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domingo, 15 de octubre de 2017

La rebelión de Espartaco

Líderes de la rebelión

  • Espartaco: Según algunas fuentes (Apiano y Floro) nació en Tracia al rededor del año 113 a.C., fue soldado en las tropas auxiliares de Roma de la cuál desertó, esto hizo que lo redujeran a la esclavitud junto con su hermano, fueron llevados a trabajar a una cantera de yeso pero su fuerza fue comprado por Léntulo Batiato mercader de una escuela de gladiadores de Capua.
  • Crixo: Originario de Galia, capturado cuando combatia con los Alóbroges contra Roma. Fue entrenado en la escuela de Batiato en Capua, su compañía de gladiadores celtas atacó puntos débiles del enemigo. Crixo se separó del contingente de Espartaco ya que quería regresar a la Galia y Crixo optó por el saqueo, aunque otras fuentes dicen que era una estrategia militar. En la batalla del Monte Gárgano Crixo usó a su infantería germana la cual fue derrotada lo que lo obligó a pelear de forma defensiva terminando en la derrota y muerte de Crixo y todo su contingente. Espartaco honró la memoria del ex gladiador Crixo con juegos funerales en los que obligó a 300 prisioneros de guerra romanos a luchar a muerte como gladiadores.
  • Enomao: Gladiador galo que murió tempranamente en la tercera guerra servil, participó en la derrota de Cayo Claudio Glabro quien trato de sitiar a los esclavos en el monte Vesubio.
  • Castus: Gladiador de orígen romano o celta, murió a manos de las fuerzas de Mario Licinio Craso en la batalla de Cantenna en Lucania.
  • Gannicus: Gladiador celta de la escuela de Capua, en el invierno del 71 a.C. se separó junto con Castus siendo seguidos por celtas y germanos, murió en Lucania cerca del Monte soprano cuando Craso, Pompeyo y Rufus los atrincheraron y vencieron en batalla.

Historia de la rebelión

En el año 73 a. C., Espartaco ideó y llevó a cabo una rebelión a fin de escapar junto aproximadamente 74 hombres, durante el camino encontraron un convoy que transportaba armas de gladiadores, lo asaltaron y se retiraron al Monte Vesubio, desde dónde comenzaron los pillajes en las localidades vecinas, se estableció un reparto equitativo del botín entre todos sus hombres lo que le atrajo gran número de seguidores entre los esclavos de las fincas aledañas al volcán. Contrario a la doctrina militar romana, e infravalorando completamente a los ex esclavos, Claudio Glabro estableció su campamento al pie de la montaña, donde descendía el único camino proveniente de la cúspide, sin establecer una valla de protección. Al tener conocimiento de este hecho, Espartaco hizo descender a sus hombres por la parte más escarpada del volcán, atados por cuerdas a la cepa de una vid silvestre, cayendo por sorpresa sobre los soldados romanos, causándoles numerosas bajas y obligando a los supervivientes a darse a la fuga desordenadamente, dejando el campamento en manos de los esclavos. 

Enviaron contra los rebeldes dos legiones traídas de la frontera norte de Italia, al mando del pretor Varinio. Este trató de cercar a Espartaco con una maniobra en tenaza, para lo que dividió sus fuerzas en tres partes. Aprovechó la división de las fuerzas romanas y derrotó separadamente a los dos ayudantes de Varinio y después a las del pretor, llegando al punto de capturar los lictores del pretor y su propio caballo. Varinio tuvo que huir a pie.

