Aún no existe una opinión común sobre la prehistoria italiana, pero lo más aceptado es que varias oleadas migratorias de arios llegaron desde el año 2,000 a.C. y se instalaron en la región mediterránea. Se trataba de un pueblo de pastores, enérgico, inquieto, con familia patriarcal, que tenía por costumbre incinerar a sus muertos.
Encontraron en los países de la cuenca mediterránea una cultura preindoeuropea, bastante desarrollada, con rasgos no muy homogéneos, en España, Italia y Grecia y al norte de África. Esta cultura era sedentaria y agrícola, el hecho de que enterraran a sus muertos ayudó a los arqueólogos a distinguirlos de la influencia aria. Entre los mediterráneos y los arios se estableció una coexistencia que llegó a cierto grado de fusión. Los arios que penetraron en Italia, quienes en su mayoría eran umbrios, quienes expulsaron hacia en noroeste de Italia y al sur de Francia a los autóctonos (ligueres). Otro de los grupos de invasión eran los ilirios que se establecieron en la costa oriental de la península y un tercer grupo se estableció en la llanura del Lacio, en la parte central de la costa occidental, era el de los latinos.
A finales del segundo milenio antes de Cristo, cuando el Mediterráneo comienza a conocer el hierro, Italia sufro otra invasión, por parte de un pueblo procedente de Asia Menor, puesto en movimiento por las invasiones dóricas; los etruscos, pueblo no indoeuropeo, de piratas y magos, ingenieros y artistas, amigos de todos los placeres de la vida, cuya lengua sigue siendo un enigma. Se establecieron en la toscana. Al sur de ellos, una ramificación de los umbrios, los latinos, fundaron varias aldeas pequeñas, agrupadas en una confederación bajo la hegemonía de Alba Longa, una alianza se formó entre unas aldeas "de las siete montañas", quizá en parte latina y en parte sabina; esto pasó probablemente con el fin de defenderse contra los etruscos y posiblemente fue el inicio de Roma. Desde el siglo VIII a.C. comienza en el sur de Italia la colonización griega, separada de la zona de los latinos por el pueblo de los samnitas. Una coalición entre los etruscos y Cartago no logró detener su influencia influencia en Italia donde lograron establecer el alfabeto, adoptado luego por los etruscos y llevados por estos hacia Roma. Los griegos solo formaban entre sus ciudadanos una débil red de alianzas. Así el Lacio, de unos 2,000 km2, pobre y pantanoso pero con la ventaja del Tíber y buena situación para el comercio, pudo desarrollarse entre dos grandes culturas: la etrusca al norte, y la griega al sur. Esta posición, junto con ventajas indiscutibles, traía consigo también determinados peligros; los etruscos.
Por otra parte, los historiadores romanos de la época de la transición de la república al imperio tuvieron buen cuidado en ligar los orígenes de Roma con las más bellas tradiciones griegas, haciendo de roma, a través de Alba Longa, la heredera de Troya. Eneas había huido de las ruinas humeantes de Troya y finalmente se estableció en Italia casandose con una princesa del Lacio. El hijo e Eneas fundó Alba longa y posteriormente uno de sus descendientes, Amulio, destronó a su hermano Numitor, matando a sus hijos y condenando a su hija como sacerdotiza de Vesta a virginidad perpetua. Por fortuna intervino el dios Marte y así la sacerdotiza dió a luz unos gemelos, que fueron abandonados en el Tíber por orden de su receloso tío. Una loba los ciudó y fueron educados por un pastor. A causa de rivalidades con los jóvenes de Alba Longa, los condujeron ante el rey y se descubrió la verdad. La población de Alba Longa se unió a los gemelos para destronar al usurpador y reponer a Numitor en el trono. Luego, Rómulo y Remo se retiraron para fundar su propia ciudad, Roma. Según los autores romanos, esta fundación ocurrió el 21 de abril de 753 a.C, cuando aventureros de distintas razas se unieron para establecer los cimientos de la nueva ciudad, bajo la dirección de los dos hermanos. algún tiempo después, mediante el fratricidio, llegó Rómulo a ser el primer monarca de Roma, atrayendo a los hombres hacia su ciudad mediante un generoso derecho de asilo, y a las mujeres mediante el rapto de las sabinas.
