30 mil hombres, optó por acosar a los turcos con ataques nocturnos y también utilizó el terror: empaló a cerca de 23 mil prisioneros. El sultán se horrorizó ante las acciones de quien había sido su compañero de la infancia.
La derrota ante los turcos no e debió al poderío o habilidad de sus fuerzas militares, sino a la táctica utilizada por el hermano de Vlad, Radu, quien convenció a las minorías desplazadas prometiéndoles regresarle sus sitios de honor. Vlad ofreció una lucha encarnizada pero finalmente fue apresado el 26 de noviembre de 1462. Drácula permaneció poco tiempo en su prisión gracias a su influyente primo, Esteban III de Moldavia. Esteban expulsó a Radu, pero no devolvió el trono a su primo Vlad, en su lugar colocó a Barasab Laiota. Éste escasamente agradecido con su protector, negoció con los otomanos para sacudirse el yugo de Moldavia.
En 1476 Vlad III, se enfrentó y derrotó a Barasab y recuperó el poder. Pero poco tiempo después Barasab regresó con tropas otomanas. Vlad murió en combate; su cabeza fue llevada a Constantinopla para exhibirla y disipar así el terror que inspiraba su nombre.
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