Buscar este blog

domingo, 25 de junio de 2017

LA MANDRÁGORA


Como el Borametz, la planta llamada Mandrágora confina con el reino animal, porque grita cuando la arrancan; ese grito puede enloquecer a quienes lo escuchan (Romeo y Julieta, IV, 3). Pitágoras la llamó, "antropomorfa"; el agrónomo latino Lucio Columela, "semi-homo", y Alberto Magno pudo escribir que las Mandrágoras figuran la humanidad con la distinción de los sexos. Antes, Plinio había dicho que la Mandrágora blanca es el macho y la negra es la hembra. También, que quienes la recogen trazan alrededor tres círculos con la espada y miran al poniente; el olor de las hojas es tan fuerte que suele dejar mudas a las personas. Arrancarla era correr el albur de espantosas calamidades; el último libro de la Guerra judía de Flavio Josefo nos aconseja a acudir a un perro adiestrado. Arrancada la planta, el animal muere, pero las hojas sirven para fines narcóticos, mágicos y laxantes. 

La supuesta forma humana de las Mandrágoras ha sugerido a la superstición que éstas crecen al pie de los patíbulos. Browne habla de la grasa de los ahorcados; el novelista popular Hanns Heinze Ewers, de la simiente. Mandrágora, en alemán, es Alraune; antes se dijo Alruna; la palabra trae su origen de runa, que significó "misterio", "cosa escondida", y se aplicó después a los caracteres del primer alfabeto germano. 

El Génesis (XXX, 14) incluye una curiosa referencia a las virtudes generativas de la Mandrágora. En el siglo XII, un comentador judeo-alemán del Talmud escribe este párrafo: 

Una especie de cuerda sale de una raíz en el suelo y a la cuerda está atado por el ombligo, como una calabaza, o melón, el animal llamado Yadu´a, peo el Yadu´a es en todo igual a los hombres: cara, cuerpo, manos y pies. Desarraiga y destruye todas las cosas, hasta donde alcanza la cuerda. Hay que romper la cuerda con una flecha, y entonces muere el animal. 

El médico Discórides identificó la Mandrágora con la "circea" o hierba de Circe, se la que se lee en la Odisea, en el libro décimo:

La raíz es negra, pero la flor es como la leche. Es difícil empresa para los hombres arrancarla del suelo, pero los dioses son todopoderosos. 

FUENTE: El libro de los seres imaginarios. Jorge Luis Borges. 

0 comentarios:

Publicar un comentario