En el siglo XVIII, el hallazgo de las semejanzas entre el sánscrito, el latín, y el griego llevaron a descubrir una antigua lengua de la que derivan muchas otras: el indoeuropeo, y a la búsqueda del pueblo que la habló y que se extendió por Europa.
La mente humana tiene una tendencia que aún no sabemos si es divina o perversa: el deseo de descubrir un principio que lo explique todo. En el campo del lenguaje se manifiesta en la noción de una lengua original, presente en el mito de la Torre de Babel. Aunque aun no se ha hayado aquel idioma originario, la búsqueda tuvo su momento álgido entre los siglos XVIII y XIX, cuando se descubrió que el amplio abanico de lenguas habladas desde Islandia hasta el golfo de Bengala tenían un origen en común: el indoeuropeo.
De todas las lenguas habladas en Europa sólo cuatro no pertenecen a la familia indoeuropea: el vasco, el finlandés, el estonio y el húngaro. Una buena parte de las lenguas de la India, Pakistán, Irán, Afganistán y de algunas repúblicas soviéticas también se incluyen en la familia indoeuropeo. ¿Quién podía imaginar que un indio y un islandés, un iraní y un sueco, un español y un ruso, un afgano y un francés, un armenio y un inglés, un tayiko y un portugués hablasen lenguas que derivan de un antepasado común? ¿Cómo se llegó a este descubrimiento?
Sorpresa en la India
A partir del siglo XVI, los europeos empezaron a viajar a la India, y a comparar su lengua sagrada, el sánscrito, con las lenguas europeas. En 1583, un mercader italiano con poco sentido comercial, pero con un gran deseo de saber, se embarcó en Lisboa para viajar a la India. Se llamaba Filippo Sasseti. Quizá no hizo grandes negocios, pero aprendió sánscrito y no tardó en descubrir las semejanzas entre esa lengua y el italiano en palabras como "Dios", deva/dio; serpiente, sarpa/ serpe; siete, sapta/sette, o nueva, nava/nove
La historia del descubrimiento del indoeuropeo está plagada de personajes que, como Sasseti, emprendieron el viaje a la India para buscar en la luz de Oriente el origen del lenguaje. William Jones, el niño prodigio que a edad temprana aprendió griego, latín, persa, árabe y hebreo, y que ya como juez viajó en 1783 a Calcuta donde fundó la Asiatic Society. A Jones se le atribuye el honor de ser el primero en plantear el origen común de las lenguas indoeuropeas. Sin embargo, quien primero demostró la semejanza entre el sánscrito, el latín, el griego, el alemán y el ruso fue el jesuita francés Gaston Coeurdoux, en 1767. Pero su obra se conoció tarde y mal, y su hallazgo quedó relagado a un segundo plano.
Fantasías desbordadas
Como la hipótesis de una lengua indoeuropea conlleva la idea de un grupo homogéneo de hablantes, los estudios no tardaron en interrogarse sobre estos indoeuropeos. ¿Cuál fue su origen, cómo era su sociedad? Son preguntas que se han contestado a medias y que han dado lugar tanto a investigaciones rigurosas como a fantasías desbordadas, entre ellas la que identificaba a los indoeuropeos como los hiperbóreos del Polo Norte.
Fue el francés Gobineau quien, en su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, tomó el sánscrito el término arya -que significa el "noble", "honorable"- para proponer la teoría de la supremacía racial de los arios que tan funestas consecuencias tendría en el siglo CC a manaos del nacionalsocialismo.
La cuna de los indoeuropeos
La teoría más aceptada es la de Kurgan que propuso Gimbutas en la década de 1960. Esta arqueóloga lituana consideró que los indoeuropeos eran un pueblo pastoral guerrero y nómada que habitaba la estepa del este de Ucrania y el sur de Rusia. Aprovechando la domesticación del caballo, se expandieron en distintas oleadas por Europa entre 4000 y 1000 A.C. y subyugaron a los pacíficos agricultores del Neolítico.
Otro arqueólogo, el estadounidense, Renfrew, sostiene que el avance de los indoeuropeos no tuvo nada que ver con la guerra, sino que fue una expansión pacífica relacionada con la difusión de la agricultura, que se extendió por Europa y Oriente a partir de 8000 A.C., tras el descubrimiento de los cereales en Anatolia.
Poetas y reyes
La imagen que se desprende de los indoeuropeos a la luz de los antiguos textos es la de una sociedad patriarcal, nómada, pastoral y guerrera, con agricultura estacional y que tenía el caballo como montura, el carro como vehículo, el ganado como riqueza y el sacrificio como religión. Se trataba de una religión sencilla, con un panteón predominantemente masculino, más preocupada por propiciar a los dioses que para conseguir la victoria en la guerra y en el bienestar terrenal que por las cuestiones metafísicas.
Una de las hipótesis más sugerentes sobre la cultura indoeuropea es la llamada trifuncionalidad. Según esta idea, los indoeuropeos veían el mundo a través de un prisma que constaba de tres categorías o funciones: lo sagrado, lo militar y lo económico o productivo. Esta religión se manifestaba en la religión, y también en la sociedad.
Los indoeuropeos se organizaban en clanes liderados por reyes que peleaban entre si para robarse el ganado, pero se unían ante la amenaza del enemigo...
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Para saber más: Los indoeuropeos y los orígenes de Europa. Francisco Villar. Gredos, 1991.
Fuente directa de texto: El origen de los Indoeuropeos. Artículo de Óscar Pujol aparecido en la revista Historia de National Geographic. No. 148
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