- La Monarquía
Según la leyenda, este primer rey crea y organiza la propiedad y la idea de Rómulo y Remo sugiere el origen dual de Roma entre latinos y sabinos. El segundo, Numa Pompilo (un sabino) da a Roma su religión, fruto de sus pláticas nocturnas con una bella ninfa. El Tercero, Tulio Hostilio, un enérgico militar, crea las normas de la guerra. El cuarto, Anco Marcio, es el último rey pre-etruco en esta serie legendaria. Luego viene la conquista de Roma por los etruscos; el primer rey etrusco Tarquino el Antiguo. Su sicesor, Servio tulio, agrupa a los ciudadanos en centurias, para fines militares y cívicos, según una tradición muy inverosímil (actualmente se prefiere ligar esta reorganización a la derrota de Roma por los galos en el 390 a.C.). Y finalmente Tarquino el Soberbio, quien provoca el descontento del que nace la República en 510 o 509 a.C.
La dominación etrusca fue benéfica para la cultura romana: para sus obras de desagüe y cloacas, sus edificios y sus puentes, los romanos aprendieron mucho de la superior ingeniería etrusca. Sin embargo, en 510 a.C., cuando el poderío etruco ya esta en decadencia, los romanos aprovechan el escándalo referente a Lucrecia para expulsar al rey Tarquino el soberbio. Según la tradición, con este acontecimiento comienza la república.
- Las Instituciones Públicas bajo la Monarquía
1.- El rey no era designado por su nacimiento, sino que era elegido por la representación popular, los comicios; más tarde cada uno elegía a su sucesor. En ambos casos se necesitaba la aprobación del senado, esto introdujo un toque republicano a la monarquía romana. No obstante, la función monárquica era vitalicia, por lo que el término no es incorrecto.
2.- Junto al rey estaba el senado compuesto por venerables ancianos (sens), ellos eran designados por trescientos grupos de familias (gentes); por lo que al principio parece que hubo un número aproximado de 300 senadores; este era un elemento oligárquico y gerontocrático.
3.- El tercer factor de la estructura política romana son los comicios, la asamblea de los ciudadanos, no todos los ciudadanos tenían la misma influencia sobre las decisiones colectivas, sino que previamente se repartía la población en 30 curias, compuesta cada una por 10 gentes. La mayoría de las curias determina el resultado de la votación, de manera que los miembros de curias poco numerosas tenían más influencia que las curias más nutridas. La función original de los comicios por curia fue elegir al rey a propuesta de algún miembro del senado, el interrex. El recuerdo de esta función sobrevive, en tiempos históricos, en el hecho de que los comitia curiata tenía que otorgar el imperium, o sea, el poder discrecional a los magistrados superiores mediante una Lex curiata de imperio.
En época posterior, siguieron coexistiendo los comicios por curia (colaboraban en la formación de leyes y en la elección de funcionarios públicos) y para la votación de otros asuntos como aprobación de testamento y adrogaciones y elección de rey los comicios por centuria (en los últimos, mediante un censo llevado a cabo cada cinco años la población se repartía, de acuerdo a su riqueza, en 193 grupos o centurias y cada uno de ellos recibía un voto. Los más ricos o "caballeros" recibían en total 18 centurias, el resto de la población se dividía en cinco clases de las cuales la primera contaba con 80 centurias, lo cual hacía que los más ricos determinaban las decisiones y estos comicios tenía un carácter plutocrático.
