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jueves, 20 de julio de 2017

PERSONAJES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: WILHELM II



Para sus enemigos, Wilhelm II, rey de Prusia y káiser (emperador) de Alemania, era la personificación del militarismo prusiano agresivo. Sin embargo, en muchos modos, Wilhelm II se había esforzado en adaptarse a los requerimientos de su estatus social y su papel oficial. Un parto complicado lo había dejado con el brazo izquierdo paralizado y deforme. A esta minusvalía, de la que era plenamente consciente, había que añadir un carácter neurótico. Idolatraba a sus severos y belicoso antepasados paternos, y se adaptó a la tradición militar prusiana: estricto, enérgico, despiadado y patriarcal. Sin embargo, no estaba preparado física ni emocionalmente para desempeñar aquel papel. Como hombre débil que intentaba demostrar su fuerza, desarrolló la costumbre de adoptar actitudes erráticas, mostrándose alternativamente bravucón y congraciador. Las otras potencias europeas consideraban a Alemania peligrosa y poco fiable. 

El escenario internacional

Habiendo subido al trono a los 29 años de edad, Wilhelm estaba decidido a imponer su autoridad personal. Pronto se deshizo del experimentado canciller Otto von Bismarck. La Weltpoltik o teoría de que Alemania debía tomar su lugar como super-potencial mundial , se adoptó como política oficial alemana en 1887. Esta invención expansionista no era invención suya, sino que reflejaba las ideas y aspiraciones de una multitud de nacionalistas alemanes, quienes reivindicaban que su país debía poseer un imperio colonial, una armada oceánica y posiblemente un Lebensraum (espacio vital) en el este de Europa.

Para Wilhelm, la diplomacia era en parte un asunto familiar. Él era nieto de la reina Victoria de Inglaterra por parte de madre, y primo del zar Nicolás II de Rusia. Estos parentescos eran importantes para él, pero no implicaban necesariamente ningún tipo de amistad. Su actitud hacia Gran Bretaña era contradictoria. Cambiaba de parecer, pasando de la admiración al convencimiento de que los británicos estaban empeñados en destruirlo. Semejante inestabilidad, igual que su impulsividad, era típica del káiser. 

Autoridad decreciente 

A Wilhelm le gustaban las iniciativas diplomáticas drásticas, como su aparición en Tánger en 1905, que derivó en la primera crisis marroquí. Pero sus discursos eran tan coléricos que dañaban la imagen alemana. 

En 1900 conminó a las tropas alemanas enviadas a suprimir a los bóxers en China a comportarse como "hunos", en referencia a los devastadores ataques contra zonas europeas del Imperio romano de las hordas de Atila en el siglo V. A inicios de 1908, la situación personal de Wilhelm se debilitó y su influencia política menguó. Su reputación se vio perjudicada por su implicación en ciertos escándalos. En una fiesta privada celebrada en noviembre de 1908, el general Dietrich, conde de Hülsen-Haeseler y jefe del Gabinete Militar Imperial alemán, murió mientras bailaba delante del káiser vestido con un tutú de bailarina. Para mayor inri, desde 1907, el príncipe Felipe de Eulenburg, confidente más íntimo del káiser, tuvo que defenderse de los rumores de comportamiento homosexual publicados por la prensa. Los militares y burócratas alemanes empezaban a cansarse de las imprudentes declaraciones públicas de Wilhelm, así como sus erráticos intentos de ejercer una diplomacia personal. 

La gota que colmó el vaso fue una entrevista que concedió a un periodista británico para el Daily Telegraph en octubre de 1908, en la que describió a los británicos como "locos de remate", sugirió que la expansión naval alemana iba dirigida contra Japón y afirmó haber enseñado a los británicos cómo ganar la guerra de los Bóers en Sudáfrica. Estos exabruptos enfurecieron a la opinión tanto en Alemania como en el extranjero. 

En los años previos a la I Guerra Mundial, el Estado Mayor alemán, bajo las órdenes del general Helmuth Von Moltke y el canciller Theobald von Bethmann-Hollweg, organizó la política exterior. Durante la crisis del verano de 1914, Wilhelm oscilaba entre violentas declaraciones acerca de la necesidad de una guerra y débiles intentos de mantener la paz. 

Los años de guerra

Aunque el espíritu de unidad nacional que aglutinó a Alemania en agosto de 1914 aupó al káiser a una popularidad sin precedentes, su marginación continuó. Intervino en la dirección del esfuerzo bélico alemán, pero no lo controló. Se interesó especialmente en los asuntos navales, limitando las operaciones de la Flota de Alta Mar a fin de evitar la pérdida de sus barcos de guerra. Su comportamiento reflejaba su inestabilidad, pasando de propugnar políticas genocidas en el Frente Oriental para después considerar una paz basada en una apelación a sus parientes reales. Desde 1916 perdió el control de los compromisos oficiales y tuvo que aceptar la autoridad del general Erich Ludendorff, a quien detestaba. Casi sin poder, lo apodaban "el káiser en la sombra". Su última demostración de autoridad consistió en destituir a Ludendorff cuando el esfuerzo bélico se frustró en octubre de 1918. Abdicó en noviembre, ante la derrota y la revolución . Fue exiliado a los Países Bajos, siendo irrelevante mientras Alemania se adentraba en una nueva era. 

El káiser recibió a Winston Churchill durante unas maniobras militares en 1909. Churchill lo describió como un hombre que quería ser como Napoleón "sin tener que luchar batallas". 




Wilhelm fue marginado por los jefes militares, quienes no pudieron prescindir del todo de él. Aquí lo vemos con Hindenburg y Ludendorff. 


























Fuente directa: I GUERRA MUNDIAL (la guía visual definitiva). Richard Overy. 

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