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miércoles, 16 de agosto de 2017

ICARO Y DÉDALO


Dédalo, natural de Atenas, es, sin duda, uno de los personajes arquetípicos más afamados de la mitología griega. 

Según se cuenta, Dédalo vivió durante un tiempo en Atenas, donde tenía por discípulo a su sobrino Talo, hijo de su hermano Pérdix. Era tal el talento de Talo, que inspirándose en la mandíbula de una serpiente, inventó la sierra, esto provocó la envidia de su tío, quien lo precipitó desde lo alto de la Acrópolis, dando así muerte a su sobrino. 

Dédalo hubo de comparecer en el Areópago, donde fue encontrado culpable y obligado al destierro. Huyó hacia Creta donde se convirtió en el arquitecto y escultor personal del rey Minos. Fue él el encargado de construir una vaca de madera para Pasífae, y también se le encomendó a él la construcción del laberinto que encerraba entre sus galerías al Minotauro. 

Muerto el minotauro (click para leer su mito), Minos determinó encerrar en el laberinto a Dédalo y a su hijo Ícaro. Haciendo gala de su ingenio, Dédalo resolvió fabricar unas alas para él y su hijo, las pegó con cera y huyeron volando de su prisión. Dédalo recomendó a su hijo que no se excediera en la altura de su vuelo ni que volara tan bajo, pero Ícaro extasiado se llenó de orgullo y no atendió a los consejos de su padre. Voló tan alto y tan cerca del Sol, que éste derritió la cera provocando la caída del osado joven. Ícaro perdió la vida en el mar, esas aguas son conocidas como Icaria desde ese entonces.  

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