Sin embargo, por el hecho de atribuir a cada clase una cantidad igual de centurias de iuniores (hasta 45 años) y de seniores (mayores de 45 años), los ciudadanos de más edad tenían más influencia política individualmente que los jóvenes. Esto añadía un rasgo gerontocrático al carácter plutocrático de los comicios. Es verdad que este fue suavizado cuando, entre 241 y 218 a.C., cada clase recibe 70 centurias; pero los caballeros conservan su privilegio de las 18 centurias extraordinarias; y sólo 40 de las 368 centurias correspondían a la ciudad de Roma, de manera que los grandes terratenientes de fuera de Roma predominaban de todos modos. El resultado corresponde, imperfectamente, al ideal griego de isegoría con isonomía. En la elaboración de las leyes no hay igualdad (isegoría), ya que allí el hombre de más fortuna, de más responsabilidad, de mayor edad, tiene también más influencia. Sin embargo, en su aplicación todos reciben el mismo trato (isonomía), ya que los privilegios no deben tomarse en cuenta como disponen las XII Tablas.
Para la expedición de una ley se necesitaba la colaboración de los tres factores: el rey propone, los comicios aprobaban y el senado ratificaba, el contenido de las leyes poco tenían que ver con el derecho privado, se refería principalmente a asuntos administrativos, militares y de política exterior. El derecho privado pertenecía a otros órganos como son la familia y la gens. La antigua Roma podía considerarse como una confederación de gentes; y cada gens, a su vez, como una confederación de domus, es decir, de familias. La inmadurez de la organización estatal, daba a la familia, en lugar del Estado un lugar que posteriormente no pudo reivindicar.
En cada domus existía un paterfamilias, monarca doméstico que ejerce un gran poder sobre sus hijos, nietos, esposa, nueras, esclavos y clientes. Dicho poder incluía el derecho sobre la vida y la muerte sobre hijos y nietos y no disminuyó por la influencia del Estado, el cuál se detenía a la puerta de la domus. Él era el único propietario, también sacerdote y juez doméstico.
En cuanto a los clientes, eran ciudadanos romanos de segunda clase (de familias empobrecidas o quizá originalmente extranjeros) que se subordinaban a alguna domus aristocrática, prestándole servicio y recibiendo a cambio apoyo económico, recomendaciones, ayuda a recibir justicia por los órganos correspondientes, etc. Era una especie de vasallaje y se cree que la palabra gens significa "el que escucha" o "el que debe obedecer".
Cada familia tenía su propia religión y los dioses eran sus antepasados. Las familias formaban gentes basándose en supuestos orígenes comunes y aduciendo no pocas veces su descendencia de dioses o héroes. Dichas gentes poseían un alto grado de independencia. Por su cuenta podían incluso declarar la guerra. Practicaban una religión propia, se gobernaban por su propia organización, tenían sus propias fiestas, un patrimonio independiente y sus propias normas de derecho privado, además ejercían funciones de vigilancia moral, con el objeto de suavizar el poder del paterfamilias.
Por su parte la religión de la ciudad era politeísta, llena de formalismo y cargada de astucias y trucos o actos ficticios que, aplicados con moderación, pudiendo ser de utilidad en el campo jurídico. Una especial tarea de los sacerdotes consistía en la elaboración y conservación de formulas procesales y en dar consultas a litigantes. El terreno más exclusivo de los sacerdotes es el fas, o sea, la conducta no impedida por tabúes religioso. Lo nefas queda bajo control de los sacerdotes cuando el ius se les escapa por la secularización del derecho. Poco a poco el censor extiende su control hacia el nefas y se incorporal al derecho penal, mientras que algunas normas del fas caen en desuso.
No se sabe a ciencia cierta a que se debía la diferencia entre patricios y plebeyos, ya que entre los últimos se encontraban personas muy acaudaladas; la prohibición de matrimonio entre ellos hace pensar un diferente origen étnico. Aún viviendo en Roma, los plebeyos no podían participar en la vida política de los patricios o en sus actos religiosos. Dentro de las mismas murallas vivían dos pueblos que colaboraban en la economía local, pero estaban separados en los demás aspectos de la vida. Los plebeyos tenían sus propias autoridades (ediles plebeyos y más tarde tribunos) y asambleas populares (comitia plebis divididos en tribus), que tomaban decisiones llamadas plebiscitos, y su propia religión.
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