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domingo, 2 de julio de 2017

LA MOMIFICACIÓN EN EGIPTO


A pesar de lo que muchos piensan, los egipcios no fueron los primeros en llevar a cabo procesos de momificación; éste es un honor que corresponde a las momias de la cultura Chinchorro, del desierto de Atacama en Chile, fechadas en el 7 mil antes de Cristo. Así, aunque las momias egipcias son muy antiguas, no son tanto como las chilenas. Los primeros ejemplos de momificación en el valle del Nilo datan del 4 mil antes de nuestra era. Fueron realizadas en pleno período predinástico y se encontraron en el yacimiento de Hieracómpolis, uno de los principales centros políticos de la época y localidad que tuvo mucho que ver en el proceso que acabó por convertir a Egipto en el primer estado centralizado en el mundo. Estos primeros intentos de preservación del cuerpo humano consistieron en colocar puñados de lino embebido en resina en partes concretas del cuerpo para acolcharlo antes de cubrirlo con vendas y finalmente envolver todo el cuerpo en una estera. 

Tras estos primeros intentos se produce un hueco en la documentación hasta la época tinita, cuyos faraones sí se embalsamaron, como demuestra el brazo encontrado en la tumba de Dyer. Posteriormente, durante el Reino Antiguo, la costumbre se extendió a la clase superior de la sociedad. Por entonces, la técnica era diferente a la que sería habitual más adelante. Los cuerpos podían secarse con natrón, pero no se evisceraban, sino que se intentaban convertirlos en una especie de estatuas del difunto. Para ello se vendaba el cadáver y luego se empapaba en resina, apretando la tela contra el cuerpo para moldearlo con toda precisión; tanta que hay momias donde se puede apreciar perfectamente que el hombre estaba circuncidado. En otros casos, en vez de resina se empleó yeso, lo que da al cadáver un aspecto todavía más estatutario, a lo que ayuda el hecho de que, una vez seco el cuerpo se pintaba: el pelo, de negro; los ojos y las cejas, verdes, y la boca, roja. Algunas momias masculinas se completaban incluso con un bigotito o barba. Con esta técnica no se conservaban los cuerpos, sino los huesos, porque dentro de la cáscara de yeso la carne se iba pudriendo. Fue por ese motivo por lo que se comenzó a experimentar con la evisceración, pues, al extraer los órganos internos, la putrefacción se hacía más difícil. Como siempre, los primeros en experimentar la nueva técnica fueron los miembros de la familia real; en este caso se trata de la reina Hetepheres, en cuya tumba aparecen por primera vez los vasos canopios. 

Durante muchos años el proceso de momificación permaneció inalterado, es hasta Reino Nuevo cuando la momificación adquirió sus técnicas definitivas. He aquí una idea general de este proceso:


PURIFICACIÓN. Antes de comenzar la momificación propiamente dicha, el difunto tenía que ser adecuadamente preparado para ella, con rapidez para que el cuerpo no se descompusiera. Recién fallecido, el cadáver era conducido de inmediato a una tienda especial, donde era lavado y quedaba dispuesto para que los embalsamadores comenzaran la parte más truculenta de su labor. 
















EXTRACCIÓN DE ÓRGANOS. El primer paso de la momificación consistía en la extracción de los órganos internos del cadáver del difunto. Primero se secaba el cerebro, a través de la nariz. A continuación, y mediante una incisión en el lado izquierdo del vientre, se extraían los intestinos, el hígado, el estómago y los pulmones; órganos que luego se introducen, momificados, en los vasos canopos.















SECADO Y EL ARREGLO DEL DIFUNTO. La momificación propiamente dicha, es decir, la deshidratación del cadáver para evitar que se pudriera, se lograba enterrando el cuerpo en una sal natural llamada natrón. Tras pasar cuarenta días desecándose, los embalsamadores sacaban al difunto, lo limpiaban y saturaban la incisión lateral del vientre. En el proceso, el cadáver había perdido la mitad de su peso. 















VENDAJE Y AMULETOS FUNERARIOS. Para que el cuerpo del difunto quedara listo para afrontar la eternidad, una vez desecado era ungido con aceites y luego bañado con gran cantidad de resina, que impermeabilizaba el cadáver. El paso final consistía en el vendado, durante el cual los embalsamadores iban tapando con las vendas diversos amuletos, que se encargarían de proteger al difunto de cualquier mal. 

FUENTE TEXTOS E IMÁGENES: National Geographic. Historia. Los primeros faraones. 





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