El movimiento de los rebeldes se extendió a todo el sur de Italia. Salustio habla de la masacre de los esclavistas y de las crueldades cometidas por los anteriormente esclavos contra sus antiguos opresores. Espartaco, consciente que esas acciones terminarían por desmoralizar a los mismos rebeldes, se dedicó a organizar un ejército regular disciplinado que pudiera enfrentarse con éxito a las poderosas legiones. Formó un ejército de unos 70 000 hombres, preparó la construcción de armas y organizó la caballería. Aunque no hay información precisa al respecto, se puede afirmar que el plan de Espartaco consistía en reunir el mayor número posible de rebeldes y sacarlos de Italia cruzando los Alpes. Esta era la única posibilidad de libertad para la mayoría de ellos, puesto que una vez fuera de Italia muchos rebeldes podrían escapar a territorios que aún no habían sido conquistados por Roma, era consciente de que no podría sostener una larga guerra de desgaste contra la República.

Crixo y los suyos estaban empeñados en presentar batalla a los romanos, derrotarlos e incluso tomar Roma, incluso se cree que los estratos pobres de la población lo apoyaban. El gobierno romano, habiendo notado las constantes derrotas de sus legiones, se dio cuenta de la gravedad del peligro y en el año 72 a. C. envió contra los ex esclavos los ejércitos de los cónsules Léntulo y Gelio. Surgieron disensiones entre los rebeldes, cuyo resultado fue la separación de un grupo de unos 20 000 hombres, compuesto en su mayor parte por galos y germanos, al mando de Crixo. Debido a la falta de hábilidad estratégica de Crixo el propretor Arrio los interceptó y derrotó en Apulia.

Este debilitamiento momentáneo no significó ningún problema para Espartaco quién infligió una serie derrotas a Léntulo, Gelio y Arrio a su paso por los montes Apeninos. Sus tropas se siguieron fortaleciendo hasta el punto que Apiano dice que llegó a reunir un número de 120 000 hombres en total.

Los romanos hicieron un último intento de evitar su salida de la Península. El gobernador de la provincia de la Galia Cisalpina, Cayo Casio Longino reunió sus fuerzas y esperó la llegada de Espartaco en el Valle del Po, en la ciudad de Modena, dónde fue derrotado por Espartaco, quién en lugar de llegar a los Alpes volvió al sur, se cree que fue porque los rebeldes querían culminar su venganza contra Roma antes de escapar y a él no le quedó más que someterse.

Se acercaron a Roma tomando una postura pasiva, las diez legiones romanas eran dirigidos por el pretor Marco Licinio Craso adoptando una postura defensiva con el fin de acorralarlos en la región del Piceno en espera de refuerzos. Uno de sus ayudantes Mimmio, quien tenía órdenes de dirigirse a una posición más avanzada de la que ocupaban los rebeldes con el fin de rodearlos, optó por atacarlos directamente, siendo derrotado; esto dio como resultado que muchos legionarios huyeran. Espertaco siguió hacia el sur. Craso decidió tomar medidas severas para restablecer la disciplina entre sus tropas. A los que huyeron ante sus enemigos los diezmó con la decimatio, un castigo que no se utilizaba desde hacía mucho tiempo, y que consistía en condenar a muerte a uno de cada 10 de los desertores. Ordenó a sus hombres que mataran a golpes a cada uno de los condenados.

Mientras tanto, Espartaco llegaba a Campania y avanzando más llegó a los alrededores de la ciudad de Turi, más tarde Espartaco y su ejército llegaron al mar Tirreno, en la zona de Calabria. Aquí entró en contacto con los piratas de Cilicia, quienes prometieron darle una flota para transportar las tropas rebeldes a Sicilia con el fin de hacer de la isla un bastión rebelde inexpugnable. Sin embargo, los romanos se percataron de la intención de Espartaco, por lo que sobornaron a los piratas y éstos traicionaron a Espartaco.

