Producto de la unión de Loki con la giganta Angrboda nació Hela, la soberana del reino de los muertos. Mitad mujer hermosa y mitad cuerpo putrefacto, Hela impresionó a los dioses con su aspecto, y fue relegada a presidir el Helheim que se encuentra cerca de las raíces del árbol Yggdrasil. La entrada es guardada por un perro feroz llamado Garm, y por el gigante Hraesvelg, quien se place al devorar cadáveres. A diferencia de nuestro infierno, en Helheim abundan las tinieblas y el frío; en este mundo habitan los hombres muertos por vejez o muerte natural y los transgresores de las leyes divinas y humanas.
Hela habita en un palacio prodigioso de nombre Eliud (la miseria) rodeado de altas rejas. En contadas ocasiones abandona sus dominios y sale a recorrer la tierra a lomos de su caballo de tres patas, Helhest. En tiempos de hambruna o de peste, si parte de una población lograba sobrevivir los vikingos solían decir que Hela había usado su rastrillo, por el contrario si no había sobrevivientes decían que había usado su escoba.
En días de verano, cuando el clima es más agradable, el Dios Ullr reside junto a ella, quizá fungiendo como su amante. Ullr también es amigo de el dios Balder, y le acompaña durante esos meses; ambos se encuentran allí durante el solsticio de verano, el momento que la luz cede poco a poco a la oscuridad.
Durante el Ragnarök, el gallo rojo de Hela le dará aviso de la batalla. Y ella acompañada de los habitantes de su reino y de Loki, quien en aquel momento ya estará liberado de sus cadenas, enfrentará a las fuerzas de Odín.
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