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sábado, 25 de agosto de 2018

EL LIBRO DE LOS MUERTOS


De acuerdo a las creencias religiosas del antiguo Egipto, la muerte era solamente un trance necesario para gozar de otra vida y poder disfrutar de los campos de Osiris, el equivalente del paraíso, que constaba de dos regiones: el Campo de las ofrendas y el campo de los Juncos. El camino para poder alcanzar este nivel superior estaba repleto de pruebas que el muerto debía superar haciendo uso de una serie de fórmulas mágico-religiosas. Todas estas fórmulas estaban recopiladas en los papiros elaborados en los talleres del los templos más importantes. Hoy en día conocemos este compendio de textos como "El libro de los muertos" , tal como lo denominó en 1842 el egiptólogo prusiano Lepsius, aunque los egipcios lo conocían como Libro de salir del día o renacer.

El Dios Anubis coloca de un lado de la balanza el corazón del fallecido, y del otro la pluma Maat, si la balanza queda equilibrada, el alma del difunto se salva. 

El Libro de los muertos es, en síntesis, una guía en la que se da cuenta de las diversas situaciones que el fallecido tendrá que afrontar en su viaje al Más Allá. Cada uno de los capítulos de la obra relata las transformaciones que experimenta en su recorrido. Quizás el capítulo más conocido, por ser el más decisivo de la travesía, sea el 125, comúnmente llamado del pesaje del corazón o psicostasia, dado que el corazón representaba las acciones buenas y malas cometidas por el fallecido. Según el relato del Libro de los muertos , el fallecido debe atravesar diversas estancias, recintos cuyos guardianes están armados con cuchillos, quienes cerrarán el paso e interrogarán al recién llegado, de modo que el fallecido debe pronunciar el nombre completo de cada guardián, así como cada una de las partes que componen la puerta de acceso.

Si el enjuiciado no superaba la Psicostasia, el monstruoso Ammit devoraba su corazón 

Contrario a lo que común se piensa, el Libro de los Muertos, es en realidad la etapa final de una larga tradición de literaria funeraria egipcia. Los primeros textos dedicados al tránsito hacia el Más Allá fueron escritos exclusivamente para los reyes y los conocemos como Textos de las Pirámides, pus estaban inscritos en las paredes de las cámaras funerarias de las pirámides del Imperio Antiguo. El más antiguo de ellos se localizó en la pirámide del último faraón de la dinastía V, Unas. Ya en el periodo de la dinastía VI se han hallado otras once pirámides decoradas con textos funerarios. 

Tras la gran crisis que sufrió el Egipto faraónico a finales de la dinastía VI, y que dio paso al Imperio Medio, los textos funerarios que hasta entonces se esculpían exclusivamente para los reyes, fueron difundidos al pueblo, un proceso que se ha conocido como "democratización de la muerte". Los antiguos Textos de las pirámides, modificados y simplificados se representaron en el interior de los pesados sarcófagos de madera, típicos del Imperio Medio, por lo que se les conoce como los "Textos de los sarcófagos"


Con el advenimiento de la Dinastía XVIII, que marca el inicio del Imperio Nuevo, los Textos de los Sarcófagos sufrieron modificaciones y ampliaciones que como resultado dieron el conocido Libro de los Muertos. Fue entonces cuando se extendió la costumbre de reunir los textos en rollos de papiro que se colocaban en el sarcófago o en la cámara funeraria del fallecido. Estos manuscritos, en ocasiones de 40 metros de longitud, eran adquiridos por particulares en previsión de su fallecimiento, o por sus familiares, y en torno a ello se generó una lucrativa industria en las oficinas de los templos.

Ejemplo de un "Texto de las Pirámides" en la pirámide de Teti


Uno de los manuscritos del Libro de los Muertos más espectaculares que se conservan es el Papiro de Ani. Su longitud es de 23,6 metros, data del 1240 antes de Cristo, y muestra una excelente caligrafía y dibujos aún más espléndidos, posiblemente los dibujos más bellos de la papirología egipcia. Su antiguo dueño, Ani, ostentó el cargo de escriba real y su cercanía a la corona le permitió tener acceso a un papiro funerario realizado exclusivamente para él. Hay que tomar en cuenta que pocas personas contaban con un papiro de esa índole, ya que la mayoría de ellos eran una versión estándar donde únicamente se añadía el nombre y títulos de la persona fallecida, en unos espacios que se habían dejado vacíos con ese objetivo.




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