Construido sobre el Lago Neuchâtel para cerrar la entrada litoral, el castillo de Grandson se remonta al siglo XI. Pertenecía a una de las familias más ilustres de Suiza de la que tomó nombre, que dio obispos de Basilea, Lausana, Ginebra, Toul y Verdún, y que se extinguió en 1397 con Otón, muerto en un duelo judicial. El Caballero sin Igual tal como era conocido Otón, cortejaba a la bella Catherine de Belp, mujer de Gérard d'Estavayer, el cual, para vengarase, lo acusó de haber intentado envenenar al conde de Saboya Amadeo VIII. La prueba, según la usanza medieval, vendría proporcionada por el juicio de Dios: un encuentro a sangre entre dos contendientes, armados de lanzas, dos espadas y un puñal. Se convino que el vencido perdería las dos manos a menos que confesse, Otón el delito de envenenamiento o Gérard la calumnia. Otón fue batido y Gérard lo conminó a confesar el crimen, pero el primero respondió extendiéndole los brazos, de los que Gérard cortó las manos de un solo tajo.
En 1476, el castillo de Grandson fue atacado por el gran ejército del duque de Borgoña Carlos el Temerario decidido a someter a los suizos. Los asediados, cerca de ochocientas personas entre las que había muchas mujeres, niños y ancianos, resistieron diez días hasta que al undécimo se rindieron, cediendo ante las promesas de clemencia hechas por un enviado del duque. Pero, en cuanto pudieron entrar al castillo, Carlos los hizo matar a todos, colgando a cientos en los árboles próximos y ahogándolos en las aguas del lago. Ante aquella noticia los confederados suizos marchando furibundos sobre Grandson, enfrentandose y venciendo al duque que contaba con un ejército que los doblaba por el número de sus efectivos. El castillo fue tomado al asalto con tal ímpetu que la guarnición borgoña entregó rápidamente las armas, y los cuerpos de los suizos colgados de los árboles fueron enterrados y sustituidos por los de los borgoñeses. El botín que los vencedores se llevaron fue inmenso: cañones, diferentes tipos de armas de fuego, enseñas, ropas de seda y todo lo que pudieron encontrar en el trono del duque, vajillas de oro y plata, cuatrocientos cofres de viaje llenos de telas preciosas y gran cantidad de monedas del tesoro de Carlos, que en la fuga desesperada perdió también un diamante "que valía más que una provincia, uno de los más grandes de la cristiandad" y que después de haber pasado por muchas manos acabó por adornar la corona del rey de Francia. Aquella victoria y aquellas riquezas acabaron por cambiar el destino de Suiza: desde entonces los montañeses abandonaron su duro trabajo en los campos para convertirse en soldados de aventura.
En el lago el inconfundible perfil del castillo aparece alargado, elegante, esencial, coronado por delicadas torrecillas. En realidad es un conjunto más bien heterogéneo: los barrios de Petit y del Grand Château estan rodeadas por una elevada muralla rectangular, que tenía 60 metros de larga, un poco curvada hacia el sur separada por tres grandes torres circulares y por dos semicirculares. Todo lo que queda en la vieja fortaleza de los Grandson que como cimera elevaban una campana con el significativo texto: à petit cloche grand son, en el fruto de los siglos de modernizaciones. Los más decisivos se remontan a 1875, cuando el barón de Blonayadquirió el castillo y realizó una importante tarea de restauración. En 1910 el arquitecto Otto Schmid sanó el área oriental y la actualizada morada feudal fue embellecida aplicando todas las modernas técnicas recién descubiertas. En la segunda posguerra del siglo XX, el arquitecto von Cabota recreó estancias renacentistas, capillas y otras dependencias. Fue, además inaugurado un Museo del Automóvil. En 1983 fue comprado por la Fundación Zurich para el arte, la cultura y la historia y fue inaugurada una exposición sobre armas antiguas con una sección dedicada a la guerra de Borgoña.
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