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domingo, 16 de julio de 2017

Establecimiento de la Burocracia en Japón

Guerra de Sucesión en el año de Zinshin
Como el emperador Tenchi (Nakano-ôe) se encontraba gravemente enfermo, llamó a su hermano, el príncipe Ôama, y le dijo: "tu has sido siempre mi buen ayudante. Gracias a ti esta difícil reforma ha podido progresar. Ahora estoy muriendo. Después de mi muerte me sucederás y completaras lo iniciado." Sin embargo, Ôama desconfió "Su verdadera intención era entregar el trono a su hijo (el príncipe Ôtomo) y para eso fortaleció la senaduria: para ayudarlo, a pesar de que esta decisión estancaba la reforma política que tanto deseaba. Si pretendo subir al trono me desalentará incluso al grado de mandar matarme." Por lo tanto rehuso el ofrecimiento de su hermano y se retiró a un templo lejano para convertirse en monje.

Meses después murió el emperador Tenchi. En esos días llegó a oídos del monje Ôama el rumor de que el sucesor Ôtomo estaba preocupado por su paradero y que en la corte muchas personas querían su regreso. Después de meditarlo, Ôama decidió levantarse antes de ser atacado y ordenó reclutar en secreto a los soldados en su condado. El año siguiente de la muerte de Tenchi, 672, fue el año de Jinshin (nombre estructurado de manera antigua, en la que se combinan diez elementos del universo y doce señales de animales, cumpliendose un ciclo de 120 años), durante el cual se desató una guerra civil conocida como "el disturbio de Jinshin" en el que Ôama atacó la capital y ganó la guerra, con el consiguiente suicidio del vencido príncite Ôtomo. En seguida Ôama subió al trono y se convirtió el emperador Tenmu.

A veces en la historia japonesa estuvieron presentes las luchas por el poder. En algunos casos eran un príncipe quien aspiraba al trono, como Ôama; en otro, las exigencias de vasallos influyentes que querían manejar la corte a voluntad provocaron las guerras. Sin embargo, al contrario de lo que ocurrió en China -donde en numerosas ocasiones el trono lo ocupó un vasallo después del asesinato del emperador con lo que se iniciaba la nueva dinastía., en Japón no se dio ninguno de estos.

Régimen de Tenmu
Durante su reinado, Tenmu reforzó el poder del emperador al dirigir a muchos burócratas directamente. De esta manera, la autoridad se centralizó y fortaleció aún más. Para ejercer su poder con eficacia, sistematizo y simplificó las leyes. La guerra de Zinshin le había enseñado la importancia de tener de su lado a los señores provinciales, por lo que los promovió a importantes puestos. Al mismo tiempo intentó concentrar su fuerza militar en un ejército imperial, por lo que promulgó el siguiente decreto: "Caracoles, flautas, tambores, banderas y armas grandes, como las ballestas, no deberán guardarse en los domicilios particulares, sino en el arsenal nacional".

Para tener bajo control la religión, fomentó la adoración a los dioses del sintoísmo (religión tradicional del pueblo) y, al mismo tiempo, mandó construir templos budistas, en los que designo a los monjes de lato rango para después otorgarles autonomía. Por otra parte ordenó redactar la historia del país y para ello escogió las tradiciones y los documentos que debían incluirse. Esta tarea resultó en dos libros, Kojiki y Nihonshoki, que se terminaron en 712 y 720, respectivamente.

La sucesión de la Emperatriz Zitô
El emperador Tenmu falleció en el años 686 y lo sucedió la emperatriz como gobernante interina. Ella quería que le sucediera su hijo,el príncipe Kusacabe, por lo que mande apresar y ejecutar a Ôtsu, el otro príncipe aspirante, con el pretexto de que planeaba un complot y organizaba una rebelión. Sin embargo, todo esto resultó inútil, porque el príncipe murió inmediatamente antes de la coronación, lo que obligó a la emperatriz a asumir el trono. Gracias a su sagacidad gobernó muy bien y cumplió la voluntad de su marido. Publicó 22 tomos de leyes generales que el difunto emperador había compilado y los envió a los jefes provinciales para consolidar la burocracia. Gracias a esto se pudieron cobrar lo tributos materiales y laborales que correspondían a cada individuo, ya que hasta entonces se había cobrado por casa.

Despues del emperador se crearon dos altos cargos: Dazyôkan y Zinguikan (ministro general y ministro de asuntos divinos. Dependiendo de estos puestos se instruyeron ocho ministerios. Para los casos importantes se llevaba a cabo la conferencia suprema, que tenía lugar por consejo del Dazyôkan y cuyo consejo escuchaba la emperatriz para decidir las acciones a seguir. El del Zinguikan era un puesto muy especial, ya que en la antigüedad la política estaba relacionada con la teología. Su tarea era escuchar la voluntad de los dioses y dirigir a los sacerdotes.

