Cuenta Ovidio en las Metamorfosis, que Narciso nació producto de la unión entre el dios Cefiso y la ninfa Liríope. Al nacer el pequeño, sus padres consultaron al famoso adivino ciego Tiresias, aquel les mencionó que el niño llegaría a la vejez si no se miraba a sí mismo.
Llegado a la edad viril, Narciso se convirtió en un joven de increíble belleza, y como era de esperarse desató la pasión de numerosísimas doncellas pero el joven permanecía insensible a ello. Eco fue una de las ninfas que sucumbió a los encantos de Narciso. Pero el comportamiento del joven no cambió y le rechazó. Roto su corazón, Eco se retiró a un lugar solitario donde cesó de alimentarse y adelgazó tanto que sólo quedó de ella su voz lastimera que desde ese entonces repite las palabras de los mortales.
Las doncellas despreciadas por Narciso claman venganza a los dioses, su petición es escuchada y Némesis acude a su llamada. Este provoca que un día se torne en extremo caluroso, Narciso, que había ido a cazar, se ve obligado a tomar agua de un lago, en él ve, por accidente, su reflejo y se enamora de sí mismo. Ya insensible a lo que ocurría a sus alrededores, se deja morir, inclinado sobre su imagen. Se cree que aún en el río Estigia busca en las aguas su imagen para contemplar sus amados rasgos. Ahí donde murió nació una flor que aún hoy en día lleva su nombre
Otra versión la refiere Pausanias; él afirma que Narciso tenía una hermana gemela, y lógicamente ambos eran bellísimos. La muchacha murió y Narciso que la amaba entrañablemente, experimentó un fortísimo dolor. Un día que caminaba cerca de un río, creyó por un instante ver a su hermana, aunque él sabía que esto no era cierto, acudía diariamente a contemplar el reflejo de su rostro, hasta que la muerte les unió.
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