Después de tomar Nicea hacia el año 1097, los cruzados se dirigieron hacia su siguiente objetivo: Antioquía. Esta ciudad no era solamente una de las mayores ciudades del Imperio, era prácticamente la entrada a Siria y Tierra Santa. Aunado a esto, para los cruzados, Antioquía era la sede de San Pedro, la primera gran ciudad que adoptó el Cristianismo, y la segunda en orden de importancia sólo detrás de Jerusalén.
Los problemas internos de sus enemigos les fueron favorables a los cruzados. Éstos se lanzaron por tierra, mientras que la flota bizantina lo hizo por mar, desde sus bases de Constantinopla y Chipre, se hicieron del control de los puestos costeros necesarios.
A pesar de las numerosas bajas que los cruzados sufrieron en su paso por Anatolia, se logró poner sitio a Antioquía con una fuerza de aproximadamente 45 mil elementos, más la correspondiente masa de civiles y religiosos. Ante ellos se erguían las imponentes murallas de la ciudad, reforzadas por Justiniano siglos atrás, coronadas por más de cien torres y seis puertas. Era la ciudad más grande que los cruzados llegarían a ver (con excepción de Constantinopla) con una extensión de 9 mil hectáreas y una alcazaba interior.
Por su parte Yaghi Siyan, gobernador de Antioquía, es alabado por las fuentes árabes por su preparación, determinación, astucia, y comportamiento, incluso para con los cristianos locales. Es relevante saber que Antioquía contaba con una importante población de armenios cristianos y de griegos ortodoxos, así que Yaghi decidió expulsar a todos los varones de esos dos grupos, permitiendo que los niños y las mujeres se quedaran en la ciudad. Los autores árabes vieron aquella acción como una muestra de generosidad pero también de astucia, ya que con ello se evitaba una revuelta interna. Además de ésto, se evitaría que los varones expulsados formaran parte de la fuerza cruzada por temor a represalias en contra de su familia, además que con la importante baja de población había menos bocas que alimentar.
Hacia el 20 de octubre de 1097 los cruzados plantaron sus tiendas alrededor de Antioquía. Al ejército cruzado se le presentaban dos métodos para tomar la ciudad: Un asalto directo o en su defecto un sitio cercano, similar al realizado en Nicea. El problema es que al inicio los cruzados no contaban ni con la fuerza suficiente ni con los materiales necesarios para realizar un ataque directo; por otro lado hacia febrero de 1098 aún no cotaban ni con los materiales ni con los expertos necesarios para realizar un asedio. Además de dichos problemas, los recursos necesarios para mantener a una masa de personas de tal envergadura (60 mil, contando los añadidos durante el camino, y los civiles) eran enormes, aproximadamente 90 mil kg de grano diario. Los barcos podían hacerlo, pero aún quedaban los 27 km que se tenían que recorrer desde el puerto hasta el sitio cruzado. Es cierto que la población local se ofreció a llevarles grano, pero a un precio elevadísimo. Pocos meses después del sitio, el ejército ya estaba hambriento.
A ello se sumó el ejército, y la reacción de los líderes turcos. La primera fuerza de socorro turca fue derrotada de forma inesperada. La noticia de una segunda fuerza de socorro se propagó entre los cruzados. En enero el consejero bizantino Taticio decidió abandonar el campamento bajo el pretexto de que iba en busca de ayuda con el emperador. No se le volvió a ver.
En febrero de 1098, los cruzaron lograron tener una emboscada a la segunda fuerza de socorro y se hicieron de un botín y provisiones. En marzo llegó una flota genovesa con provisiones. Por fin, los cruzados tenían lo necesario para cerrar el cerco de Antioquía, aunque los musulmanes siguieron resistiendo aproximadamente tres meses más.
La entrada de los cruzados a la ciudad se dio gracias a la traición. Un armero de nombre Firuz, permitió que los enemigos entraran sin ser molestados. El ejército cruzado asaltó la ciudad en las primeras horas del alba del 2 o 3 de junio. Los musulmanes fueron pasados a cuchillo, pero los cruzados no pudieron evitar que gran parte de ellos encontrara refugio en el alcazaba. También el gobernador logró escapar, pero no por mucho tiempo ya que fue reconocido y decapitado.
Los musulmanes contraatacaron, desde Mosul, Kerboga comandaba una fuerza de aproximadamente 40 mil soldados, en su mayoría caballería. Tras tomar los puertos y acabar con algunas fuerzas cruzadas extramuros, el 7 de junio se puso sitio a la ahora cristiana Antioquía. Los sitiadores pasaban a ser los sitiados, pero con condiciones peores. Estaban lejos de sus bases, con provisiones escasas, y sus fuerzas habían sufrido bajas considerables durante los ocho meses de sitio, y además tenían que enfrentarse contra los defensores musulmanes que se habían refugiado en la alcazaba. Las fuerzas cristianas no superarían los 20 mil combatientes. El pesimismo se apoderó de gran parte de los cruzados.
LA BATALLA FINAL
En este clima de desesperanza y tensión, el espíritu que había animado originalmente a muchos de los cruzados renació. Un hombre pobre, llamado Pedro Bartolomé, aseguró que había encontrado la Santa Lanza. Los ánimos se encendieron, y creyeron que la batalla no podía ser perdida. Por su parte las fuentes árabes no dudaron en calificar el hallazgo como la artimaña de un loco.
Finalmente el 28 de junio, los cruzados decidieron plantar batalla fuera de la ciudad. Se presentaron como a una procesión. Fueron saliendo de Antioquía y formaron seis grandes líneas entre las que iban los sacerdotes vestidos de blanco cantando y rezando, mientras que otros sacerdotes y mujeres subían a las murallas para unirse a las plegarias. Kerboga, que tenía sus tropas dispersas, decidió esperar a que salieran todos los cruzados. Los musulmanes fieles a sus tácticas realizaron rápidos ataques para disparar desde sus monturas, pero los cristianos se mantuvieron firmes y cargaron en contra de Kerboga, quien no había previsto aquella táctica ni el número final de los cruzados. Ante ello las tropas que ciertamente no le debían obediencia se retiraron sin apenas combatir, y los que resistieron fueron aplastados por los cristianos. Por su parte, al ver la victoria las defensas del alcazaba depusieron las armas. Con esta espectacular victoria, Antioquía permaneció cristiana. No obstante el pacto con los bizantinos estaba gravemente desgastado...
FUENTE DEL TEXTO: DESPERTA FERRO ANTIGUA Y MEDIEVAL. NO.20 (¡DIOS LO QUIERE! LA PRIMERA CRUZADA)
ARTÍCULO: EL SITIO DE ANTIOQUÍA. POR JOSÉ MANUEL RODRÍGUEZ
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