Craso, habiendo llegado desde el norte, y enterado de que los rebeldes trataban de pasar a Sicilia, aprovechó la ocasión para encerrarlos en el extremo sudoccidental de la península itálica. Con este fin construyó de mar a mar una línea fortificada de unos 65 km, compuesta de un amplio y profundo foso y una valla de cuatro metros y medio de altura. Espartaco intentó forzar el paso una vez sin éxito, pero luego recurrió a una astuta táctica utilizada por Aníbal contra los romanos 144 años antes. Durante una noche tormentosa reunió todo el ganado que pudo, puso antorchas en sus cuernos y los arrojó hacia la valla. Los romanos se concentraron en el punto a donde se dirigían las antorchas, pero pronto descubrieron, para su sorpresa, que no eran hombres, sino reses. Los rebeldes, por su parte cruzaron la valla por otro sector sin ser molestados y regresaron a Lucania, en la parte norte del golfo de Tarento.

El Senado perdió la fe en Craso al ver que no podía vencer a los esclavos. Enviaron entonces al general Cneo Pompeyo, recién llegado a Italia desde Hispania, donde había reprimido hacía poco la rebelión de Sertorio. A Licinio Lúculo, lugarteniente de Macedonia, se le dio orden de desembarcar con sus tropas en el puerto de Brindisi desde Grecia. La idea del Senado era cercar a los esclavos desde tres frentes: noroeste (Pompeyo), suroeste (Craso) y este (Lúculo). En total, los romanos sumarían unas 20 legiones (alrededor de 120 000 hombres), de las cuales, las de Pompeyo sobresalían por su valor y moral, ya que regresaban de una campaña victoriosa.

Por fin, Espartaco se acercó a Brindisi. Posiblemente pensó en cruzar el mar Adriático y desembarcar en Grecia o Iliria. Pero realmente no tenía la posibilidad de efectuar este plan, dado que no tenía medios de transporte, ni siquiera había podido atravesar el angosto estrecho de Mesina, menos aún podría atravesar el mar Adriático. Sin embargo, Espartaco quiso hacer la prueba. Al llegar cerca de la ciudad, sus espías le informaron de que Lúculo ya se encontraba en ella. Entonces retrocedió para enfrentarse a Craso y Pompeyo.Justo en esta circunstancia peligrosa surgieron otra vez disensiones entre los rebeldes. De nuevo los galos y los germanos, al mando de Castoy Gannicus (unos 30 000 hombres), se separaron de Espartaco y fueron derrotados por Craso. Si bien al comienzo de la rebelión la separación de un grupo similar no había tenido mayor importancia, ahora la situación era completamente distinta. Cualquier debilitamiento de las fuerzas rebeldes resultaría mortal, puesto que ya no había reserva de esclavos que pudieran unírseles. De esta manera, a Espartaco le quedaron alrededor de 80 000 hombres.

Los remanentes de las tropas de Espartaco se dispersaron. Un cierto número de ellos logró huir y se refugió junto a los piratas de Cilicia. Pero los que no lo hicieron fueron sistemáticamente perseguidos: Pompeyo logró destruir a una tropa de 5000 hombres que se dirigía hacia el norte tratando de salir de Italia por los Alpes, como era la intención inicial de Espartaco.En el año 71 a. C., en Apulia, se libró la última batalla (llamada por algunos historiadores batalla del Río Silario). Antes de la misma le llevaron su caballo a Espartaco, y él lo mató con su espada, diciendo: «La victoria me dará bastantes caballos de entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no lo necesitaré». Decidió combatir a pie con todos los demás. Los rebeldes, impulsados por el ejemplo de Espartaco, dispuestos a vender cara su derrota y jamás volver a servir a los romanos, pelearon desesperadamente, pero no pudieron resistir la superioridad de las legiones romanas fogueadas en las campañas de Hispania. 60 000 rebeldes cayeron en la batalla; en cambio los romanos solo perdieron 1000 hombres. No se pudo localizar el cadáver de Espartaco. Los romanos hicieron 6000 prisioneros y decidieron dar al mundo una lección: todos los exesclavos prisioneros fueron crucificados a lo largo del tramo de la Vía Apia entre Capua y Roma, separados uno del otro unos 10 m aproximadamente.

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