Situada estratégicamente en el valle del Adgie, la ciudad de Trento controlaba en la Edad Media la vía más importante que unía dos partes del Sacro Imperio Romano, Italia y Alemania. En 1207, el emperador Corredo II creó, para mantener aquella puerta en manos amigas, el principado eclesiástico de Trento , poniendo al frente a un obispo. Aquellos prelados investidos de poder temporal residían en un edificio porticado, el Castelleto, situado cerca de Suomo. Pero a mitad del siglo XIII sintieron la necesidad de disponer de una residencia más espaciosa y m,ás fácil de defender; fue entonces cuando construyeron la parte más antigua del Castillo de Buon Consiglio, el Castel vecchio, en el que poder enfrentarse tanto a las revueltas populares contra su autoridad, amenudo excesivamente inclemente, como a la prepotencia y a las usurpaciones de los condes del Tirol. En 1407 la fortaleza no pudo resistir la furia popular y fue ocupada por la fuerza, de manera que el tirano obispo Giorgio de Liechtenstein fue a parar a la prisión de la torre Vanga en el Adige. Los sucesores, quizá aleccionados por aquel ejemplo, se mostraron más condescendientes en su política respecto a los súbditos.
Después de 1475, Giovanni IV Hinderbach hizo modificar y sobreelevar Castelvecchio según el estilo gótico veneciano, pero fue el gran príncipe-obispo Bernardo Clesio quién transformó el castillo en una suntuosa morada renacentista haciendo construir el Magno Palazzo entre 1528 y 1536, para lo que llamó a renombrados artistas italianos que decoraron el palacio con un excelente gusto y una extraordinaria pericia.
Después de 1475, Giovanni IV Hinderbach hizo modificar y sobreelevar Castelvecchio según el estilo gótico veneciano, pero fue el gran príncipe-obispo Bernardo Clesio quién transformó el castillo en una suntuosa morada renacentista haciendo construir el Magno Palazzo entre 1528 y 1536, para lo que llamó a renombrados artistas italianos que decoraron el palacio con un excelente gusto y una extraordinaria pericia.
Con su sucesor, Cristoforo Madruzo la residencia vivió sus años de máximo esplendor que coincidieron con la elección de Trento como sede del concilio ecuménico que debía organizar la contrarreforma de la iglesia católica frente a la reforma protestante, y que duró con diferentes interrupciones de 1545 a 1562.Otros tres obispos Madruzzo dirigieron el principado hasta 1658, el último de los cuales Carlo Emanuele, tuvo una amante, Claudia Patricella, que alcanzó celebridad gracias a una novela juvenil de Benito Musolini. En el siglo XVII fue construida la llamada Giunta Albertina un nuevo edificio que unió orgánicamente Castelvecchio al Magno Palazzo. El principado eclesiástico finalizó en mayo de 1796 con la fuga del último obispo frente al avance de las tropas de Napoleón. Posteriormente, cuando Trento pasó a formar parte de Austria, el castillo fue transformado. Restaurado en 1918, alojó el Museo Nacional Trentino y el Museo del Risorgimiento.
Del castillo nos han llegado, además, una vista realizada por Durero en la que se ve que se trataba de diversas construcciones, de las cuales la más notable era la Torre del Águila, antigua defensa de la ciudad de Trento, dónde destacan los frescos encargados por el obispo Giorgio de Liechtestein (1390-1419) con los ciclos de Los doce meses y de Los trabajos del campo. Antes, se levanta la muralla encargada por Clesio. El acceso se realizaba a través de la Puerta de los Diamantes, así llamada por los grandes sillares almohadillados que la conforman, abierta al lado de uno de los gres torreones bajos que se abrían junto a los jardines renacentistas colmados de antiguas estatuas hoy desaparecidas. Varios fueron los arquitectos que trabajaron en el Castillo de Buon Consiglio, pero sus nombres, correspondientes a veces a personas desconocidas, fueron tapados por los pintores encargados de decorar las diferentes estancias: Dosso Dossi, Romanino, Fogolino, y los escultores Alessio Longhi y el volterrano Zaccaria Zacchi autores de diferentes obras de terracota. Austero a pesar de los tres órdenes de galería y de las decoraciones pictóricas, después de la construcción de la Giunta Albertina entre 1686 y 1688, el castillo aparecía grandioso con sus tres grandes bloques, entre los que destacaba en el centro, la elegante galería de tipo veneciano que recordaba a los palacios Giovanelli de Venecia.
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