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sábado, 17 de junio de 2017

ÁRTEMIS Y ORIÓN


Orión era un gigante que se dedicaba a la caza y como todo gigante se cree que era hijo de la Tierra, pero la versión más difundida afirma que nació de la unión entre Euríale y Poseidón. De éste último heredó la habilidad de andar por la superficie del mar. Orión era de una belleza admirable, de singular habilidad y de prodigiosa fuerza. 

Se cuenta que en cierta ocasión, Orión se encontraba en la isla de Creta junto a Sirio, su perro. Fue ahí donde se encontró con Ártemis, la diosa de la caza, entre ambos la atracción fue inmediata. El gigante se había enamorado de la diosa a la que tanto culto le rendía. Por su parte Ártemis se enamoró profundamente del gigante, y pasaba los días y las noches cazando y disfrutando de la vida en pareja. Esto provocó el enojo y los celos de Apolo, el hermano de Ártemis, quien argumentando que su hermana había descuidado sus funciones, ideó una forma para librarse de la presencia de Orión. El plan fue el siguiente: enviar un enorme escorpión para que atacase a Orión, sin embargo, el gigante se defendió con su espada y sus precisas flechas, pero no logró hacerle daño a la casi impenetrable coraza del monstruo. Después de un tiempo, decidió escapar nadando, para dirigirse hacia la isla de Delos. Cuando Apolo se percató de la situación corrió hacia donde se encontraba su hermana a sabiendas de que ella era muy hábil con el arco; le desafió a que acertara a un objetivo, apenas visible, que se encontraba en el mar. Ártemis aceptó y dio en el blanco. 

Emocionada por ganar el desafío, la diosa de la caza festejó su triunfo, pero todo se tornó triste cuando, conmocionada observó que el cuerpo de Orión se acercaba a la costa. Después de llorar nueve días la muerte de su amado, decidió elevarlo, junto a su perro, a los cielos, convirtiéndose así en la Constelación de Orión. 

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