Es el castillo más celebre de Bretaña, fue levantado poco después del años mil sobre un promontorio cercano a Ploërmel, gracias a un señor local, el vizconde de Gwenthenok, quien quiso llamarlo como su hijo Goscelin. Al abrigo de sus torres se formó una pequeña ciudad, a la que los nuevos pobladores fueron llegando no solo por la seguridad del lugar dino también por su santidad.
Un santuario indicaba de hecho el enclave en el que dos siglos antes un agricultor había encontrado bajo un zarzal una estatua de madera de la Virgen que había obrado un milagro; Gwenthenok, hizoa ampliar la capilla originaria, pero el piadoso vizconde no pudo impedir que las mujeres de su castillo pecaran gravemente de soberbia, al despachar de la fuente en la que lavaban la ropa a una pobre mendiga que quería beber, azuzándola, además, con los perros. La errante santa era en realidad la Virgen. Desde entonces las mujeres de Josselin y sus descendientes fueron condenadas a ladrar como los perros una vez al año, el día de Pentecostés.
En 1168, la fortaleza fue capaz de repeler el paso del ejército de Enrique II de Inglaterra, que para someterla se vio obligado a realizar un largo asedio; de manera que para someter su propia rabia, cuando finalmente logró reducirla hizo que fuera totalmente destruida junto con la propia ciudad.
Una y otra fueron reedificadas unos años después por el vizconde Eudes II.
En 1351, durante la guerra de sucesión en Bretaña, cerca del castillo se produjo uno de los más conocidos episodios de la caballería medieval: la derrota de los Treinta. Jean de Beaumanoir, habitante del castillo, bajo las ordenes de la condesa de Penthièvre, y sus 29 caballeros, derrotaron en singular contienda a otros tantos ingleses, que fueron dispersados, comandados por Richard Bembro que ocupaba Ploërmel. Un obelisco del siglo XIX señala el lugar de la explanada donde se produjo el enfrentamiento. Llegado el siglo XV a los Rohan, el castillo experimentó diversas transformaciones para mejorar su seguridad, hasta que en 1629 las fortificaciones y el formidable conjunto fueron demolidos por orden de Richelieu, con la intención de doblegar las veleidades y discordias de la nobleza francesa.
Tras ser abandonado fue utilizado como prisión durante la Revolución, la estatua de la Virgen fue quemada y el santuario lo transformaron en un templo a la Diosa Razón, algunos fieles lograron salvar fragmentos de la imagen que a la fecha se mantiene en un relicario. El castillo fue restaurado a mediados del siglo XIX por la familia Rohan.
El viejo castillo sufrió diversas destrucciones y fue reconstruido varias veces, de las que fue afortunadamente favorecida por Carlos VIII de Francia de 1491 que, a modo de compensación, concedió las rentas de Dianan y Lehon durante cinco años a fin de que los Rohan pudieran restaurar su castillo. Gracias a ello Alain y Jean II de Rohan pudieron permanecer en el castillo como príncipes, levantando las paredes internas en el más puro estilo gótico flamígero, auténtico adelanto del Renacimiento Bretón, en absoluto contraste con los muros y medios defensivos (junto al río Oust, el castillo sorprende por su aspecto severo y tosco: un cuerpo elevado separado por tres enormes torres cae a plomo sobre el río situado más abajo). Demolición que se produjeron en tiempos de Hughes de Rohan, jefe de los hugonotes franceses, a requerimiento de Richelieu. Durante los siglos XVII y XVIII, dada que los Johan residían en la corte, el castillo de Josselin cayó en un total abandono, aunque en 1776 la duquesa de Rohan hizo construir un pequeño molino en la planta baja. En 1835 el duque de Charles Louis emprendió una amplia operación de restauración que llevó el castillo a su máxima esplendor. En el interior se custodian cuadros y muebles de gran valor.
0 comentarios:
Publicar un comentario