La primera aparición de la palabra mantra se encuentra en el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.). Allí significaba “oración, ruego, himno de adoración, palabra aplastante, canción”
En el budismo tibetano, se considera que cada mantra corresponde a un cierto aspecto de la iluminación. Se recita para identificarse con ese aspecto de la mente iluminada.
Por ejemplo, el conocido om mani padme hum corresponde a la compasión. Se traduce: ‘¡Oh, joya en el loto!’, siendo originalmente el célebre mantraom el símbolo sonoro correspondiente al Brahman, aunque tal mantra pasó a ser parte de una célebre frase budista.
Según la tradición budista pollivetana, un mantra no tiene efecto completo si la práctica de su recitación no es autorizada por un maestro, respaldado a su vez por un linaje de maestros que, en el caso del budismo, supuestamente se remonta hasta el propio Buda.
Según los budistas, además de recitarse, un mantra se puede dejar escrito o hacer ondear con banderas, en la creencia de que produce el mismo beneficio espiritual que si se pronunciara.
Mantra es una palabra sánscrita que se refiere a sonidos (sílabas, palabras, fonemas o grupos de palabras) que, según algunas creencias, tienen algún poder psicológico o espiritual. El término proviene de man- “mente” y el sufijo instrumental -tra, podría traducirse literalmente como "Instrumento mental". Se utiliza ante todo para designar las fórmulas en verso y en prosa que se pronuncian durante las ceremonias litúrgicas; esto no debe sorprender, si se considera que precisamente es en los rituales donde los gestos, palabras y pensamientos adquieren su máxima eficacia.
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