Para dar cabida a mil burócratas aproximadamente, se tuvo que construir otro palacio en una nueva ciudad capital y fue la propia emperatriz quién seleccionó ambos. La acumulación de recursos hizo posible la edificación. Así, apareció una hermosa ciudad nueva en los campos. De hecho, hay un canto que se refiere a la envidia que suscitaban las muchachas que servían elegantemente en la corte de aquel tiempo.

En 697, a la edad de 53 años, la emperatriz abdicó en favor de su amado nieto de 15 años, el emperador Monmu. Durante su reinado, tal vez bajo la dirección de la emperatriz, las leyes generales fueron revisadas y corregidas, y se publicaron en 17 tomos (6 correspondieron al Código Penal y 11 a los Códigos de Administración Civil, de Comercio y de Litigio). De esta manera se completó el régimen burocrático.

Generalización del Budismo
Durante el siglo VII, mientras se consolidaba el poder del emperador Tenmu, el budismo se propagó hasta los rincones más alejados del país. De hecho, los emperadores obligaban al pueblo a adoptarlo a fin de unificar la nación. Así por ejemplo, en 685 el emperador Tenmu ordenó que cada casa tuviera una capilla para adorar a Buda.

Pero ¿qué clase de religión es el budismo? A diferencia del cristianismo dónde un Dios rige, domina y juzga todo, en el mundo budista no existe ningún Dios; solamente un principio; todas las cosas en el universo deben cambiar, en razón de la causa y el resultado. Es una regla absoluta y nada rige ni domina. Lo creado se destruirá, y lo viviente morirá sin excepción. El alma, sin embargo, transmigra de un ser vivo a otro por lo que su sufrimiento nunca termina. Buda no es un dios. Sólo es quién conoce la verdad absoluta, y con su profundo conocimiento de esta quiere socorrer las almas de todos aquellos que sufren en este mundo. Existen muchas imágenes donde Buda aparece como la persona que socorre. Si se comparan los dos objetos de adoración, el del cristianismo y el del budismo, podrán encontrarse grandes diferencias. La imagen del dios cristiano provoca en sus adoradores horror, dolor, tristeza y reflexión, mientras que Buda transmite misericordia, ternura, cariño. El primero fomenta la independencia de los adoradores y les invita al combate; el segundo les hace sentir su protección y los sosiega, lo cual fue aprovechado por las clases dominantes para regir al pueblo.

Imágenes Budistas
Las primeras estatuas de Buda que hicieron Tori y sus aprendices fueron diseñadas para verse de frente, por lo que, vistas de lado, no concordaban con la realidad. En general, estas primeras impresiones daban la sensación de dureza, por lo que pueden considerarse un tanto arcaicas. No obstante desde mediados del siglos VII las figuras de Buda adquirieron la ternura y la ligereza que las caracterizan, acercándose a las obras clásicas.

Veneración de Yakushi
Buda aparece de distintas maneras según las circunstancias. Yakushi es el Buda que socorre a los enfermos y a los que sufren, y es el dador de la felicidad y los intereses seculares. Este Buda ha sido adorado en Japón desde tiempos antiguos hasta hoy día, lo que se considera un fenómeno particular en los países budistas. En 680 el emperador Tenmu ordenó construir un templo Yakushi para adorar al Buda del mismo nombre, cuando enfermó la emperatriz. Aunque ambos fallecieron, primero él y luego ella, el templo fue terminado. Esa hermosa estatua de Yakushi, junto con dos Bosatsu, se puede ver en el templo, aunque todavía no ha podido definirse con exactitud si fueron esculpidas en el siglo VII  o en el siglo VIII.

Sintoísmo y Budismo
El sintoísmo es una religión politeísta, pero sus dioses tienen caracteres muy particulares, que vale la pena explicar un poco más. Lo japoneses veían dioses en toda la naturaleza: el dios de la montaña, del río del arroyo, de la charca, del pantano, de la fuente, del árbol, del bosque, del campo, del arroz, de los vegetales, etc. Además mucho de los dioses eran dioses deificados. Así eran incontables los existentes. De hecho se dice que son "ocho millones de dioses". Su función no es dominar territorios ni administrar recursos, sino vigilar y proteger. Por ende, no deberían ser llamados dioses, sino guardianes, ya que no son seres sobrenaturales, sino almas o espíritus de otro tiempo, seres humanos que se alegran, afligen, envidian o se resisten. En consecuencia, los hombres no tienen idea de su genealogía ni su cosmovisión completa. El budismo, por su parte, solamente se planteó el socorro de las almas que sufren, es decir, se sobrepuso al pensamiento del universo. En esas condiciones el encuentro de ambos pensamientos religiosos no produjo una contradicción fatal. El pueblo los adoptó sin preocupación alguna, hasta difundirlos pacíficamente; los dioses japoneses son budas disfrazados. Esta idea surgió en el siglo VII y se difundió rápidamente. En los santuarios sintoístas había imágenes budistas, y en su recinto construyeron templos budistas y, según la situación, veneraban a un dios o a un buda.

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