En 1187 Egipto, Damasco, Mosul y Alepo -los principales centros de poder musulmán en Tierra Santa- se habían unido bajo el mando de Saladino. El 2 de julio se sitió la fortaleza cristiana de Tiberiades. El rey Guy de Jerusalén consideró que tenía la oportunidad de atrapar a Saladino lejos de su base. El conde Raimundo de Tiberíades pensó que su esposa, Eschiva, podía quedarse en el castillo y que las cruzadas debían permanecer en una fuerte posición defensiva en Seforia.
Guy desobedeció sus órdenes, y el ejército partió de Seforia el 3 de julio al amanecer y acampó en un par de colinas conocidas como los Cuernos de Hattin, donde no había ninguna fuente de agua. Bien entrada la noche, los hombres de Saladino prendieron fuego a la hierba para enviar nubes de humo asfixiante al campamento cruzado, y al amanecer sus arqueros montados dispararon una lluvia de flechas. La mayoría de los 14 mil soldados de infantería cristianos retrocedieron hasta la cumbre sin esperar recibir órdenes de Guy. Sin embargo, los 2 mil caballeros y hombres de armas cristianos atacaron y expulsaron a los arqueros musulmanes. Se reorganizaron y, junto a unos 2 mil soldados de caballería ligera, atacaron una y otra vez. En cada ocasión, la caballería cruzada aspiraba a abrirse paso entre las líneas musulmanas para llegar al lago Tibiríades en busca de agua para saciar su sed.
A mediodía la caballería cruzada había conseguido inflingir algunas bajas, pero sin su infantería eran incapaces de realizar progresos duraderos. Se llevaron a acabo algunas cargas en dirección a las fuentes de agua fresca del pueblo vecino de Hattin, pero obtuvieron el mismo éxito que los intentos por llegar al lago.
Entre los que consiguieron escapar del cerco cada vez más denso de musulmanes, estaba el conde Raimundo, que cabalgó hacia Trípoli por la costa. El combato se volvió menos violento por la noche, y varios grupos de cruzados se escabulleron al abrigo de la oscuridad.
La batalla se reanudó al amanecer, pero los cruzados estaban agotados y se desplomaron a causa de la sed. El obispo de acre levantó la Vera Cruz por encima de su cabeza y dirigió un nuevo ataque, pero cayó fulminado, la Vera Cruz fue capturada, y la mayoría de los participantes en el ataque, eliminados.
Hacia mediodía, Guy se rindió. Sus hombres simplemente ya no se tenían en pie. Saladino ordenó la ejecución de los caballeros templarios, junto con unos individuos más que nombró. El resto de cruzados fueron vendidos como esclavos. Guy y unos cuantos nobles fueron rescatados más tarde.
Dos meses después de la victoria en Hattin, Saladino había conquistado Tiberíades, Acre, Nablus, Jaffa, Sidón, Beirut, y Ascalón. Finalmente, el 2 d octubre, conquistó Jerusalén. Cuando la noticia de la victoria de Hattin y la caída de Jerusalén llegó a Roma, el papa Urbano III murió de la impresión. Su sucesor, Gregorio VIII, convocó una Tercera Cruzada para recuperar Tierra Santa.
Fuente: 1001 batallas que cambiaron el curso de la historia. R.G.Gran
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